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“Sabremos que nuestro programa de desinformación se ha completado cuando todo lo que crea el ciudadano estadounidense sea falso” William Cassey, director de la Cia

Demócratas, grupos políticos republicanos y Club Bilderberg contra Trump

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Es evidente que la llegada de Donald Trump al poder ha llegado acompañada de una avalancha de críticas procedentes de sus adversarios políticos, los Clinton, y todos los demócratas que los apoyaron, los resentidos y críticos de su propio partido, los republicanos y, algo que parece ser que ha pasado por alto a los informadores o, acaso, que han preferido no dar a conocer, aunque la evidencia de lo que ha sucedido en el seno de la organización de carácter masónico del conocido Club de Bilderberg, debiera de haber sido sobradamente conocida por quienes presumen de estar al corriente de todas las noticias importantes que se producen en el ámbito político, social y económico del mundo.

El Club de Bilderberg es una organización muy poderosa, que se reúne periódicamente en un lugar del mundo donde asisten personalidades de gran relieve en todos los ámbitos donde se mueven los hilos económicos, financieros, políticos, laborales y sociales de las economías mundiales; de modo que, desde su sedes, analizan pormenorizadamente todos los acontecimientos importantes que han tenido lugar desde la última reunión a la que asistieron; tomando las decisiones que estimen pertinentes para encauzar, en la dirección que les interesa, las decisiones capaces de modificar las tendencias que afectan al ámbito global de los factores que vienen influyendo en el desarrollo, situación social, perspectivas económicas, seguridad jurídica, paz interior y posibilidades de influir sobre aquellas naciones en las que tienen potestad para manejar, a su antojo y con efectividad, los resortes precisos para influir en los respectivos gobiernos, sindicatos, grupos políticos y lobbies económicos, a fin de que se produzcan aquellos cambios que puedan favorecer sus propios intereses.

Es evidente que, al señor Trump, sus adversarios, que son muchos y algunos poderosos; sorprendidos por una victoria electoral que nadie pensaba que se produjera; desde que salió elegido presidente de los EE.UU de América, no han dejado de intentar buscarle, por medios lícitos e ilícitos, todos aquellos errores, antecedentes, relaciones, decisiones, compañías, currículums de sus colaboradores o intentos de aplicar aquellas políticas que llevaba en su programa electoral y que, no obstante, por la deslealtad de algunos republicanos que se han rebelado contra él, por la evidente ojeriza de algunos jueces que han hecho todo lo posible para poner piedras en su camino y por la incesante propaganda de la prensa ofendida porque, el dignatario, no se ha querido plegar al domino que han venido ejerciendo sobre todos los presidentes de los EE.UU; los grandes lobbies informativos constituidos, como está sucediendo en España a escala menor, en censores de todos aquellos actos o decisiones presidenciales que no se ajusten a su línea política; han conseguido retrasar todos aquellos proyectos que el nuevo presidente había prometido llevar a cabo, actuando en todos los frentes político, jurídico y social, mediante los cuales han conseguido paralizar una parte importante del programa de gobierno del actual presidente del país americano.

Ni que decir tiene que los demócratas, encabezados por la señora Hilary Clinton, la principal afectada por la abultada derrota que sufrió por parte de Donald Trump; que después de un periodo para reponerse de su fracaso, vuelve a la batalla utilizando todas las artes sucias en las que es especialista para intentar, valiéndose de todos los trucos y malas artes para desacreditar a su adversario político y con el apoyo de una parte importante de la prensa americana y las cadenas televisivas, con la excepción de la Fox, y el apoyo subterráneo de la masonería que está viendo en este presidente populista, que va por libre y que dice cosas políticamente incorrectas, pero que calan en una parte importante del pueblo norteamericano que, por raro que parezca y, a pesar de que sus adversarios han conseguido que su popularidad haya caído en las cotas más bajas desde que subió a la presidencia; sin embargo, siga conservando el suelo electoral que le permitió hacerse con la presidencia del país. ¿Cómo se explica esta aparente anomalía? Sencillamente porque sus fans, las personas que lo votaron, los que no estaban conformes con el gobierno de los demócratas del señor Obama, los decepcionados porque les prometió el oro y el moro y luego no cumplió lo prometido., son conscientes del círculo sanitario que se ha formado alrededor del presidente, lo que le impide cumplir con los objetivos de su programa.

