Es evidente que la llegada de Donald Trump al poder ha llegado acompañada de una avalancha de críticas
procedentes de sus adversarios políticos, los Clinton, y todos los demócratas que los apoyaron, los resentidos
y críticos de su propio partido, los republicanos y, algo que parece ser que ha pasado por alto a los
informadores o, acaso, que han preferido no dar a conocer, aunque la evidencia de lo que ha sucedido en el
seno de la organización de carácter masónico del conocido Club de Bilderberg, debiera de haber sido
sobradamente conocida por quienes presumen de estar al corriente de todas las noticias importantes que se
producen en el ámbito político, social y económico del mundo.
El Club de Bilderberg es una organización muy poderosa, que se reúne periódicamente en un lugar del
mundo donde asisten personalidades de gran relieve en todos los ámbitos donde se mueven los hilos
económicos, financieros, políticos, laborales y sociales de las economías mundiales; de modo que, desde su
sedes, analizan pormenorizadamente todos los acontecimientos importantes que han tenido lugar desde la
última reunión a la que asistieron; tomando las decisiones que estimen pertinentes para encauzar, en la
dirección que les interesa, las decisiones capaces de modificar las tendencias que afectan al ámbito global de
los factores que vienen influyendo en el desarrollo, situación social, perspectivas económicas, seguridad
jurídica, paz interior y posibilidades de influir sobre aquellas naciones en las que tienen potestad para
manejar, a su antojo y con efectividad, los resortes precisos para influir en los respectivos gobiernos,
sindicatos, grupos políticos y lobbies económicos, a fin de que se produzcan aquellos cambios que puedan
favorecer sus propios intereses.
Es evidente que, al señor Trump, sus adversarios, que son muchos y algunos poderosos; sorprendidos por
una victoria electoral que nadie pensaba que se produjera; desde que salió elegido presidente de los EE.UU
de América, no han dejado de intentar buscarle, por medios lícitos e ilícitos, todos aquellos errores,
antecedentes, relaciones, decisiones, compañías, currículums de sus colaboradores o intentos de aplicar
aquellas políticas que llevaba en su programa electoral y que, no obstante, por la deslealtad de algunos
republicanos que se han rebelado contra él, por la evidente ojeriza de algunos jueces que han hecho todo lo
posible para poner piedras en su camino y por la incesante propaganda de la prensa ofendida porque, el
dignatario, no se ha querido plegar al domino que han venido ejerciendo sobre todos los presidentes de los
EE.UU; los grandes lobbies informativos constituidos, como está sucediendo en España a escala menor, en
censores de todos aquellos actos o decisiones presidenciales que no se ajusten a su línea política; han
conseguido retrasar todos aquellos proyectos que el nuevo presidente había prometido llevar a cabo,
actuando en todos los frentes político, jurídico y social, mediante los cuales han conseguido paralizar una
parte importante del programa de gobierno del actual presidente del país americano.
Ni que decir tiene que los demócratas, encabezados por la señora Hilary Clinton, la principal afectada por la
abultada derrota que sufrió por parte de Donald Trump; que después de un periodo para reponerse de su
fracaso, vuelve a la batalla utilizando todas las artes sucias en las que es especialista para intentar, valiéndose
de todos los trucos y malas artes para desacreditar a su adversario político y con el apoyo de una parte
importante de la prensa americana y las cadenas televisivas, con la excepción de la Fox, y el apoyo
subterráneo de la masonería que está viendo en este presidente populista, que va por libre y que dice cosas
políticamente incorrectas, pero que calan en una parte importante del pueblo norteamericano que, por raro
que parezca y, a pesar de que sus adversarios han conseguido que su popularidad haya caído en las cotas más
bajas desde que subió a la presidencia; sin embargo, siga conservando el suelo electoral que le permitió
hacerse con la presidencia del país. ¿Cómo se explica esta aparente anomalía? Sencillamente porque sus
fans, las personas que lo votaron, los que no estaban conformes con el gobierno de los demócratas del señor
Obama, los decepcionados porque les prometió el oro y el moro y luego no cumplió lo prometido., son
conscientes del círculo sanitario que se ha formado alrededor del presidente, lo que le impide cumplir con los
objetivos de su programa.
