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Mientras miles de cariotas claman a gritos el fin de la desmilitarización del poder egipcio y la transición pacífica a la democracia civil; en Ferraz se empuñan los sables socialistas para liderar las consecuencias amargas de su derrota.
La pugna por el cambio entre la insurgencia egipcia y la militancia descontenta del PSOE abren los paralelismos que unen sendos anhelos civiles para regenerar el orden en las grietas institucionales de tales fenómenos sociales.
Después de siete horas de Comité Federal se abre el periodo regeneracionista del discurso socialdemócrata para demoler el tallo endémico de la rosa y sembrar con nuevas semillas la savia futura de la flor socialista.
La pérdida de conciencia de clase, que tanto defendió Marx, ha sido la principal causante del rodillo azul de la derecha en la idiosincrasia roja de España. La derechización de la clase media, aunque no le guste reconocerlo al señor Rubalcaba ha sido la premisa principal que ha arrojado los peores resultados de la historia al proyecto fracasado de Zapatero. Las bases ideológicas de la derecha, basadas en la ética utilitarista de Jeremy Bentham y Stuart Mill han sido absorbidas por el votante de izquierdas. El interés general como sinónimo de la ética kantiana de la izquierda ha sido sustituido por el interés individual del neoliberalismo actual. El “giro a la izquierda” de ZP allá por mayo del 2010 fue el veneno propicio que rompió los cimientos ideológicos del voto y abrió la brecha entre una “clase para sí” y una “clase en sí”.
Esta ruptura del interés cívico ha dado paso al individualismo de la izquierda como piedra angular de la derechización, que decíamos atrás.
El retorno del voto rojo evaporado se conseguirá mediante una mezcla entre el futuro líder socialista y la praxis política de la derecha. Las recetas neoliberales de Mariano, o dicho de otro modo, la salida de la crisis por la puerta del gasto social al estilo de Aguirre, Cospedal y Artur Mas provocará en la victoria de Rajoy, “comida para hoy y hambre para mañana” en su nuevo aposento de la Moncloa. Por su parte, la centralización de las políticas del Partido Popular y la mirada hacia sus nuevos votantes de la izquierda provocará “sine quan nom” una úlcera sangrante en las filas socialistas.
El nuevo líder de la “rosa” deberá ser elegido bajo la moraleja del mensaje electoral de la derrota, dicho en otros términos, la militancia ha dicho NO al continuismo del zapaterismo. Ante esta lección pragmática y de sentido común, es conveniente no volver a pisar el barro del pasado y elegir la vía rupturista para evitar los golpes sucesivos del movimiento pendular de la historia. Dicho esto, el interés de partido debe estar por encima de las ambiciones personales de poder de aquellos que tienen el estigma clavado de “exministros de ZP”, tales como, Rubalcaba y Chacón. La elección democrática del nuevo líder no debe estar basada en la edad biológica del candidato sino por su identidad con los diferentes ciclos de su partido.
La regeneración del PSOE dependerá de la vía rupturista de su nuevo liderazgo y los guiños a la izquierda que haga el hombre gris de la Moncloa. Ambas variables contribuirán para que el “proletariado contemporáneo” tome conciencia de clase y, el interés general como paradigma de los cimientos éticos progresistas retorne en un horizonte próximo, a las urnas de la izquierda.
Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.
Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.
El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.
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