John Travolta retoma -una década después de “Cómo conquistar Hollywood”- la figura del productor Chili Palmer en “Be Cool”, basada en otra obra del tarantiniano Elmore Leonard y dirigida por F. Gary Gray (“Diablo”, “The Italian Job”). Si en la primera Leonard hacía un retrato nada halagüeño de los entresijos en las producciones made in Hollywood, ahora maneja unos personajes parecidos (sino los mismos) acercándose al más peligroso mundillo de la edición musical, donde se mezclan rappers millonarios, magnates sin escrúpulos, sicarios caricaturizados y gángsteres enfrentados a la mafia rusa. Todo esto por lograr un contrato con Lisa Moon, una especie de Beyoncé adolescente por la que todos están dispuestos a jugarse mucho más que la vida.
“Be Cool” (cuya traducción al español viene a decir algo así como “enróllate”) tiene todo lo bueno de Leonard (humor negro a cañonazos, logrado entre unas líneas de diálogos dinámicos -“Pulp Fiction”, “Jackie Brown”- y la continua visualización de los tópicos sociales y cinematográficos que caracterizarían a cualquier comedia barata americana complementando ese marco de violencia gratuita) y también los más agudos defectos de su vasta producción (personajes poco creíbles, convencionales y no tan irracionales como pretende; páginas y páginas con diálogos intensos, dramáticos, pero alejados del todo narrativo).
Pero a pesar de todos estos juegos de pirotecnia, “Be Cool” es un film de Elmore Leonard y no de Quentin Tarantino, afirmación que se hace patente especialmente en la linealidad temporal de la historia, las carencias en la dirección de un Gary Gray más preocupado por emular al realizador de “Reservoir Dogs” que de fraguarse un estilo personal (los contrapicados del maletero no dejan lugar a dudas) y la aparición forzosa de una secuencia de baile con Thurman / Travolta filmada burdamente, lejos de la espontaneidad de aquellos Vincent Vega y Mia Wallace que nos hicieron vibrar hace una década.