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“La pasión es una cosa bastante aterradora porque, si tienes pasión, no sabes dónde te llevará” Jiddu Krishnamurti

Lo que sería una utópica Cataluña independiente

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El gran peligro para cualquier pueblo que sienta insatisfacción por alguna causa o que haya sido convenientemente manipulado para que se le haga creer que es víctima de alguna injustica, provocación, desprecio o tomadura de pelo; está en que, a los ciudadanos amantes de sus tradiciones, lenguaje, costumbres locales y demás signos identitarios, les duele profundamente que, en nombre del Estado, se les prive de poder ejercer libremente de todo aquello que estiman que forma parte de su vida y, en consecuencia, no están dispuestos a que se les prive de ello. El “mérito” de quienes han sido capaces de manipular la opinión pública de una parte importante de los catalanes, ha estado en de forma torticera convencer a los catalanes que, el resto de España, ha estado conspirando contra Cataluña para “robarles” su independencia, para privarles de sus riquezas o impedirles el uso del catalán; como ocurrió, por otras causas y basado en otras circunstancias, al término de la Guerra Civil durante la llamada dictadura del general Franco.

Se sabe que, en el levantamiento del 18 de julio de 1936, influyó de una forma importante y decisiva, la situación especialmente delicada en la que se encontraba la región catalana bajo la presidencia del señor Lluis Companys; la inseguridad de las calles en manos de bandas de pistoleros de la CNT, la FAI, de ERC y, cómo no, de los pistoleros de los llamados “sindicatos blancos”, adictos a la patronal y dispuestos , por dinero, a asesinar a aquellos miembros de las izquierdas que se constituyeran en un peligro para los intereses y la misma seguridad personal de los empresarios, en muchas ocasiones blanco de las amenazas de los sindicatos de clase. El propio Salvador Seguí, conocido como “El noi del sucre”, fue una de las víctimas de las batallas callejeras de aquellos tiempos, en los que nadie estaba a salvo de las venganzas y represalias entre los sindicatos obreristas y las patronales de empresarios.

El propio Lluis Companys, en 1934, cuando la “revolución de Asturias”, intentó repetir la hazaña de Maciá, declarando la República independiente de Cataluña, aunque con el matiz de que, se formaría dentro de la República española. Algo así como lo que hoy en día, con otras palabras y hablando de federalismo, el señor Pedro Sánchez, convencido de que ha hallado la piedra filosofal que evitará el choque de Cataluña y España, propone, con su pretensión de constituir una España de tipo federal. Lo que sucede es que la obsesión, evidentemente influida por las decepciones por las que ha tenido que pasar el actual líder de los socialistas españoles, entre ellas tres derrotas seguidas en sendas consultas populares, acompañada de la humillación a la que fue sometido por su partido el PSOE, cuando fue destituido de su cargo para permitir que, en última estancia, el señor Rajoy pudiera ser investido como Presidente del Gobierno, cuando ya parecía que España estaba condenada a volver a acudir a las urnas, ante la ingobernabilidad manifiesta en la que se encontraba el país después de un año de estar sin gobierno.

En todo caso, aunque desde CDC, hoy PDEcat, siempre se quiso dar la sensación, a partir de que los socialistas cayeron en desgracia en Cataluña y los que habían asumido el empeño de buscar la independencia de la comunidad catalana( CDC y ERC) en busca de un país que, según su criterio, iba a ser capaz de mejorar la vida de los catalanes, estar dentro de la UE, siendo una de las naciones emergentes, seguramente haciéndoles la competencia a China y la India y que pronto iba a situarse entre las “más prósperas de Europa”, a la altura de la alemana y la francesa, con un gobierno formado por los “grandes próceres” de la derecha catalana, seguramente pensando en el infumable Artur Mas como presidente y el señor Junqueras como vicepresidente o viceversa.

Las realidad es que, así como se presenta el panorama del independentismo catalán, viendo cómo se están situando en el ambiente político de la comunidad, cualquier esperanza de que, en el hipotético caso, casi imposible, de que tenga lugar o consiguiera el desgaje de Cataluña de España, como no hay nada, en este mundo, categóricamente imposible, si nos atenemos a las leyes de Murphy y si, a pesar de todo, se pudiera llegar a que Cataluña fuera un estado independiente, lo que sí es evidente es que, el 99% de posibilidades sería a favor de un gobierno de izquierdas radicales. Ya en la actualidad pronostican las encuestas que, en el caso de que, como ocurrirá el famoso referendo del 1 de octubre, no se pudiera celebrar porque el Estado lo impidiera y el TC lo declarara inconstitucional; el siguiente paso, necesario e indiscutible, sería, si es que estuvieran dentro de plazo para poderlo hacer, volver a convocar elecciones para la Generalitat, en las que, según se viene anunciando la victoria, por goleada, iba a ser para la ERC del señor Junqueras y, posiblemente, si es que decidiera presentarse renunciando a su cargo de alcaldesa de Barcelona, pudiera ser la señora Colau la segunda en votos seguida, muy probablemente, de la actual PDEcat que sólo pudiera alcanzar un tercer puesto; de modo que su fuerza, en un nuevo Parlamento de Cataluña, quedaría limitada a mero acompañante de las decisiones tomadas por una izquierda, no se sabe si condicionada por los señores de la CUP o no, pero, en todo caso bajo la influencia de Podemos.

