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En España, los que deciden contar con una alarma de seguridad peinan ahora el mercado para encontrar una solución adecuada a sus circunstancias

Bajar la guardia, uno de los motivos principales de robos en domicilios

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La protección de nuestros bienes es una preocupación tradicional. Verano es la época del año con más intrusiones, debido en gran medida a las vacaciones. Hay medidas clásicas de disuasión, como la utilización de carteles de vigilancia que avisan sobre las medidas de protección que dispone un hogar o negocio.

Evidentemente, no todos los carteles tienen la misma importancia, ya que no todas las compañías disponen de una Central de Monitoreo, donde hay profesionales la que chequean por qué está saltando una alarma y qué protocolo deben seguir.

Los intrusos suelen conocer bien las características de cada compañía y saben con qué carteles no deben preocuparse. Si hay un equipo detrás monitorizando los avisos, los riesgos son mucho más altos. Mostrar el cartel de una compañía poco potente o que ha echado el cierre es una invitación para que los intrusos entren.

En España, los que deciden contar con una  alarma de seguridad peinan ahora el mercado para encontrar una solución adecuada a sus circunstancias.

A la hora de cambiar de compañía por una puntera, particulares y dueños de negocio muestran dos principales preocupaciones. En entrevistas con varios clientes, han reconocido que sobretodo desean mantener el servicio sin que haya fricciones en el cambio. La protección es esencial.

También entienden que la calidad de servicio no debe disparar los precios, por lo que buscan packs cerrados y cuotas fijas y previsibles.

Percepción de seguridad frente a robos en domicilios
Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) la percepción de inseguridad ciudadana ha mejorado sus datos durante los últimos años. En 2010 suponía una preocupación para el 9,7% de la población encuestada. En 2016, lo era sólo para el 3,2%. Las estadísticas dan razón en parte a esta percepción. Los delitos más graves, por lo general, han descendido durante estos últimos años. Sin embargo, las cifras siguen invitando a la prudencia.

De entrada, porque ha aumentado la proporción de robos donde se emplea la intimidación sobre el inquilino o propietario.

Por otra parte están los datos puros y duros. Cada día se producen 309 intrusiones en hogares en España, de media. El último balance del Ministerio del Interior elevaba a 112.925 robos en domicilios donde se empleó la fuerza sobre los bienes. Es decir, que a lo sustraído hay que sumar el coste de las reparaciones. Incluso cuando el botín es menor, el daño para el dueño del local o vivienda suele ser sensible.

Cabe considerar, además, que las fuentes ministeriales no tienen en cuenta datos en poblaciones inferiores a 50.000 habitantes. Estamos hablando, por tanto, de que no se arroja luz sobre lo que le ocurre al 40% de la población.

Por último, es importante examinar el comportamiento de las bandas de delincuentes. En su mayoría itinerantes, suelen moverse entre regiones dependiendo de dos factores: uno, la presión policial. Otro, la dejadez de los propietarios.

Como señalan los estudios sobre las estadísticas oficiales, una provincia con una tasa alta de robos baja la presión durante el trimestre siguiente. Y viceversa. Los cacos suelen además dejar señales en la casa para calificarlas según su interés en entrar en las mismas.

Por último, no se puede decir que un rayo no cae dos veces en el mismo lugar. Un propietario que no protege sus bienes será examinado tarde o temprano por otro delincuente con las mismas intenciones.

Así lo apoyan otra vez los datos, que confirman que aproximadamente el 90% de los robos en comercios y domicilios se producen porque el intruso encuentra fácil entrar y salir sin ser detectado.

Las soluciones son múltiples y variadas. Las fundamentales pasan por establecer medidas de protección en las tiendas en el hogar. La disuasión pasa por dos criterios fundamentales: oponer medidas de resistencia física y dejar constancia de que hay un equipo de profesionales monitoreando el local o vivienda ante cualquier circunstancia no deseada.

