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La selección española se ha vuelto predecible y, pese a dominar el centro del campo, carece de delanteros que sorprendan

Los amistosos son avisos oficiales

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Somos campeones del Mundo, campeones de Europa, campeones del “tiki-taka”… e incapaces de ganar a los grandes desde que conquistamos la cima en Sudáfrica. Algunos lo llamarán madición; otros, mala suerte. Los menos nos atrevemos a decir que la selección española se ha vuelto absolutamente predecible. Tanto ha querido copiar Vicente del Bosque al Barcelona que ha dotado a su equipo de las virtudes pero también de los defectos azulgranas, solo que Pep Guardiola cuenta con Messi para marcar la diferencia y sorprender. El seleccionador cuenta igualmente con un centro del campo que ejerce un dominio total y maneja los partidos a su antojo, pero esa superioridad no es tan abrumadora en la defensa (donde aún estamos de experimentos) ni en el ataque.

Mientras Del Bosque se empeñe en escoger a sus delanteros por compañerismo en vez de por su estado de forma, la pólvora de la roja seguirá dependiendo de Villa y de los escasos minutos que concede a Fernando Llorente. Se equivoca el salmantino dando oportunidades ilimitadas a Torres, uno de los delanteros más sobrevalorados que ha dado el fútbol español. Si sobresalió en el Atlético de Madrid es porque siempre es más fácil destacar entre un grupo mediocre; si triunfó en el Liverpool es porque Rafa Benítez le rodeó de compañeros que ponían el gol en sus botas; si ahora fracasa en el Chelsea es porque, sin tantas muletas, al fin se evidencian todas sus carencias. Y a pesar de que sus goles son más escasos que los anunciantes de La Noria, Del Bosque le sigue llamando a la selección…

Es inevitable que, por comparación, me acuerde de Raúl. Si Del Bosque hubiera utilizado el mismo criterio con el “7”... El secreto está claro: ¡el tanto de la final de la Eurocopa parece dar más inmunidad que el poder a Berlusconi! A ver si Torres por fin cae, como lo ha hecho el político italiano. Mientras, en la puerta del seleccionador, siguen esperando delanteros como Negredo y Soldado; qué casualidad, ambos canteranos madridistas cuyos muchos goles parecen no ser suficiente mérito. Y, entretanto, algunos se atreven a criticar a Raúl por no acudir a recibir al homenaje a los centenarios de la “roja”, los mismos que justifican que Del Bosque rechace la insignia del Real Madrid. Es curioso: dos hombres que salieron injustamente por la puerta de atrás. Sin reconocimientos, sin recibir las gracias, ni explicaciones. Sólo una diferencia: Raúl siempre fue leal a Del Bosque, mientras que Del Bosque pudo evitar ser injusto con Raúl pero no quiso.

Volviendo a lo importante, la selección española necesita una vuelta de tuerca si quiere mantener su corona europea. Eso pasa por tener identidad propia y no una prestada, porque la ‘roja’ no es el Barcelona (por mucho que se empeñe Del Bosque en convocar a diez azulgranas y dar la titularidad a casi todos). Tanto virtuosismo, tanto toque, tanto control le han valido a España para llegar a la Eurocopa con pleno de triunfos y para igualar un récord de victorias en partidos oficiales, pero siempre (desde Sudáfrica) ante equipos inferiores.

Contra los grandes, hemos fracasado estrepitosamente: Inglaterra, Italia, Portugal y Argentina. De poco vale la excusa de que las derrotas han llegado en partidos amistosos pues, en definitiva, son ensayos de cruces que pueden llegar en la cita continental. Contra los pequeños, pueden valer un par de virguerías. Contra el resto, nos falta un punto de velocidad y de verticalidad, de sorpresa y desmarque, sobre todo en los partidos en los que el rival ponga un muro delante de su portería. Como bien dice el anuncio de la nueva camiseta (muy sosa, para mi gusto), volvemos a partir de cero. Por eso, en vez de recrearnos con nuestro juego bonito, nos conviene aprovechar los amistosos que nos quedan hasta el verano como avisos oficiales.

