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Emma Sullivan, tienes suerte de no ser mi hija. (Peligrosa oración, lo sé: mis hijas estarán de acuerdo)

Modales al cuerno

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WASHINGTON -- .Si fueras hija mía, escribirías la carta de disculpa al Gobernador de Kansas Sam Brownback por el tuiteo grosero e irrespetuoso que escribiste tras encontrarte con el gobernador durante una excursión escolar.

¿Y ese móvil? El móvil con el que posas, mostrando orgullosamente el tuiteo en el que anuncias que el gobernador Brownback "es un petardo" y añades el adorable hashtag #lecantaelpozo. Fuera de cobertura hasta que lo aprendas a utilizar con responsabilidad.

Puede que suene alarmantemente arisca, pero algo va muy mal en el mundo moderno que ha transformado a Sullivan en la improbable famosa de la red y en heroína de la blogosfera de izquierdas. 

Recapitulando, Sullivan, estudiante de último año de 18 años de edad en el Instituto Shawnee Mission East, iba de excursión a Topeka dentro del programa "Jóvenes en el Gobierno" pagado por el centro escolar cuando escuchó hablar al gobernador conservador Republicano.

Sullivan no compartió con Brownback ninguna idea suya, como dice ella, pero hizo saber sus opiniones a través de Twitter: "Acabo de hacer comentarios desagradables al gobernador brownback y le dije que es un petardo, en persona. #lecantaelpozo". Sullivan había opinado anteriormente de cuestiones tan relevantes como la serie "Crepúsculo ("Queridos edward y jacob, es la mejor noche de mi vida. Os quiero. Con cariño, vuestra futura mujer") y de Justin Bieber.

La incursión de Sullivan en el comentario político llamó la atención del gabinete de Brownback, que no iba de nuevas. El director del Instituto Mission East llamó a Sullivan a su oficina y exigió que escribiera una carta de disculpa.

Por supuesto, la oficina del gobernador hizo el tonto al denunciar un tuiteo que nadie había visto. Antes de la polémica, Sullivan tenía como 60 seguidores. Ahora tiene casi 15.000. El lunes, Brownback se echaba atrás como era de esperar. "Mi gabinete reaccionó de forma exagerada a este tuiteo, y por eso me disculpo", decía en una declaración.

Por supuesto, Sullivan tiene un derecho amparado en la Primera Enmienda a expresar sus opiniones -- aunque no es ilimitado. En un caso del año 1969 refrendando el derecho de los estudiantes a llevar bandanas negras para protestar contra la Guerra de Vietnam, el Supremo resolvió que los estudiantes "no dejan sus derechos constitucionales a la libertad de expresión o de manifestación a la entrada del centro" pero que los responsables del centro pueden prohibir la expresión física que "material o sustancialmente altere la labor y la disciplina del centro".

La cuestión jurídica en el aire es dónde está la entrada al centro en la era de internet, mientras los directores escolares se enfrentan a las redes sociales y el acoso escolar a través de la red.

El Tribunal Supremo desestimaba hace poco la demanda de una estudiante de instituto de Connecticut eliminada de los comicios a delegado de la clase después de referirse a los directores del centro en un comentario en un blog como "caraculos". Otro caso que espera la intervención de los jueces implica a dos alumnos de octavo de Pennsylvania expulsados después de crear un perfil falso en Myspace presentando a su director escolar como un adicto al sexo.

Pero el acento en la Primera Enmienda confunde lo que puede estar prohibido a nivel constitucional con lo que habría que hacer. Tanto si el centro puede obligar a Sullivan a disculparse con el gobernador como si no -- los responsables se echaban atrás finalmente -- no estaría fuera de lugar que el director explicara la mala imagen que da la postura y el idioma de ella, en una excursión escolar.

Más a mi favor, como recuerdo constantemente a mis hijas, los padres no tenemos límites constitucionales. La Constitución no reconoce a los adolescentes el derecho fundamental a tener un teléfono móvil ni a utilizar un lenguaje obsceno en él. La norma parental consiste en inculcar valores de respeto a la autoridad -- incluso a las autoridades con las que se discrepa -- y la importancia del discurso público. No consiste en defender a tu hija con independencia de lo que suelte por la boca.

Eso no va con los Sullivan. Después de que el gobernador se quejara, su hermana mayor alertaba a los medios. "Es la forma de hablar hoy. Es más llamativa", decía su madre, Julie Sullivan, a Associated Press. "Educo a mis hijos para que sean independientes, fuertes, librepensadores. Si ella quiere tuitear su opinión del Gobernador Brownback, yo le digo que a por ello y que la respaldo totalmente".

Con refuerzo. "No queremos asfixiar la libertad de expresión política de nuestros chavales", decía en un encuentro de padres de la junta escolar local la tutora Kate Cook. "Incluso si puede no ser la mejor elección de palabras, así es como los chavales se comunican entre sí".

Hasta que los padres insistimos en que ese lenguaje no es aceptable, explicamos que es posible mantener diferencias de forma educada -- e insistimos en una disculpa cuando nuestros hijos no dan la talla.

"Lo volvería a hacer", decía Emma Sullivan, reforzada en lugar de castigada. Por decirlo en su idioma, eso es de petardas.

