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No parece que la actual ejecutiva nacional de Ferraz esté dispuesta a “levantar las alfombras”

El PSOE, entre la reforma y la continuidad

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Ante la doble derrota electoral, autonómica-local y estatal, con descensos históricos, el PSOE se tiene que plantear necesariamente ¿qué es lo que ha sucedido, para que las urnas le hayan castigado de forma tan decisiva?, pues en ambos procesos electorales ha perdido importantes cuotas de poder territorial y también el gobierno de la Nación. Lo que ocurre es que cuando uno “abre ese melón” ha de estar dispuesto a hacer los cambios precisos para volver a reflotar la nave hundida.

Pero, a tenor de cómo se están desarrollando los acontecimientos, no parece que la actual ejecutiva nacional de Ferraz esté dispuesta a “levantar las alfombras” y desee llegar a las últimas causas del desencuentro entre el partido y el electorado, que en otro tiempo le otorgó su confianza, y sin embargo, se ha sentido defraudado, especialmente después de la gobernación de Zapatero en esta última legislatura, en que la mala gestión de la crisis económica ha llevado a conseguir la cifra record de los casi cinco millones de parados, que no tiene apenas parangón en el entorno de los países de la UE. Y eso, precisamente desde un gobierno que pertenece a un partido apellidado de obrero.

Lo que ha trascendido de la Ejecutiva de este sábado en Ferraz, no parece que haya apuntado a razones últimas, sino a seguir una terapia epidérmica, que lo aplaza todo al Congreso anunciado en febrero, en el que las distintas facciones ya prepararán el terreno de batalla –si ven posibilidades de victoria-, o por el contrario de un pacto que culminaría en un “nuevo abrazo de Vergara”, que sólo aplazará la crisis interna que ya viene padeciendo el PSOE, en el que la sucesión de Felipe González se cerró en falso –en la lucha entre guerristas y supuestos reformistas- dando como resultado el nombramiento –por “reducción al absurdo”- de Rodríguez Zapatero, que finalmente ha acabado pasándonos factura a todos, socialistas y no socialistas, por una gobernación insustancial, frívola, entregada a un pseudoprogresismo, y escasamente social, que nos ha llevado al abismo. También a su partido.

Con todo, el PSOE si quiere retomar el rumbo de un partido socialdemócrata, habrá de hacer bien sus deberes de regeneración interna. Sus militantes habrán de exigir que el “aparato” esté al servicio del partido, no de la facción dominante, y propiciar un Congreso abierto, libre; propiciando la mayor participación posible, facilitando la concurrencia de candidaturas a los órganos rectores, promoviendo la participación de toda la militancia con su voto, sus discursos internos, sus reflexiones políticas, sus debates, que conecten de nuevo con la sociedad, abriendo las puertas del partido, de su discurso, de su programa, poniéndose al servicio de la ciudadanía, escuchándola de verdad, poniéndole límites a los mandatos, promoviendo elecciones primarias para los cargos públicos, promoviendo la figura de diputado y concejal de distrito, al servicio de los ciudadanos, programando despacho público con la ciudadanía, etc.

En la medida que se abra al pueblo, de verdad, se alejarán los intereses de facciones internas, de barones –que han sido la perdición antidemocrática de los partidos-, y de esa manera se podrá empezar a trabajar por la sociedad de forma desinteresada, lo que representará de nuevo un mensaje claro, limpio, directo, que conectará otra vez con las clases medias y trabajadoras del país, al que previsiblemente debe dirigirse su proyecto político.

Pero para ello, habrán de recurrir a una nueva generación de militantes, pues la Era de Felipe y la de Zapatero, ya están quemadas. Es la hora de la renovación auténtica, de igual forma que Felipe, Guerra y compañía asumieron la reforma de Suresnes, y el PP asumió la reforma de Aznar, que liquidó a todas las “viejas glorias” franquistas de la transición, unió el partido, y le dio tintes de derecha moderna europea; el PSOE requiere otra reforma profunda en esa línea, que supone también el necesario cambio generacional, que lo haga realmente creíble ante la ciudadanía especialmente ante sus votantes. Profundizando en programas políticos socialdemócratas, con personal compromiso político de sus defensores, que no deben aparecer como profesionales de la política, sino como coyunturales servidores de la ciudadanía a la que pretenden representar con un eficaz programa de acción política de izquierdas y centro izquierda.

En cualquier caso, la palabra la tienen los militantes del PSOE, si se acaban de imponer ante la maquinaria de poder que lleva manteniendo un “statu quo” más de tres décadas, que los electores ya rechazan.

