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La mancha de la Zarzuela por las presuntas corruptelas de Iñaqui, invitan a la crítica a retomar las reivindicaciones históricas de Izquierda Unida

Platos rotos

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El honor familiar ha sido manchado por el dulce crepitar de los troncos en la noche de navidad. El humo del rumor impregna los olores de la culpa y enturbia el diálogo informal de los tiempos pasados. El yerno del rey ha silenciado la carcajada sincera de su amistad. El reproche y la sospecha del qué dirán han enturbiado la estampa idílica de la monarquía. El mensaje de Don Juan Carlos será decorado por el comentario crítico de millones de comensales vestidos de papá Noel desde el cómodo sofá familiar.

La corrupción ha cambiado el guión del mensaje de su majestad. Hoy más que ayer, hemos vuelto a suspender. Las instituciones públicas siguen sin superar el aprobado popular. La desvinculación de Urdangarín del discurso institucional de su mujer no borra la herida causada en el honor monárquico de su país. El interés mediático de su figura reside en su condición extraordinaria de ser el “yerno de”. Es esta sencilla razón, y no otra, recogida de las aguas pacíficas del sentido común, la que alimenta los chorros de tinta que aún tienen que caer en torno a una fiesta que acaba de rugir. El interés ciudadano por sus élites de referencia es la chispa que enciende la rentabilidad mediática de este manjar. La coincidencia de la noticia con la post de Camps, o dicho en otros términos, la oportunidad de relacionar la presunción de inocencia del “President” y la del Duque de Palma bajo la misma rúbrica discursiva de la corrupción otorga al producto social un mayor periodo de maduración en la efímera vida todo titular.

La mancha de la Zarzuela por las presuntas corruptelas de Iñaqui, invitan a la crítica a retomar las reivindicaciones históricas de Izquierda Unida. La solicitud civil del desglose de la partida otorgada a la monarquía por los presupuestos generales del Estado, debe servir al ciudadano de a pie para conocer con detalle la porción de sus ingresos que se destina al mantenimiento de su corona. Este gesto de transparencia económica por parte de la institución congénita reduciría considerablemente los márgenes a la duda y otorgaría una mayor credibilidad a la honradez y pureza de los negocios privados del Duque. Desde las líneas críticas de este blog debemos solicitar, aprovechando el tirón del titular y sumándonos a la reivindicación clásica de IU; el desglose ponderado de la partida monárquica, tal y como lo viene haciendo, desde mucho tiempo atrás, la dinastía británica.

La desnudez en las cuentas del rey servirá de adhesivo al juicio civil para pegar los platos rotos de la honradez. La tentación ha ganado la batalla a los mimbres frágiles de la ambición. La locura por el tanto tienes tanto vales ha roto el statu quo del símbolo constitucional. Hoy la corona ha sido salpicada por el barro de la corrupción. Las corruptelas de palacio, que tanto criticó Benito Pérez Galdós, han vuelto a sonar en las dinastías del presente. La marca España ya no será vista igual por la crítica política internacional.

El autor del “por qué no te callas” tendrá mucho que callar en su mensaje oficial de nochebuena. Ahora con la duda en la solapa de su traje, solamente le queda el paraguas para amortiguar la lluvia de rumores hasta que la luz de la prueba deje vislumbrar el sol de la honestidad en los nubarrones de la sospecha. Hoy el yerno del rey, sí aquel que consiguió conquistar la red de la Zarzuela y acariciar la mano azul de Cristina tendrá que jugar, como nunca lo hizo,  para apartar sus manos del fuego, y devolver a su suegro los aromas del honor que se merece la marca de su corona.

Platos rotos

La mancha de la Zarzuela por las presuntas corruptelas de Iñaqui, invitan a la crítica a retomar las reivindicaciones históricas de Izquierda Unida
Abel Ros
miércoles, 14 de diciembre de 2011, 07:56 h (CET)

El honor familiar ha sido manchado por el dulce crepitar de los troncos en la noche de navidad. El humo del rumor impregna los olores de la culpa y enturbia el diálogo informal de los tiempos pasados. El yerno del rey ha silenciado la carcajada sincera de su amistad. El reproche y la sospecha del qué dirán han enturbiado la estampa idílica de la monarquía. El mensaje de Don Juan Carlos será decorado por el comentario crítico de millones de comensales vestidos de papá Noel desde el cómodo sofá familiar.

La corrupción ha cambiado el guión del mensaje de su majestad. Hoy más que ayer, hemos vuelto a suspender. Las instituciones públicas siguen sin superar el aprobado popular. La desvinculación de Urdangarín del discurso institucional de su mujer no borra la herida causada en el honor monárquico de su país. El interés mediático de su figura reside en su condición extraordinaria de ser el “yerno de”. Es esta sencilla razón, y no otra, recogida de las aguas pacíficas del sentido común, la que alimenta los chorros de tinta que aún tienen que caer en torno a una fiesta que acaba de rugir. El interés ciudadano por sus élites de referencia es la chispa que enciende la rentabilidad mediática de este manjar. La coincidencia de la noticia con la post de Camps, o dicho en otros términos, la oportunidad de relacionar la presunción de inocencia del “President” y la del Duque de Palma bajo la misma rúbrica discursiva de la corrupción otorga al producto social un mayor periodo de maduración en la efímera vida todo titular.

La mancha de la Zarzuela por las presuntas corruptelas de Iñaqui, invitan a la crítica a retomar las reivindicaciones históricas de Izquierda Unida. La solicitud civil del desglose de la partida otorgada a la monarquía por los presupuestos generales del Estado, debe servir al ciudadano de a pie para conocer con detalle la porción de sus ingresos que se destina al mantenimiento de su corona. Este gesto de transparencia económica por parte de la institución congénita reduciría considerablemente los márgenes a la duda y otorgaría una mayor credibilidad a la honradez y pureza de los negocios privados del Duque. Desde las líneas críticas de este blog debemos solicitar, aprovechando el tirón del titular y sumándonos a la reivindicación clásica de IU; el desglose ponderado de la partida monárquica, tal y como lo viene haciendo, desde mucho tiempo atrás, la dinastía británica.

La desnudez en las cuentas del rey servirá de adhesivo al juicio civil para pegar los platos rotos de la honradez. La tentación ha ganado la batalla a los mimbres frágiles de la ambición. La locura por el tanto tienes tanto vales ha roto el statu quo del símbolo constitucional. Hoy la corona ha sido salpicada por el barro de la corrupción. Las corruptelas de palacio, que tanto criticó Benito Pérez Galdós, han vuelto a sonar en las dinastías del presente. La marca España ya no será vista igual por la crítica política internacional.

El autor del “por qué no te callas” tendrá mucho que callar en su mensaje oficial de nochebuena. Ahora con la duda en la solapa de su traje, solamente le queda el paraguas para amortiguar la lluvia de rumores hasta que la luz de la prueba deje vislumbrar el sol de la honestidad en los nubarrones de la sospecha. Hoy el yerno del rey, sí aquel que consiguió conquistar la red de la Zarzuela y acariciar la mano azul de Cristina tendrá que jugar, como nunca lo hizo,  para apartar sus manos del fuego, y devolver a su suegro los aromas del honor que se merece la marca de su corona.

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