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Ángel Morillo

Martes y trece: los peces en el río

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Acaba de iniciarse la nueva legislatura unos días antes de las fiestas navideñas. La decima desde que se estableció la “democracia”. Y qué curioso resulta comprobar cómo se ha elegido para su apertura una fecha tan significativa, un día de tan mal fario como es un “martes y trece”. Ello, sabiendo que esta legislatura es la soñada por mucha gente para salir de esa inventada crisis financiera que nos han endosado a los pobres contribuyentes para terminar despojándonos definitivamente de lo poco que nos queda e implantar, sin más dilación, el nefasto neoliberalismo para las clases trabajadoras. Claro que, a la clase política, como no cree en casi nada que no sea la pura y dura conveniencia, es casi seguro que poco le ha importado eso de la superstición…, aunque su “trabajo”, para con y por los ciudadanos -es un decir- tenga mucha similitud con el “arte de Cuchares” que, sabido es, la lleva intrínseca.

El caso es, que para una serie de escogidos por los partidos políticos (no por los votantes) comienza de nuevo una andadura que se asemeja mucho al popular villancico “beben y beben, y vuelven a beber, los peces en el rio…” que es la norma de la mayor parte de los políticos españoles, pues, si se fijan sólo un poco, llevan los 33 años de régimen democrático dando saltos de cargo en cargo. Lo cual demuestra, por otra parte, lo rentable y agradecida que es la profesión.

Y, por supuesto, que en las navidades y en los próximos años estos elegidos van a poder vivir sin ningún tipo de agobio económico y sin que los famosos recortes de que tanto se habla les afecten en lo más mínimo. Todos -y sus hijos y familiares- disfrutarán las bondades de la “democracia” disponiendo de lo necesario y lo superfluo para ser feliz y poder cantarle, alegremente, villancicos al niño Jesús.

Mientras, como cada año por estas fechas, la ciudadanía en general -y los parados en particular- sufrirá las carencias (los recortes vendrán ya pasadas las fiestas) derivadas de la aciaga actuación de sus políticos. Y ese famoso villancico –y todos los que se canten- sonarán, un año más, apagados y con el roído entusiasmo de quienes han sido tocados por el “bienestar”. Quién sabe si, quizás, un “martes y trece”.

Feliz navidad…, no obstante.

Martes y trece: los peces en el río

Ángel Morillo
Lectores
viernes, 16 de diciembre de 2011, 14:29 h (CET)

Acaba de iniciarse la nueva legislatura unos días antes de las fiestas navideñas. La decima desde que se estableció la “democracia”. Y qué curioso resulta comprobar cómo se ha elegido para su apertura una fecha tan significativa, un día de tan mal fario como es un “martes y trece”. Ello, sabiendo que esta legislatura es la soñada por mucha gente para salir de esa inventada crisis financiera que nos han endosado a los pobres contribuyentes para terminar despojándonos definitivamente de lo poco que nos queda e implantar, sin más dilación, el nefasto neoliberalismo para las clases trabajadoras. Claro que, a la clase política, como no cree en casi nada que no sea la pura y dura conveniencia, es casi seguro que poco le ha importado eso de la superstición…, aunque su “trabajo”, para con y por los ciudadanos -es un decir- tenga mucha similitud con el “arte de Cuchares” que, sabido es, la lleva intrínseca.

El caso es, que para una serie de escogidos por los partidos políticos (no por los votantes) comienza de nuevo una andadura que se asemeja mucho al popular villancico “beben y beben, y vuelven a beber, los peces en el rio…” que es la norma de la mayor parte de los políticos españoles, pues, si se fijan sólo un poco, llevan los 33 años de régimen democrático dando saltos de cargo en cargo. Lo cual demuestra, por otra parte, lo rentable y agradecida que es la profesión.

Y, por supuesto, que en las navidades y en los próximos años estos elegidos van a poder vivir sin ningún tipo de agobio económico y sin que los famosos recortes de que tanto se habla les afecten en lo más mínimo. Todos -y sus hijos y familiares- disfrutarán las bondades de la “democracia” disponiendo de lo necesario y lo superfluo para ser feliz y poder cantarle, alegremente, villancicos al niño Jesús.

Mientras, como cada año por estas fechas, la ciudadanía en general -y los parados en particular- sufrirá las carencias (los recortes vendrán ya pasadas las fiestas) derivadas de la aciaga actuación de sus políticos. Y ese famoso villancico –y todos los que se canten- sonarán, un año más, apagados y con el roído entusiasmo de quienes han sido tocados por el “bienestar”. Quién sabe si, quizás, un “martes y trece”.

Feliz navidad…, no obstante.

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