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Dos caras opuestas para un mismo equipo

Un Atleti bipolar

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El Atleti de Manzano es un equipo bipolar, una montaña rusa de sentimientos que fluctua desde el éxtasis hasta la depresión sin pasar antes por ninguna otra fase intermedia. En un club donde los grises nunca han existido las emociones se magnifican hacia los extremos a medida que avanzan los años, tanto para lo bueno como para lo malo. Y de sobra es sabido que los extremos nunca son buena opción, ni en la vida ni en el fútbol.

Pero esta es la idiosincrasia del nuevo Atlético de Madrid, capaz de lograr una goleada exprés ante el líder del Calcio y perder ante el colista tres días después con el marcador a favor y uno más sobre el campo. De hecho, estos dos perfiles de partido nos bastarían para clasificar todos los encuentros que el Atlético ha disputado esta temporada. Han sido horribles o brillantes, negros o blancos, pero nunca partidos estándar.

Quizá sea el espíritu de kamikaze que el club rojiblanco lleva en su ADN. La explicación de lo que ocurre en el Vicente Calderón a veces trasciende de lo deportivo. Es un club con dos caras (las de Cerezo y Gil) cuya bipolaridad se manifiesta en Falcao: el colombiano anotó seis goles en dos partidos y después estuvo un mes sin ver puerta. Con el mismo entrenador, con los mismos compañeros, con la misma camiseta.

Pero una hinchada como la rojiblanca, que tantos años del hambre ha pasado, no puede aguantar un equipo así. El Atlético necesita definirse, saber si quiere jugar al toque como Manzano propone o prefiere buscar otro entrenador. La incertidumbre que actualmente se respira en el club es el peor de los estados de ánimo. Ni se confía en Manzano ni se deja de confiar. Todo volverá a depender del último resultado. Otra vez. Ese no es el camino.

Un Atleti bipolar

Dos caras opuestas para un mismo equipo
Daniel Sanabria
martes, 15 de noviembre de 2011, 08:22 h (CET)
El Atleti de Manzano es un equipo bipolar, una montaña rusa de sentimientos que fluctua desde el éxtasis hasta la depresión sin pasar antes por ninguna otra fase intermedia. En un club donde los grises nunca han existido las emociones se magnifican hacia los extremos a medida que avanzan los años, tanto para lo bueno como para lo malo. Y de sobra es sabido que los extremos nunca son buena opción, ni en la vida ni en el fútbol.

Pero esta es la idiosincrasia del nuevo Atlético de Madrid, capaz de lograr una goleada exprés ante el líder del Calcio y perder ante el colista tres días después con el marcador a favor y uno más sobre el campo. De hecho, estos dos perfiles de partido nos bastarían para clasificar todos los encuentros que el Atlético ha disputado esta temporada. Han sido horribles o brillantes, negros o blancos, pero nunca partidos estándar.

Quizá sea el espíritu de kamikaze que el club rojiblanco lleva en su ADN. La explicación de lo que ocurre en el Vicente Calderón a veces trasciende de lo deportivo. Es un club con dos caras (las de Cerezo y Gil) cuya bipolaridad se manifiesta en Falcao: el colombiano anotó seis goles en dos partidos y después estuvo un mes sin ver puerta. Con el mismo entrenador, con los mismos compañeros, con la misma camiseta.

Pero una hinchada como la rojiblanca, que tantos años del hambre ha pasado, no puede aguantar un equipo así. El Atlético necesita definirse, saber si quiere jugar al toque como Manzano propone o prefiere buscar otro entrenador. La incertidumbre que actualmente se respira en el club es el peor de los estados de ánimo. Ni se confía en Manzano ni se deja de confiar. Todo volverá a depender del último resultado. Otra vez. Ese no es el camino.

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