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José Luis Rodríguez Zapatero ha cometido sólo dos errores

Mariano en el país de los pitufos

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Si fuera este el país de los pitufos don Mariano Rajoy sería papá Pitufo. Por dos razones principales y por una curiosidad de la historia. Las razones: por cómo ha mantenido sin remojar su cuidada barba blanca y por cómo ha azuleado el mapa político peninsular cargándose de un plumazo en viejo axioma –ahí la curiosidad- que define la mayoría absoluta como el resultado para aquel partido que genera mayor ilusión, mayor confianza y mayor garantía de futuro para el electorado aunando programa, campaña y líder. Ahí es nada .Todo esto en una noche. Y de paso ha conseguido que Alfredo Pérez Rubalcaba acabara siendo el político más parecido al nuevo Gargamel y convertir a Felipe González en su gato Azrael.

Este es el resultado de los tiempos confusos de tecnocracia, crisis económica y guerra de valores. Y para colmo el PP se hace con la victoria utilizando el sacrosanto lema de cambio que consagrara Alfonso Guerra, que parece que la historia sigue estando para ironías.  Pero cuando llegue lo peor que nadie se llame a engaño.

José Luis Rodríguez Zapatero ha cometido sólo dos errores. El primero ha sido fiar su suerte a la pócima del talante y las buenas formas esperando de Mariano Rajoy el ataque de devoción por el diálogo y la moderación que exhibe desde el minuto uno de conocer la responsabilidad que se le viene encima. Don Mariano, que se ha pasado dos legislaturas cachondeándose del perfil bambi de Zapatero se asoma ahora al balcón de Génova pidiendo que dejemos que los niños se acerquen a él y que no nos entre a los de izquierdas el pánico por la hegemonía aplastante de la derecha en España.

Eso pide Rajoy a la militancia socialista a la que su fiel escudero González Pons ha machacado reiteradamente. Y eso pide a Catalunya donde ha sido incapaz de votar a favor de algo tan básico como la defensa de la lengua catalana, recursos contra el Estatut al margen.

El segundo error de Zapatero ha sido no plantarse antes, en su día, tal vez cómo le pedía el cuerpo, ante la presión de los mercados, de los especuladores, de los analistas de la deuda soberana y ante la extraña pareja Merkel-Sarkozy. Zapatero llevó a su gobierno a luchar en esta guerra de valores que nos asfixia al único campo de batalla de la economía despiadada. Y así descuidamos la defensa de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad que viven bajo amenaza y necesitan combate y lucha contundente. El bueno de Zapatero olvidó que los mercados no entienden de talantes.

La prima diferencial, la deuda soberana, el rating y el margin call nunca han formado parte de la vida cotidiana de este país curioso que a la desesperada fía su suerte a un Mariano Rajoy que ha escondido su programa, que ha hecho una campaña sin hacer campaña y que ahora admite que respeta a Zapatero y a Rubalcaba..

La nueva España azul que democráticamente ha depositado su confianza en el PP de don Mariano sigue estando en el punto de mira de los mercados. Y no dejará de estarlo hasta que dejemos de colocar la economía en el centro de nuestras plegarias. A los mercados se les combate con más política, con más cultura, con más reivindicación de los valores en defensa del más débil y con su misma desvergüenza. ¿Cómo le cuento yo a mi labrador negro que el dinero con el que los ciudadanos evitamos la quiebra de los grandes bancos y de sus directivos se utiliza ahora para trocar gobiernos y gobernantes elegidos democráticamente? Mejor le saco a correr al parque.

Tal vez este haya sido el tercer error de Zapatero: mostrarse tan educado con Merkel, Sarkozy y Obama atendiendo sus llamadas. Ya saben que a mí Francia ni tocarla pero en este caso tal vez hubiera sido más adecuado mandarle unos patucos a Sarkozy y proponerle a Merkel y Obama un fin de semana, un suponer, en Begur, en la Costa Brava, para que vieran que hay otras vidas más allá de Mallorca y de Marbella. En palabras de Josep Pla:- “Las gracias de Fornells, en invierno y en verano, ¿quien podría cantarlas?”

Pero a lo que íbamos. Le hemos dado el gobierno con la confianza absoluta a un nuevo líder que acaba de proclamar que no sabe cuántos parados tendrá España dentro de un año pero que se compromete a gobernar como Dios manda.

Quizá papa Pitufo sabe que en el país de los pitufos no existe el paro. Pero ¿quién sabe cuál es el dios de los pitufos? Vete tú a saber. Y por si acaso, que ése mismo dios nos pille confesados porque viendo cómo está la cosa, don Mariano igual le espeta a la Merkel lo de Kakfa: -“Esta mañana los alemanes invadieron Polonia; por la tarde fui a la piscina”.

Mariano en el país de los pitufos

José Luis Rodríguez Zapatero ha cometido sólo dos errores
Xavier Grau
martes, 22 de noviembre de 2011, 13:31 h (CET)

Si fuera este el país de los pitufos don Mariano Rajoy sería papá Pitufo. Por dos razones principales y por una curiosidad de la historia. Las razones: por cómo ha mantenido sin remojar su cuidada barba blanca y por cómo ha azuleado el mapa político peninsular cargándose de un plumazo en viejo axioma –ahí la curiosidad- que define la mayoría absoluta como el resultado para aquel partido que genera mayor ilusión, mayor confianza y mayor garantía de futuro para el electorado aunando programa, campaña y líder. Ahí es nada .Todo esto en una noche. Y de paso ha conseguido que Alfredo Pérez Rubalcaba acabara siendo el político más parecido al nuevo Gargamel y convertir a Felipe González en su gato Azrael.

