Eran unos luchadores natos y no se rendían ante nada. Vivimos en una
sociedad que cada vez es más relativista e indiferente, pero en un sentido
distinto al planteado por los pensadores de la secta del perro.
El cinismo es una filosofía helenística que influyó también en el
surgimiento del estoicismo. Ya que Zenón de Citio (h.332-261 a.C.) se
convirtió al cinismo por Crates antes de elaborar su propio sistema
estoico.
Los filósofos cínicos de la antigüedad reivindicaron la soberanía individual
frente a la autoridad o el poder. Los pensadores cínicos pusieron de
relieve que son posibles otras formas de ir contra lo establecido, si no se
lograba la deseada libertad en los comportamientos. La conducta insólita
de los cínicos no estaba exenta de un cierto humanismo cosmopolita.
El modo de vida perruno está en la base del nombre de cínicos, ya que
eran libres, francos y directos, ajenos a las convenciones sociales. Al igual
que los perros viven en una plena libertad instintiva indiferentes a las
normas y leyes, los filósofos cínicos y los seguidores de su escuela también
pretendían llevar una existencia parecida en ese sentido.
El cinismo liberaba de la angustia y proporcionaba felicidad, puesto que
enseñaba a vivir de modo natural y sin deseos artificiales. Aunque
Antístenes es el precursor del movimiento cínico se le considera también
como el primer filósofo de esta corriente cínica. En realidad, también se
puede afirmar que el fundador del cinismo es Diógenes de Sínope que
murió hacia el 324 o 321 a.C. y personificó el ejemplo o paradigma del
cínico de la antigüedad.
Las ideas centrales del cinismo de Diógenes son claras. La naturaleza debe
ser la norma ética observable en el mundo animal y también es adecuado
comparar las culturas.
Se realiza una crítica destructiva de la política, religión y ética de la
sociedad griega antigua. Diógenes considera que los valores atenienses
son falsos y contraproducentes. En la existencia es necesaria, según los
cínicos, una rigurosa disciplina o ascesis acorde con la dureza de la propia
naturaleza.
La trituración de ideas afirmada por el materialismo filosófico de Gustavo
Bueno, en cierto sentido, se parece bastante al planteamiento cínico
general. Ya que la argumentación es para Bueno el fundamento de la
verdad y la racionalidad y no las simples opiniones que son subjetivas y
relativas. Incluso cuando en un programa de televisión llego a decir que
Dios no puede existir está expresando un rigor racional que supera las
incoherencias del espiritualismo filosófico o de la metafísica y el idealismo,
según su materialismo.
De este modo, se puede lograr la libertad y la autosuficiencia o autarquía.
No extraña que Platón calificara a Diógenes de Sócrates enloquecido, por
su rechazo de la política helena de su tiempo y de los valores
tradicionales.
Además, no conviene olvidar que los cínicos realizaron una severa crítica
de los ricos, a los que consideraban los zánganos de la sociedad. Puesto
que pensaban que incrementaban su patrimonio con la explotación del
trabajo ajeno.
Lo que nos enseña el movimiento cínico es que casi todo es cuestionable.
La crítica destructiva de las ideas es algo que, por sí mismo, puede parecer
absurdo, pero puede conducir a planteamientos mejores.
En efecto, parece indudable que la felicidad es más fácil de conseguir
siguiendo una existencia simple con autonomía y una libertad personal
muy amplia. También es pensable que la persona con menos necesidades
es más libre y feliz, o, al menos, puede serlo. Critican los males de la
sociedad.
Ya en la antigüedad los filósofos de la escuela cínica utilizan la ironía, el
sarcasmo y la sátira y parodia para ridiculizar la conducta humana. Y esto
mismo influyó en Voltaire y en literatos como Shakespeare y Swift.
Además, en el año 1930 Bertrand Russell manifestó que el cinismo había
entrado en las conciencias de las personas en el mundo occidental en
relación con la religión, el patriotismo, el progreso, la verdad, etcétera.
Diógenes de Sínope llevaba al extremo la libertad de palabra y de
discusión y poseía un carácter apasionado, lo que, en principio, está bien.
Consideraba que si las instituciones limitan al hombre deben ser
rechazadas. El endurecimiento del carácter se lograba con dedicación y
perseverante esfuerzo. Y la independencia no es algo que cae del cielo,
puesto que requiere acción dirigida por la propia persona con la intención
de ser autosuficiente.
En conclusión, el movimiento cínico tiene mucho que enseñarnos en la
actualidad en una sociedad tan materialista y consumista como es la del
siglo XXI.