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V. Rodríguez, Zaragoza

De hojas, de hilo y de viento

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Hoy he ido al velatorio de un amigo. El hombre se empeña. Se llamaba José Javier Toribio Bernad. El hombre se empeña. Cogí dos autobuses. En uno de ellos, una niña de unos 9 años, cantaba alegremente:”Hemos ganado, hemos ganado”. El hombre se empeña. Al llegar al velatorio número 4 del complejo funerario de Zaragoza, le di el pésame a su hermano.

El hombre se empeña. Me senté con ellos y una mujer, no sé porqué, recitó una poesía muy emocionante y emocionada. El hombre se empeña. Para corresponder con el regalo, conté el cuento de “La leyenda de la hoja”. El hombre se empeña. Al terminar, pensé: −Somos como las hojas del cuento: muchas se empeñan en caer al llegar el otoño, y estas se van jugando con el viento. Solo algunas, a pesar del invierno, del frío y la nieve, permanecen fieles unidas al árbol con hilos de amor. Adiós querido amigo.

De hojas, de hilo y de viento

V. Rodríguez, Zaragoza
Lectores
miércoles, 9 de agosto de 2017, 11:56 h (CET)
Hoy he ido al velatorio de un amigo. El hombre se empeña. Se llamaba José Javier Toribio Bernad. El hombre se empeña. Cogí dos autobuses. En uno de ellos, una niña de unos 9 años, cantaba alegremente:”Hemos ganado, hemos ganado”. El hombre se empeña. Al llegar al velatorio número 4 del complejo funerario de Zaragoza, le di el pésame a su hermano.

El hombre se empeña. Me senté con ellos y una mujer, no sé porqué, recitó una poesía muy emocionante y emocionada. El hombre se empeña. Para corresponder con el regalo, conté el cuento de “La leyenda de la hoja”. El hombre se empeña. Al terminar, pensé: −Somos como las hojas del cuento: muchas se empeñan en caer al llegar el otoño, y estas se van jugando con el viento. Solo algunas, a pesar del invierno, del frío y la nieve, permanecen fieles unidas al árbol con hilos de amor. Adiós querido amigo.

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