¿Y, vistas las perspectivas que se le asignan a una posible Cataluña independiente, cuáles serían las posibilidades de los ciudadanos catalanes? Evidentemente, aparte de hablar en catalán, escribir en catalán, obligar a todos los que vivan en Cataluña a utilizar en catalán, incluso dentro de la familia, y establecer, como baile oficial del nuevo estado, la sardana, asignatura obligatoria en toda escuela de la nueva república. La contestación no puede ser más evidente vista la legislación comunitaria, las manifestaciones de todas las naciones de la UE, relativas a este burdo intento de maquinar la separación de Cataluña de España, y la vigencia para todo el territorio nacional de una Constitución, la de 1978, que obliga a todo el pueblo español, sin distinción del lugar en el que esté ubicado y sin distinción de trato legal, porque todos españoles: catalanes, vascos y mallorquines, así como todo el resto de autonomías, seguimos estando supeditados al imperio de la ley contra la que no se pueden esgrimir particularismos regionales, encuestas locales o pretensiones separatistas, formuladas por quienes no tienen capacidad legal para hacerlo y que, si lo hacen, van a estar sometidos al código penal vigente, el que les puede llegar a proporcionar alojamiento, para una temporada, en las confortables celdas de las prisiones españolas.

¿Y desde el punto de vista económico, sería favorable o no? Evidentemente el que estuvieran fuera del acuerdo de Shengen, daría lugar a que el control de las fronteras sería el mismo que existe para terceras naciones, con las que siguen persistiendo los trámites habituales aduaneros, las tasas y los pagos de impuestos propios de cualquier nación con la que no existan tratados de reciprocidad en estas materias. El sueño de seguir perteneciendo a la UE, algo que de una forma harto temeraria se ocupan de proclamar muchos de estos separatistas, que no conciben una Europa sin Cataluña; no es más que una falsa utopía, porque ya se han encargado de repetir hasta la saciedad las personas que están al frente del Parlamento Europeo y los jefes de las principales naciones de la CE, la circunstancia de que, cualquier nueva nación procedente de una de las que forman parte de la UE producirá, automáticamente, el cese en la UE, de modo que dejarán de salir beneficiadas por todas las prebendas, ayudas, créditos, ventajas fiscales y cualquier otro favor, como las ayudas de los bancos europeos y el FMI hasta que, previa petición de la nueva nación, y siendo aceptada por todas las naciones integrantes de la UE, pudieran ponerse a la cola de los países que están intentando, desde hace años, poder acceder a esta unión de naciones, conocida como Comunidad Europea.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, se nos hace muy cuesta arriba pensar que Cataluña, con un endeudamiento de 70.000 millones de euros, la mayor parte de ayudas procedentes del Estado español, con la agravante que los bonos que emitió para solucionar sus problemas de financiación están valorados por las agencias de rating como bonos “basura” y que, sólo porque el Estado español los viene avalando, se han librado de que la UE exigiera su inmediata amortización por falta de pago de los intereses correspondientes. Un país que no ha podido pagar a sus proveedores y ha tenido que pedir ayudas a través del FLA para poder atender al pago de farmacias, para cubrir las necesidades de su Seguridad Social y que no puede hacerse cargo de sus propias infraestructuras y sigue reclamando que sea el Estado quien ponga dinero en el famoso “corredor mediterráneo” mientras, por otro lado, anuncia que lo que piensa hacer es separarse de España ¿qué lógica tiene semejante conducta? ¿Podrían de verdad pagar las pensiones de las clases pasivas? Sería conveniente que, antes que tirarse de cabeza al abismo, siguiendo a los sicópatas que los están engañando, los catalanes pensaran detenidamente en las consecuencias de sus actos y antes de tomar la decisión equivocada, mirando lo que está sucediendo en Venezuela y tomando ejemplo y escarmiento de la desgracia ajena.