Obama se presentó ante las minoría étnicas como su valedor y ante la población negra como su emancipador y, no obstante, ha fracaso en todo, incluso en su promesa principal, la de una sanidad pública para todos los americanos lo que, aunque a nosotros –acostumbrados a gobiernos protectores, a recibir subvenciones que, como se viene demostrando, en el caso de las pensiones, nuestra economía no puede soportar y que sólo es cuestión de tiempo el que, el actual sistema de Seguridad Social y pensiones, deba sufrir una radical modificación, en la que va a tener mucha fuerza la necesidad de que, el futuro de los trabajadores se lo vayan creando ellos mismos, acudiendo a los seguros de jubilación o vida que las mutuas privadas puedan proporcionarles, quedando la ayuda estatal reducida a un mínimo simbólico – pueda resultarnos extraño, en el caso de los EE.UU es evidente que representa un cambio extraordinariamente costoso y que no es aceptado por todos los ciudadanos. Como ciudadanos de a pie y ateniéndonos a la forma en la que la izquierda de nuestro país, especialmente el grupo Podemos, está tratando al señor Trump con desprecio, evidente inquina y falta de objetividad, algo que comparte con prácticamente toda la prensa española que, como suele hacer siempre, se ve con ánimo y capacitada para juzgar a aquellos que no comparten su ideología, pero son incapaces de dar soluciones a los problemas internos de nuestro país, dando muestras, en muchas ocasiones, de una falta de objetividad que sólo se puede justificar, como ocurre en el caso de La Vanguardia catalana que, a pesar de que su dueño, el conde de Godó es un “grande” de España, no duda en dejarse arrastrar ( por cuestión crematística especialmente) por su miedo a perder las mamandurrias que consigue de la Generalitat, que le recompensan largamente de sus artículos, que algunos de sus columnistas publican en el periódico, en defensa de la sedición ( señora Rahola, señor Cuní, etc.).

Resulta paradójico que el señor Donald Trump haya sido tachado, por sus enemigos, de ser comunista, de ser masón (cuando precisamente son los masones los que más duramente se han enfrentado a él) de ser un incapaz, de tener la obsesión con la inmigración, cuando el principal defensor de la valla de separación en la frontera con Méjico fue el señor Obama, que fue quien inició la construcción de la primera parte de dicha construcción. También fue en tiempos de Obama cuando más deportaciones de inmigrantes tuvieron lugar, sin que los americanos se mostraran indignados, como ocurre ahora con Trump, con Obama por haber tomado dicha medida de proteccionismo contra los latinos. Resulta curioso que, para los del club Bilderberg los dos asuntos que más les preocuparon en su última reunión en Dresde, Alemania, fue el parar el Brexit de los ingleses y evitar el triunfo de Donald Trump en la campaña para la presidencia americana. Como es evidente, en ambos casos fracasaron, lo que no quiere decir que, como queda patente no hayan continuado esforzándose para evitar que, aquel fracaso, tenga continuidad en el tiempo, sin preocuparles si a los americanos que votaron a Trump, una mayoría evidentemente, les parece bien que al nuevo presidente, los demócratas y algunos republicanos que no han acabado de asimilar que a una parte del pueblo americano les han dejado de gustar parte de sus políticas, siguen sin aceptar la evidente corrupción interna que ha ido menguando la confianza de sus electores en los demócratas, causándoles su fracaso en los pasados comicios legislativos.

O así es como, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la sensación de que hemos entrado en una época en la que vuelve a intentarse, por determinadas fuerzas interesadas, vayan ustedes a saber por qué motivos, en crear de nuevo un ambiente tirante, empezando por las amenazas aterrorizantes de Kim-Jong- Un de Corea del Norte; los ataques terroristas de Daesh; la guerra sorda de Yemen; la reciente imposición de la dictadura islamista de Erdogán en Turquía; la inseguridad europea ante la aparente falta de capacidad de actuación de una OTAN, a la que los americanos han advertido de que tienen que valerse por si mismos ante las posibles agresiones que pudieran venirles desde los países del Este o la amenaza de Rusia, en el caso que decidiera avanzar más en Ucrania o contestar a las sanciones de Europa, cerrando el grifo del gas y del petróleo del que dependen los países de Europa del norte, especialmente Alemania. En otros tiempos alguien hubiera podido pensar que, la amenaza de una tercera contienda mundial, empezaba a cernirse por un horizonte no muy lejano.