 

© 2011, The Washington Post Writers Group

Modales al cuerno

Emma Sullivan, tienes suerte de no ser mi hija. (Peligrosa oración, lo sé: mis hijas estarán de acuerdo)
Ruth Marcus
viernes, 2 de diciembre de 2011, 08:10 h (CET)

WASHINGTON -- .Si fueras hija mía, escribirías la carta de disculpa al Gobernador de Kansas Sam Brownback por el tuiteo grosero e irrespetuoso que escribiste tras encontrarte con el gobernador durante una excursión escolar.

¿Y ese móvil? El móvil con el que posas, mostrando orgullosamente el tuiteo en el que anuncias que el gobernador Brownback "es un petardo" y añades el adorable hashtag #lecantaelpozo. Fuera de cobertura hasta que lo aprendas a utilizar con responsabilidad.

Puede que suene alarmantemente arisca, pero algo va muy mal en el mundo moderno que ha transformado a Sullivan en la improbable famosa de la red y en heroína de la blogosfera de izquierdas. 

Recapitulando, Sullivan, estudiante de último año de 18 años de edad en el Instituto Shawnee Mission East, iba de excursión a Topeka dentro del programa "Jóvenes en el Gobierno" pagado por el centro escolar cuando escuchó hablar al gobernador conservador Republicano.

Sullivan no compartió con Brownback ninguna idea suya, como dice ella, pero hizo saber sus opiniones a través de Twitter: "Acabo de hacer comentarios desagradables al gobernador brownback y le dije que es un petardo, en persona. #lecantaelpozo". Sullivan había opinado anteriormente de cuestiones tan relevantes como la serie "Crepúsculo ("Queridos edward y jacob, es la mejor noche de mi vida. Os quiero. Con cariño, vuestra futura mujer") y de Justin Bieber.

La incursión de Sullivan en el comentario político llamó la atención del gabinete de Brownback, que no iba de nuevas. El director del Instituto Mission East llamó a Sullivan a su oficina y exigió que escribiera una carta de disculpa.

Por supuesto, la oficina del gobernador hizo el tonto al denunciar un tuiteo que nadie había visto. Antes de la polémica, Sullivan tenía como 60 seguidores. Ahora tiene casi 15.000. El lunes, Brownback se echaba atrás como era de esperar. "Mi gabinete reaccionó de forma exagerada a este tuiteo, y por eso me disculpo", decía en una declaración.

Por supuesto, Sullivan tiene un derecho amparado en la Primera Enmienda a expresar sus opiniones -- aunque no es ilimitado. En un caso del año 1969 refrendando el derecho de los estudiantes a llevar bandanas negras para protestar contra la Guerra de Vietnam, el Supremo resolvió que los estudiantes "no dejan sus derechos constitucionales a la libertad de expresión o de manifestación a la entrada del centro" pero que los responsables del centro pueden prohibir la expresión física que "material o sustancialmente altere la labor y la disciplina del centro".

La cuestión jurídica en el aire es dónde está la entrada al centro en la era de internet, mientras los directores escolares se enfrentan a las redes sociales y el acoso escolar a través de la red.

El Tribunal Supremo desestimaba hace poco la demanda de una estudiante de instituto de Connecticut eliminada de los comicios a delegado de la clase después de referirse a los directores del centro en un comentario en un blog como "caraculos". Otro caso que espera la intervención de los jueces implica a dos alumnos de octavo de Pennsylvania expulsados después de crear un perfil falso en Myspace presentando a su director escolar como un adicto al sexo.

Pero el acento en la Primera Enmienda confunde lo que puede estar prohibido a nivel constitucional con lo que habría que hacer. Tanto si el centro puede obligar a Sullivan a disculparse con el gobernador como si no -- los responsables se echaban atrás finalmente -- no estaría fuera de lugar que el director explicara la mala imagen que da la postura y el idioma de ella, en una excursión escolar.

Más a mi favor, como recuerdo constantemente a mis hijas, los padres no tenemos límites constitucionales. La Constitución no reconoce a los adolescentes el derecho fundamental a tener un teléfono móvil ni a utilizar un lenguaje obsceno en él. La norma parental consiste en inculcar valores de respeto a la autoridad -- incluso a las autoridades con las que se discrepa -- y la importancia del discurso público. No consiste en defender a tu hija con independencia de lo que suelte por la boca.

Eso no va con los Sullivan. Después de que el gobernador se quejara, su hermana mayor alertaba a los medios. "Es la forma de hablar hoy. Es más llamativa", decía su madre, Julie Sullivan, a Associated Press. "Educo a mis hijos para que sean independientes, fuertes, librepensadores. Si ella quiere tuitear su opinión del Gobernador Brownback, yo le digo que a por ello y que la respaldo totalmente".

Con refuerzo. "No queremos asfixiar la libertad de expresión política de nuestros chavales", decía en un encuentro de padres de la junta escolar local la tutora Kate Cook. "Incluso si puede no ser la mejor elección de palabras, así es como los chavales se comunican entre sí".

Hasta que los padres insistimos en que ese lenguaje no es aceptable, explicamos que es posible mantener diferencias de forma educada -- e insistimos en una disculpa cuando nuestros hijos no dan la talla.

"Lo volvería a hacer", decía Emma Sullivan, reforzada en lugar de castigada. Por decirlo en su idioma, eso es de petardas.

 

© 2011, The Washington Post Writers Group

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