Los amistosos son avisos oficiales

La selección española se ha vuelto predecible y, pese a dominar el centro del campo, carece de delanteros que sorprendan
Alberto Mendo
lunes, 14 de noviembre de 2011, 08:13 h (CET)
Somos campeones del Mundo, campeones de Europa, campeones del “tiki-taka”… e incapaces de ganar a los grandes desde que conquistamos la cima en Sudáfrica. Algunos lo llamarán madición; otros, mala suerte. Los menos nos atrevemos a decir que la selección española se ha vuelto absolutamente predecible. Tanto ha querido copiar Vicente del Bosque al Barcelona que ha dotado a su equipo de las virtudes pero también de los defectos azulgranas, solo que Pep Guardiola cuenta con Messi para marcar la diferencia y sorprender. El seleccionador cuenta igualmente con un centro del campo que ejerce un dominio total y maneja los partidos a su antojo, pero esa superioridad no es tan abrumadora en la defensa (donde aún estamos de experimentos) ni en el ataque.

Mientras Del Bosque se empeñe en escoger a sus delanteros por compañerismo en vez de por su estado de forma, la pólvora de la roja seguirá dependiendo de Villa y de los escasos minutos que concede a Fernando Llorente. Se equivoca el salmantino dando oportunidades ilimitadas a Torres, uno de los delanteros más sobrevalorados que ha dado el fútbol español. Si sobresalió en el Atlético de Madrid es porque siempre es más fácil destacar entre un grupo mediocre; si triunfó en el Liverpool es porque Rafa Benítez le rodeó de compañeros que ponían el gol en sus botas; si ahora fracasa en el Chelsea es porque, sin tantas muletas, al fin se evidencian todas sus carencias. Y a pesar de que sus goles son más escasos que los anunciantes de La Noria, Del Bosque le sigue llamando a la selección…

Es inevitable que, por comparación, me acuerde de Raúl. Si Del Bosque hubiera utilizado el mismo criterio con el “7”... El secreto está claro: ¡el tanto de la final de la Eurocopa parece dar más inmunidad que el poder a Berlusconi! A ver si Torres por fin cae, como lo ha hecho el político italiano. Mientras, en la puerta del seleccionador, siguen esperando delanteros como Negredo y Soldado; qué casualidad, ambos canteranos madridistas cuyos muchos goles parecen no ser suficiente mérito. Y, entretanto, algunos se atreven a criticar a Raúl por no acudir a recibir al homenaje a los centenarios de la “roja”, los mismos que justifican que Del Bosque rechace la insignia del Real Madrid. Es curioso: dos hombres que salieron injustamente por la puerta de atrás. Sin reconocimientos, sin recibir las gracias, ni explicaciones. Sólo una diferencia: Raúl siempre fue leal a Del Bosque, mientras que Del Bosque pudo evitar ser injusto con Raúl pero no quiso.

Volviendo a lo importante, la selección española necesita una vuelta de tuerca si quiere mantener su corona europea. Eso pasa por tener identidad propia y no una prestada, porque la ‘roja’ no es el Barcelona (por mucho que se empeñe Del Bosque en convocar a diez azulgranas y dar la titularidad a casi todos). Tanto virtuosismo, tanto toque, tanto control le han valido a España para llegar a la Eurocopa con pleno de triunfos y para igualar un récord de victorias en partidos oficiales, pero siempre (desde Sudáfrica) ante equipos inferiores.

Contra los grandes, hemos fracasado estrepitosamente: Inglaterra, Italia, Portugal y Argentina. De poco vale la excusa de que las derrotas han llegado en partidos amistosos pues, en definitiva, son ensayos de cruces que pueden llegar en la cita continental. Contra los pequeños, pueden valer un par de virguerías. Contra el resto, nos falta un punto de velocidad y de verticalidad, de sorpresa y desmarque, sobre todo en los partidos en los que el rival ponga un muro delante de su portería. Como bien dice el anuncio de la nueva camiseta (muy sosa, para mi gusto), volvemos a partir de cero. Por eso, en vez de recrearnos con nuestro juego bonito, nos conviene aprovechar los amistosos que nos quedan hasta el verano como avisos oficiales.

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