Demócratas, grupos políticos republicanos y Club Bilderberg contra Trump

“Sabremos que nuestro programa de desinformación se ha completado cuando todo lo que crea el ciudadano estadounidense sea falso” William Cassey, director de la Cia
Miguel Massanet
viernes, 21 de julio de 2017, 09:28 h (CET)
Es evidente que la llegada de Donald Trump al poder ha llegado acompañada de una avalancha de críticas procedentes de sus adversarios políticos, los Clinton, y todos los demócratas que los apoyaron, los resentidos y críticos de su propio partido, los republicanos y, algo que parece ser que ha pasado por alto a los informadores o, acaso, que han preferido no dar a conocer, aunque la evidencia de lo que ha sucedido en el seno de la organización de carácter masónico del conocido Club de Bilderberg, debiera de haber sido sobradamente conocida por quienes presumen de estar al corriente de todas las noticias importantes que se producen en el ámbito político, social y económico del mundo.

El Club de Bilderberg es una organización muy poderosa, que se reúne periódicamente en un lugar del mundo donde asisten personalidades de gran relieve en todos los ámbitos donde se mueven los hilos económicos, financieros, políticos, laborales y sociales de las economías mundiales; de modo que, desde su sedes, analizan pormenorizadamente todos los acontecimientos importantes que han tenido lugar desde la última reunión a la que asistieron; tomando las decisiones que estimen pertinentes para encauzar, en la dirección que les interesa, las decisiones capaces de modificar las tendencias que afectan al ámbito global de los factores que vienen influyendo en el desarrollo, situación social, perspectivas económicas, seguridad jurídica, paz interior y posibilidades de influir sobre aquellas naciones en las que tienen potestad para manejar, a su antojo y con efectividad, los resortes precisos para influir en los respectivos gobiernos, sindicatos, grupos políticos y lobbies económicos, a fin de que se produzcan aquellos cambios que puedan favorecer sus propios intereses.

Es evidente que, al señor Trump, sus adversarios, que son muchos y algunos poderosos; sorprendidos por una victoria electoral que nadie pensaba que se produjera; desde que salió elegido presidente de los EE.UU de América, no han dejado de intentar buscarle, por medios lícitos e ilícitos, todos aquellos errores, antecedentes, relaciones, decisiones, compañías, currículums de sus colaboradores o intentos de aplicar aquellas políticas que llevaba en su programa electoral y que, no obstante, por la deslealtad de algunos republicanos que se han rebelado contra él, por la evidente ojeriza de algunos jueces que han hecho todo lo posible para poner piedras en su camino y por la incesante propaganda de la prensa ofendida porque, el dignatario, no se ha querido plegar al domino que han venido ejerciendo sobre todos los presidentes de los EE.UU; los grandes lobbies informativos constituidos, como está sucediendo en España a escala menor, en censores de todos aquellos actos o decisiones presidenciales que no se ajusten a su línea política; han conseguido retrasar todos aquellos proyectos que el nuevo presidente había prometido llevar a cabo, actuando en todos los frentes político, jurídico y social, mediante los cuales han conseguido paralizar una parte importante del programa de gobierno del actual presidente del país americano.

Ni que decir tiene que los demócratas, encabezados por la señora Hilary Clinton, la principal afectada por la abultada derrota que sufrió por parte de Donald Trump; que después de un periodo para reponerse de su fracaso, vuelve a la batalla utilizando todas las artes sucias en las que es especialista para intentar, valiéndose de todos los trucos y malas artes para desacreditar a su adversario político y con el apoyo de una parte importante de la prensa americana y las cadenas televisivas, con la excepción de la Fox, y el apoyo subterráneo de la masonería que está viendo en este presidente populista, que va por libre y que dice cosas políticamente incorrectas, pero que calan en una parte importante del pueblo norteamericano que, por raro que parezca y, a pesar de que sus adversarios han conseguido que su popularidad haya caído en las cotas más bajas desde que subió a la presidencia; sin embargo, siga conservando el suelo electoral que le permitió hacerse con la presidencia del país. ¿Cómo se explica esta aparente anomalía? Sencillamente porque sus fans, las personas que lo votaron, los que no estaban conformes con el gobierno de los demócratas del señor Obama, los decepcionados porque les prometió el oro y el moro y luego no cumplió lo prometido., son conscientes del círculo sanitario que se ha formado alrededor del presidente, lo que le impide cumplir con los objetivos de su programa.