Lo que sería una utópica Cataluña independiente

“La pasión es una cosa bastante aterradora porque, si tienes pasión, no sabes dónde te llevará” Jiddu Krishnamurti
Miguel Massanet
martes, 1 de agosto de 2017, 10:25 h (CET)
El gran peligro para cualquier pueblo que sienta insatisfacción por alguna causa o que haya sido convenientemente manipulado para que se le haga creer que es víctima de alguna injustica, provocación, desprecio o tomadura de pelo; está en que, a los ciudadanos amantes de sus tradiciones, lenguaje, costumbres locales y demás signos identitarios, les duele profundamente que, en nombre del Estado, se les prive de poder ejercer libremente de todo aquello que estiman que forma parte de su vida y, en consecuencia, no están dispuestos a que se les prive de ello. El “mérito” de quienes han sido capaces de manipular la opinión pública de una parte importante de los catalanes, ha estado en de forma torticera convencer a los catalanes que, el resto de España, ha estado conspirando contra Cataluña para “robarles” su independencia, para privarles de sus riquezas o impedirles el uso del catalán; como ocurrió, por otras causas y basado en otras circunstancias, al término de la Guerra Civil durante la llamada dictadura del general Franco.

Se sabe que, en el levantamiento del 18 de julio de 1936, influyó de una forma importante y decisiva, la situación especialmente delicada en la que se encontraba la región catalana bajo la presidencia del señor Lluis Companys; la inseguridad de las calles en manos de bandas de pistoleros de la CNT, la FAI, de ERC y, cómo no, de los pistoleros de los llamados “sindicatos blancos”, adictos a la patronal y dispuestos , por dinero, a asesinar a aquellos miembros de las izquierdas que se constituyeran en un peligro para los intereses y la misma seguridad personal de los empresarios, en muchas ocasiones blanco de las amenazas de los sindicatos de clase. El propio Salvador Seguí, conocido como “El noi del sucre”, fue una de las víctimas de las batallas callejeras de aquellos tiempos, en los que nadie estaba a salvo de las venganzas y represalias entre los sindicatos obreristas y las patronales de empresarios.

El propio Lluis Companys, en 1934, cuando la “revolución de Asturias”, intentó repetir la hazaña de Maciá, declarando la República independiente de Cataluña, aunque con el matiz de que, se formaría dentro de la República española. Algo así como lo que hoy en día, con otras palabras y hablando de federalismo, el señor Pedro Sánchez, convencido de que ha hallado la piedra filosofal que evitará el choque de Cataluña y España, propone, con su pretensión de constituir una España de tipo federal. Lo que sucede es que la obsesión, evidentemente influida por las decepciones por las que ha tenido que pasar el actual líder de los socialistas españoles, entre ellas tres derrotas seguidas en sendas consultas populares, acompañada de la humillación a la que fue sometido por su partido el PSOE, cuando fue destituido de su cargo para permitir que, en última estancia, el señor Rajoy pudiera ser investido como Presidente del Gobierno, cuando ya parecía que España estaba condenada a volver a acudir a las urnas, ante la ingobernabilidad manifiesta en la que se encontraba el país después de un año de estar sin gobierno.

En todo caso, aunque desde CDC, hoy PDEcat, siempre se quiso dar la sensación, a partir de que los socialistas cayeron en desgracia en Cataluña y los que habían asumido el empeño de buscar la independencia de la comunidad catalana( CDC y ERC) en busca de un país que, según su criterio, iba a ser capaz de mejorar la vida de los catalanes, estar dentro de la UE, siendo una de las naciones emergentes, seguramente haciéndoles la competencia a China y la India y que pronto iba a situarse entre las “más prósperas de Europa”, a la altura de la alemana y la francesa, con un gobierno formado por los “grandes próceres” de la derecha catalana, seguramente pensando en el infumable Artur Mas como presidente y el señor Junqueras como vicepresidente o viceversa.