El PSOE, entre la reforma y la continuidad

No parece que la actual ejecutiva nacional de Ferraz esté dispuesta a “levantar las alfombras”
Domingo Delgado
martes, 29 de noviembre de 2011, 08:05 h (CET)

Ante la doble derrota electoral, autonómica-local y estatal, con descensos históricos, el PSOE se tiene que plantear necesariamente ¿qué es lo que ha sucedido, para que las urnas le hayan castigado de forma tan decisiva?, pues en ambos procesos electorales ha perdido importantes cuotas de poder territorial y también el gobierno de la Nación. Lo que ocurre es que cuando uno “abre ese melón” ha de estar dispuesto a hacer los cambios precisos para volver a reflotar la nave hundida.

Pero, a tenor de cómo se están desarrollando los acontecimientos, no parece que la actual ejecutiva nacional de Ferraz esté dispuesta a “levantar las alfombras” y desee llegar a las últimas causas del desencuentro entre el partido y el electorado, que en otro tiempo le otorgó su confianza, y sin embargo, se ha sentido defraudado, especialmente después de la gobernación de Zapatero en esta última legislatura, en que la mala gestión de la crisis económica ha llevado a conseguir la cifra record de los casi cinco millones de parados, que no tiene apenas parangón en el entorno de los países de la UE. Y eso, precisamente desde un gobierno que pertenece a un partido apellidado de obrero.

Lo que ha trascendido de la Ejecutiva de este sábado en Ferraz, no parece que haya apuntado a razones últimas, sino a seguir una terapia epidérmica, que lo aplaza todo al Congreso anunciado en febrero, en el que las distintas facciones ya prepararán el terreno de batalla –si ven posibilidades de victoria-, o por el contrario de un pacto que culminaría en un “nuevo abrazo de Vergara”, que sólo aplazará la crisis interna que ya viene padeciendo el PSOE, en el que la sucesión de Felipe González se cerró en falso –en la lucha entre guerristas y supuestos reformistas- dando como resultado el nombramiento –por “reducción al absurdo”- de Rodríguez Zapatero, que finalmente ha acabado pasándonos factura a todos, socialistas y no socialistas, por una gobernación insustancial, frívola, entregada a un pseudoprogresismo, y escasamente social, que nos ha llevado al abismo. También a su partido.

Con todo, el PSOE si quiere retomar el rumbo de un partido socialdemócrata, habrá de hacer bien sus deberes de regeneración interna. Sus militantes habrán de exigir que el “aparato” esté al servicio del partido, no de la facción dominante, y propiciar un Congreso abierto, libre; propiciando la mayor participación posible, facilitando la concurrencia de candidaturas a los órganos rectores, promoviendo la participación de toda la militancia con su voto, sus discursos internos, sus reflexiones políticas, sus debates, que conecten de nuevo con la sociedad, abriendo las puertas del partido, de su discurso, de su programa, poniéndose al servicio de la ciudadanía, escuchándola de verdad, poniéndole límites a los mandatos, promoviendo elecciones primarias para los cargos públicos, promoviendo la figura de diputado y concejal de distrito, al servicio de los ciudadanos, programando despacho público con la ciudadanía, etc.

En la medida que se abra al pueblo, de verdad, se alejarán los intereses de facciones internas, de barones –que han sido la perdición antidemocrática de los partidos-, y de esa manera se podrá empezar a trabajar por la sociedad de forma desinteresada, lo que representará de nuevo un mensaje claro, limpio, directo, que conectará otra vez con las clases medias y trabajadoras del país, al que previsiblemente debe dirigirse su proyecto político.

Pero para ello, habrán de recurrir a una nueva generación de militantes, pues la Era de Felipe y la de Zapatero, ya están quemadas. Es la hora de la renovación auténtica, de igual forma que Felipe, Guerra y compañía asumieron la reforma de Suresnes, y el PP asumió la reforma de Aznar, que liquidó a todas las “viejas glorias” franquistas de la transición, unió el partido, y le dio tintes de derecha moderna europea; el PSOE requiere otra reforma profunda en esa línea, que supone también el necesario cambio generacional, que lo haga realmente creíble ante la ciudadanía especialmente ante sus votantes. Profundizando en programas políticos socialdemócratas, con personal compromiso político de sus defensores, que no deben aparecer como profesionales de la política, sino como coyunturales servidores de la ciudadanía a la que pretenden representar con un eficaz programa de acción política de izquierdas y centro izquierda.

En cualquier caso, la palabra la tienen los militantes del PSOE, si se acaban de imponer ante la maquinaria de poder que lleva manteniendo un “statu quo” más de tres décadas, que los electores ya rechazan.

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