Obama se presentó ante las minoría étnicas como su valedor y ante la población negra como su emancipador
y, no obstante, ha fracaso en todo, incluso en su promesa principal, la de una sanidad pública para todos los
americanos lo que, aunque a nosotros –acostumbrados a gobiernos protectores, a recibir subvenciones que,
como se viene demostrando, en el caso de las pensiones, nuestra economía no puede soportar y que sólo es
cuestión de tiempo el que, el actual sistema de Seguridad Social y pensiones, deba sufrir una radical
modificación, en la que va a tener mucha fuerza la necesidad de que, el futuro de los trabajadores se lo vayan
creando ellos mismos, acudiendo a los seguros de jubilación o vida que las mutuas privadas puedan
proporcionarles, quedando la ayuda estatal reducida a un mínimo simbólico – pueda resultarnos extraño, en
el caso de los EE.UU es evidente que representa un cambio extraordinariamente costoso y que no es
aceptado por todos los ciudadanos.
Como ciudadanos de a pie y ateniéndonos a la forma en la que la izquierda de nuestro país, especialmente el
grupo Podemos, está tratando al señor Trump con desprecio, evidente inquina y falta de objetividad, algo
que comparte con prácticamente toda la prensa española que, como suele hacer siempre, se ve con ánimo y
capacitada para juzgar a aquellos que no comparten su ideología, pero son incapaces de dar soluciones a los
problemas internos de nuestro país, dando muestras, en muchas ocasiones, de una falta de objetividad que
sólo se puede justificar, como ocurre en el caso de La Vanguardia catalana que, a pesar de que su dueño, el
conde de Godó es un “grande” de España, no duda en dejarse arrastrar ( por cuestión crematística
especialmente) por su miedo a perder las mamandurrias que consigue de la Generalitat, que le recompensan
largamente de sus artículos, que algunos de sus columnistas publican en el periódico, en defensa de la
sedición ( señora Rahola, señor Cuní, etc.).
Resulta paradójico que el señor Donald Trump haya sido tachado, por sus enemigos, de ser comunista, de ser
masón (cuando precisamente son los masones los que más duramente se han enfrentado a él) de ser un
incapaz, de tener la obsesión con la inmigración, cuando el principal defensor de la valla de separación en la
frontera con Méjico fue el señor Obama, que fue quien inició la construcción de la primera parte de dicha
construcción. También fue en tiempos de Obama cuando más deportaciones de inmigrantes tuvieron lugar,
sin que los americanos se mostraran indignados, como ocurre ahora con Trump, con Obama por haber
tomado dicha medida de proteccionismo contra los latinos. Resulta curioso que, para los del club Bilderberg
los dos asuntos que más les preocuparon en su última reunión en Dresde, Alemania, fue el parar el Brexit de
los ingleses y evitar el triunfo de Donald Trump en la campaña para la presidencia americana. Como es
evidente, en ambos casos fracasaron, lo que no quiere decir que, como queda patente no hayan continuado
esforzándose para evitar que, aquel fracaso, tenga continuidad en el tiempo, sin preocuparles si a los
americanos que votaron a Trump, una mayoría evidentemente, les parece bien que al nuevo presidente, los
demócratas y algunos republicanos que no han acabado de asimilar que a una parte del pueblo americano les
han dejado de gustar parte de sus políticas, siguen sin aceptar la evidente corrupción interna que ha ido
menguando la confianza de sus electores en los demócratas, causándoles su fracaso en los pasados comicios
legislativos.
O así es como, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la sensación de que hemos entrado en una
época en la que vuelve a intentarse, por determinadas fuerzas interesadas, vayan ustedes a saber por qué
motivos, en crear de nuevo un ambiente tirante, empezando por las amenazas aterrorizantes de Kim-Jong- Un
de Corea del Norte; los ataques terroristas de Daesh; la guerra sorda de Yemen; la reciente imposición de la
dictadura islamista de Erdogán en Turquía; la inseguridad europea ante la aparente falta de capacidad de
actuación de una OTAN, a la que los americanos han advertido de que tienen que valerse por si mismos ante
las posibles agresiones que pudieran venirles desde los países del Este o la amenaza de Rusia, en el caso que
decidiera avanzar más en Ucrania o contestar a las sanciones de Europa, cerrando el grifo del gas y del
petróleo del que dependen los países de Europa del norte, especialmente Alemania. En otros tiempos alguien
hubiera podido pensar que, la amenaza de una tercera contienda mundial, empezaba a cernirse por un
horizonte no muy lejano.