Obama se presentó ante las minoría étnicas como su valedor y ante la población negra como su emancipador y, no obstante, ha fracaso en todo, incluso en su promesa principal, la de una sanidad pública para todos los americanos lo que, aunque a nosotros –acostumbrados a gobiernos protectores, a recibir subvenciones que, como se viene demostrando, en el caso de las pensiones, nuestra economía no puede soportar y que sólo es cuestión de tiempo el que, el actual sistema de Seguridad Social y pensiones, deba sufrir una radical modificación, en la que va a tener mucha fuerza la necesidad de que, el futuro de los trabajadores se lo vayan creando ellos mismos, acudiendo a los seguros de jubilación o vida que las mutuas privadas puedan proporcionarles, quedando la ayuda estatal reducida a un mínimo simbólico – pueda resultarnos extraño, en el caso de los EE.UU es evidente que representa un cambio extraordinariamente costoso y que no es aceptado por todos los ciudadanos. Como ciudadanos de a pie y ateniéndonos a la forma en la que la izquierda de nuestro país, especialmente el grupo Podemos, está tratando al señor Trump con desprecio, evidente inquina y falta de objetividad, algo que comparte con prácticamente toda la prensa española que, como suele hacer siempre, se ve con ánimo y capacitada para juzgar a aquellos que no comparten su ideología, pero son incapaces de dar soluciones a los problemas internos de nuestro país, dando muestras, en muchas ocasiones, de una falta de objetividad que sólo se puede justificar, como ocurre en el caso de La Vanguardia catalana que, a pesar de que su dueño, el conde de Godó es un “grande” de España, no duda en dejarse arrastrar ( por cuestión crematística especialmente) por su miedo a perder las mamandurrias que consigue de la Generalitat, que le recompensan largamente de sus artículos, que algunos de sus columnistas publican en el periódico, en defensa de la sedición ( señora Rahola, señor Cuní, etc.).

Resulta paradójico que el señor Donald Trump haya sido tachado, por sus enemigos, de ser comunista, de ser masón (cuando precisamente son los masones los que más duramente se han enfrentado a él) de ser un incapaz, de tener la obsesión con la inmigración, cuando el principal defensor de la valla de separación en la frontera con Méjico fue el señor Obama, que fue quien inició la construcción de la primera parte de dicha construcción. También fue en tiempos de Obama cuando más deportaciones de inmigrantes tuvieron lugar, sin que los americanos se mostraran indignados, como ocurre ahora con Trump, con Obama por haber tomado dicha medida de proteccionismo contra los latinos. Resulta curioso que, para los del club Bilderberg los dos asuntos que más les preocuparon en su última reunión en Dresde, Alemania, fue el parar el Brexit de los ingleses y evitar el triunfo de Donald Trump en la campaña para la presidencia americana. Como es evidente, en ambos casos fracasaron, lo que no quiere decir que, como queda patente no hayan continuado esforzándose para evitar que, aquel fracaso, tenga continuidad en el tiempo, sin preocuparles si a los americanos que votaron a Trump, una mayoría evidentemente, les parece bien que al nuevo presidente, los demócratas y algunos republicanos que no han acabado de asimilar que a una parte del pueblo americano les han dejado de gustar parte de sus políticas, siguen sin aceptar la evidente corrupción interna que ha ido menguando la confianza de sus electores en los demócratas, causándoles su fracaso en los pasados comicios legislativos.

O así es como, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la sensación de que hemos entrado en una época en la que vuelve a intentarse, por determinadas fuerzas interesadas, vayan ustedes a saber por qué motivos, en crear de nuevo un ambiente tirante, empezando por las amenazas aterrorizantes de Kim-Jong- Un de Corea del Norte; los ataques terroristas de Daesh; la guerra sorda de Yemen; la reciente imposición de la dictadura islamista de Erdogán en Turquía; la inseguridad europea ante la aparente falta de capacidad de actuación de una OTAN, a la que los americanos han advertido de que tienen que valerse por si mismos ante las posibles agresiones que pudieran venirles desde los países del Este o la amenaza de Rusia, en el caso que decidiera avanzar más en Ucrania o contestar a las sanciones de Europa, cerrando el grifo del gas y del petróleo del que dependen los países de Europa del norte, especialmente Alemania. En otros tiempos alguien hubiera podido pensar que, la amenaza de una tercera contienda mundial, empezaba a cernirse por un horizonte no muy lejano.

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