Primer día de competición en Londres que nos deja un Grupo A más igualado de lo que podía imaginarse. El partido entre Nadal y Fish volvió a incidir en lo mucho que le gustan los imprevistos a este deporte. Lo que se presumía como un paseo militar, terminó por transformarse en una batalla a 173 minutos de infinita igualdad.

Otro 6-2 con pies de barro
Y eso que el primer parcial volvió a confundir a los espectadores. Otra vez el argumento parecía adaptarse a lo que todo el mundo esperaba ver en el O2. Fish salió nervioso, tímido, como aquel que teme que la fiesta le quede muy grande. Las sospechas de una recuperación incompleta se dejaron ver inmediatamente, aunque el triplete de errores no forzados que se marcó el americano en el primer juego dejaban entrever que el problema era más de cabeza que de piernas.

Nadal jugaba a placer contra un rival estático, sin respuesta contra las derechas de el español. El resultado (6-2) volvía a escena para recordar al aficionado que en el tenis los números son simples acompañantes.

'Big Fish' enseña los dientes
Una vez adaptado, sin la presión del novato y sin nada que perder, el número ocho del ranking se transformó rápidamente en su versión más salvaje. La rotura del primer saque de Nadal le dio fe, y Mardy se puso 3-0 arriba ante la sorpresa general.

Rafa siempre estuvo a remolque de lo que dictaba el americano. Fish seguía amenazando el servicio de su rival, y con 5-2 contó con tres pelotas de set que solo Nadal podía inutilizar. La habitual lucha sin fin del manacorense no tendría sin embargo éxito, y el partido se igualaba a un set dejando la resolución para el tercero.

Sin tregua hasta el último suspiro
Cuando dos top ten se la tienen que jugar a un solo parcial, cualquier profecía carece de fundamento. La balanza estaba en paralelo y los nervios e imprecisiones se apoderaron de ambas raquetas. Se inició una ruleta de roturas, donde la raqueta quemaba en los dedos de ambos tenistas.

Con dos cero a favor, y aunque todavía no habíamos llegado al descanso, Rafa tuvo que marcharse a vestuarios durante varios minutos. Cabreo de Fish que, de todas formas, se aprovechó del parón para darle la vuelta con tres juegos consecutivos. Locura en el O2 e incertidumbre mayúscula en el resultado.

Nueva vuelta de Nadal y enésima recuperación de Mardy. En esta dinámica la muerte súbita era inevitable. En el drama final, Nadal aprovechó una rotura en el primer saque del americano para encarrilar una victoria agónica que mantiene intactas las posibilidades de acceder a semifinales del español.