Las realidad es que, así como se presenta el panorama del independentismo catalán, viendo cómo se están situando en el ambiente político de la comunidad, cualquier esperanza de que, en el hipotético caso, casi imposible, de que tenga lugar o consiguiera el desgaje de Cataluña de España, como no hay nada, en este mundo, categóricamente imposible, si nos atenemos a las leyes de Murphy y si, a pesar de todo, se pudiera llegar a que Cataluña fuera un estado independiente, lo que sí es evidente es que, el 99% de posibilidades sería a favor de un gobierno de izquierdas radicales. Ya en la actualidad pronostican las encuestas que, en el caso de que, como ocurrirá el famoso referendo del 1 de octubre, no se pudiera celebrar porque el Estado lo impidiera y el TC lo declarara inconstitucional; el siguiente paso, necesario e indiscutible, sería, si es que estuvieran dentro de plazo para poderlo hacer, volver a convocar elecciones para la Generalitat, en las que, según se viene anunciando la victoria, por goleada, iba a ser para la ERC del señor Junqueras y, posiblemente, si es que decidiera presentarse renunciando a su cargo de alcaldesa de Barcelona, pudiera ser la señora Colau la segunda en votos seguida, muy probablemente, de la actual PDEcat que sólo pudiera alcanzar un tercer puesto; de modo que su fuerza, en un nuevo Parlamento de Cataluña, quedaría limitada a mero acompañante de las decisiones tomadas por una izquierda, no se sabe si condicionada por los señores de la CUP o no, pero, en todo caso bajo la influencia de Podemos.

¿Y, vistas las perspectivas que se le asignan a una posible Cataluña independiente, cuáles serían las posibilidades de los ciudadanos catalanes? Evidentemente, aparte de hablar en catalán, escribir en catalán, obligar a todos los que vivan en Cataluña a utilizar en catalán, incluso dentro de la familia, y establecer, como baile oficial del nuevo estado, la sardana, asignatura obligatoria en toda escuela de la nueva república. La contestación no puede ser más evidente vista la legislación comunitaria, las manifestaciones de todas las naciones de la UE, relativas a este burdo intento de maquinar la separación de Cataluña de España, y la vigencia para todo el territorio nacional de una Constitución, la de 1978, que obliga a todo el pueblo español, sin distinción del lugar en el que esté ubicado y sin distinción de trato legal, porque todos españoles: catalanes, vascos y mallorquines, así como todo el resto de autonomías, seguimos estando supeditados al imperio de la ley contra la que no se pueden esgrimir particularismos regionales, encuestas locales o pretensiones separatistas, formuladas por quienes no tienen capacidad legal para hacerlo y que, si lo hacen, van a estar sometidos al código penal vigente, el que les puede llegar a proporcionar alojamiento, para una temporada, en las confortables celdas de las prisiones españolas.

¿Y desde el punto de vista económico, sería favorable o no? Evidentemente el que estuvieran fuera del acuerdo de Shengen, daría lugar a que el control de las fronteras sería el mismo que existe para terceras naciones, con las que siguen persistiendo los trámites habituales aduaneros, las tasas y los pagos de impuestos propios de cualquier nación con la que no existan tratados de reciprocidad en estas materias. El sueño de seguir perteneciendo a la UE, algo que de una forma harto temeraria se ocupan de proclamar muchos de estos separatistas, que no conciben una Europa sin Cataluña; no es más que una falsa utopía, porque ya se han encargado de repetir hasta la saciedad las personas que están al frente del Parlamento Europeo y los jefes de las principales naciones de la CE, la circunstancia de que, cualquier nueva nación procedente de una de las que forman parte de la UE producirá, automáticamente, el cese en la UE, de modo que dejarán de salir beneficiadas por todas las prebendas, ayudas, créditos, ventajas fiscales y cualquier otro favor, como las ayudas de los bancos europeos y el FMI hasta que, previa petición de la nueva nación, y siendo aceptada por todas las naciones integrantes de la UE, pudieran ponerse a la cola de los países que están intentando, desde hace años, poder acceder a esta unión de naciones, conocida como Comunidad Europea.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, se nos hace muy cuesta arriba pensar que Cataluña, con un endeudamiento de 70.000 millones de euros, la mayor parte de ayudas procedentes del Estado español, con la agravante que los bonos que emitió para solucionar sus problemas de financiación están valorados por las agencias de rating como bonos “basura” y que, sólo porque el Estado español los viene avalando, se han librado de que la UE exigiera su inmediata amortización por falta de pago de los intereses correspondientes. Un país que no ha podido pagar a sus proveedores y ha tenido que pedir ayudas a través del FLA para poder atender al pago de farmacias, para cubrir las necesidades de su Seguridad Social y que no puede hacerse cargo de sus propias infraestructuras y sigue reclamando que sea el Estado quien ponga dinero en el famoso “corredor mediterráneo” mientras, por otro lado, anuncia que lo que piensa hacer es separarse de España ¿qué lógica tiene semejante conducta? ¿Podrían de verdad pagar las pensiones de las clases pasivas? Sería conveniente que, antes que tirarse de cabeza al abismo, siguiendo a los sicópatas que los están engañando, los catalanes pensaran detenidamente en las consecuencias de sus actos y antes de tomar la decisión equivocada, mirando lo que está sucediendo en Venezuela y tomando ejemplo y escarmiento de la desgracia ajena.

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