Este es el resultado de los tiempos confusos de tecnocracia, crisis económica y guerra de valores. Y para colmo el PP se hace con la victoria utilizando el sacrosanto lema de cambio que consagrara Alfonso Guerra, que parece que la historia sigue estando para ironías.  Pero cuando llegue lo peor que nadie se llame a engaño.

José Luis Rodríguez Zapatero ha cometido sólo dos errores. El primero ha sido fiar su suerte a la pócima del talante y las buenas formas esperando de Mariano Rajoy el ataque de devoción por el diálogo y la moderación que exhibe desde el minuto uno de conocer la responsabilidad que se le viene encima. Don Mariano, que se ha pasado dos legislaturas cachondeándose del perfil bambi de Zapatero se asoma ahora al balcón de Génova pidiendo que dejemos que los niños se acerquen a él y que no nos entre a los de izquierdas el pánico por la hegemonía aplastante de la derecha en España.

Eso pide Rajoy a la militancia socialista a la que su fiel escudero González Pons ha machacado reiteradamente. Y eso pide a Catalunya donde ha sido incapaz de votar a favor de algo tan básico como la defensa de la lengua catalana, recursos contra el Estatut al margen.

El segundo error de Zapatero ha sido no plantarse antes, en su día, tal vez cómo le pedía el cuerpo, ante la presión de los mercados, de los especuladores, de los analistas de la deuda soberana y ante la extraña pareja Merkel-Sarkozy. Zapatero llevó a su gobierno a luchar en esta guerra de valores que nos asfixia al único campo de batalla de la economía despiadada. Y así descuidamos la defensa de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad que viven bajo amenaza y necesitan combate y lucha contundente. El bueno de Zapatero olvidó que los mercados no entienden de talantes.

La prima diferencial, la deuda soberana, el rating y el margin call nunca han formado parte de la vida cotidiana de este país curioso que a la desesperada fía su suerte a un Mariano Rajoy que ha escondido su programa, que ha hecho una campaña sin hacer campaña y que ahora admite que respeta a Zapatero y a Rubalcaba..

La nueva España azul que democráticamente ha depositado su confianza en el PP de don Mariano sigue estando en el punto de mira de los mercados. Y no dejará de estarlo hasta que dejemos de colocar la economía en el centro de nuestras plegarias. A los mercados se les combate con más política, con más cultura, con más reivindicación de los valores en defensa del más débil y con su misma desvergüenza. ¿Cómo le cuento yo a mi labrador negro que el dinero con el que los ciudadanos evitamos la quiebra de los grandes bancos y de sus directivos se utiliza ahora para trocar gobiernos y gobernantes elegidos democráticamente? Mejor le saco a correr al parque.

Tal vez este haya sido el tercer error de Zapatero: mostrarse tan educado con Merkel, Sarkozy y Obama atendiendo sus llamadas. Ya saben que a mí Francia ni tocarla pero en este caso tal vez hubiera sido más adecuado mandarle unos patucos a Sarkozy y proponerle a Merkel y Obama un fin de semana, un suponer, en Begur, en la Costa Brava, para que vieran que hay otras vidas más allá de Mallorca y de Marbella. En palabras de Josep Pla:- “Las gracias de Fornells, en invierno y en verano, ¿quien podría cantarlas?”

Pero a lo que íbamos. Le hemos dado el gobierno con la confianza absoluta a un nuevo líder que acaba de proclamar que no sabe cuántos parados tendrá España dentro de un año pero que se compromete a gobernar como Dios manda.

Quizá papa Pitufo sabe que en el país de los pitufos no existe el paro. Pero ¿quién sabe cuál es el dios de los pitufos? Vete tú a saber. Y por si acaso, que ése mismo dios nos pille confesados porque viendo cómo está la cosa, don Mariano igual le espeta a la Merkel lo de Kakfa: -“Esta mañana los alemanes invadieron Polonia; por la tarde fui a la piscina”.

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No voy a matarme mucho con este artículo. La opinión de mi madre Fisioterapeuta, mi hermana Realizadora de Tv y mía junto a la de otras aportaciones, me basta. Mi madre lo tiene claro, la carne le huele a podrido. No puede ni verla. Sólo desea ver cuerpos de animales poblados de almas. Mi hermana no puede comerla porque sería como comerse uno de sus gatos. Y a mí me alteraría los niveles de la sangre, me sentiría más pesada y con mayor malestar general.

En medio de la vorágine de la vida moderna, donde la juventud parece ser el estándar de valor y el ascensor hacia el futuro, a menudo olvidamos el invaluable tesoro que representan nuestros ancianos. Son como pozos de sabiduría, con profundas raíces que se extienden hasta los cimientos mismos de nuestra existencia. Sin embargo, en muchas ocasiones, son tratados como meros objetos de contemplación, relegados al olvido y abandonados a su suerte.

Al conocer la oferta a un anciano señor de escasos recursos, que se ganaba su sobrevivencia recolectando botellas de comprarle su perro, éste lo negó, por mucho que las ofertas se superaron de 10 hasta 150 dólares, bajo la razón: "Ni lo vendo, ni lo cambio. El me ama y me es fiel. Su dinero, lo tiene cualquiera, y se pierde como el agua que corre. El cariño de este perrito es insustituible; su cariño y fidelidad es hermoso".

 
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