Bajar la guardia, uno de los motivos principales de robos en domicilios

En España, los que deciden contar con una alarma de seguridad peinan ahora el mercado para encontrar una solución adecuada a sus circunstancias
Redacción
jueves, 13 de julio de 2017, 19:17 h (CET)
La protección de nuestros bienes es una preocupación tradicional. Verano es la época del año con más intrusiones, debido en gran medida a las vacaciones. Hay medidas clásicas de disuasión, como la utilización de carteles de vigilancia que avisan sobre las medidas de protección que dispone un hogar o negocio.

Evidentemente, no todos los carteles tienen la misma importancia, ya que no todas las compañías disponen de una Central de Monitoreo, donde hay profesionales la que chequean por qué está saltando una alarma y qué protocolo deben seguir.

Los intrusos suelen conocer bien las características de cada compañía y saben con qué carteles no deben preocuparse. Si hay un equipo detrás monitorizando los avisos, los riesgos son mucho más altos. Mostrar el cartel de una compañía poco potente o que ha echado el cierre es una invitación para que los intrusos entren.

En España, los que deciden contar con una  alarma de seguridad peinan ahora el mercado para encontrar una solución adecuada a sus circunstancias.

A la hora de cambiar de compañía por una puntera, particulares y dueños de negocio muestran dos principales preocupaciones. En entrevistas con varios clientes, han reconocido que sobretodo desean mantener el servicio sin que haya fricciones en el cambio. La protección es esencial.

También entienden que la calidad de servicio no debe disparar los precios, por lo que buscan packs cerrados y cuotas fijas y previsibles.

Percepción de seguridad frente a robos en domicilios
Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) la percepción de inseguridad ciudadana ha mejorado sus datos durante los últimos años. En 2010 suponía una preocupación para el 9,7% de la población encuestada. En 2016, lo era sólo para el 3,2%. Las estadísticas dan razón en parte a esta percepción. Los delitos más graves, por lo general, han descendido durante estos últimos años. Sin embargo, las cifras siguen invitando a la prudencia.

De entrada, porque ha aumentado la proporción de robos donde se emplea la intimidación sobre el inquilino o propietario.

Por otra parte están los datos puros y duros. Cada día se producen 309 intrusiones en hogares en España, de media. El último balance del Ministerio del Interior elevaba a 112.925 robos en domicilios donde se empleó la fuerza sobre los bienes. Es decir, que a lo sustraído hay que sumar el coste de las reparaciones. Incluso cuando el botín es menor, el daño para el dueño del local o vivienda suele ser sensible.

Cabe considerar, además, que las fuentes ministeriales no tienen en cuenta datos en poblaciones inferiores a 50.000 habitantes. Estamos hablando, por tanto, de que no se arroja luz sobre lo que le ocurre al 40% de la población.

Por último, es importante examinar el comportamiento de las bandas de delincuentes. En su mayoría itinerantes, suelen moverse entre regiones dependiendo de dos factores: uno, la presión policial. Otro, la dejadez de los propietarios.

Como señalan los estudios sobre las estadísticas oficiales, una provincia con una tasa alta de robos baja la presión durante el trimestre siguiente. Y viceversa. Los cacos suelen además dejar señales en la casa para calificarlas según su interés en entrar en las mismas.

Por último, no se puede decir que un rayo no cae dos veces en el mismo lugar. Un propietario que no protege sus bienes será examinado tarde o temprano por otro delincuente con las mismas intenciones.

Así lo apoyan otra vez los datos, que confirman que aproximadamente el 90% de los robos en comercios y domicilios se producen porque el intruso encuentra fácil entrar y salir sin ser detectado.

Las soluciones son múltiples y variadas. Las fundamentales pasan por establecer medidas de protección en las tiendas en el hogar. La disuasión pasa por dos criterios fundamentales: oponer medidas de resistencia física y dejar constancia de que hay un equipo de profesionales monitoreando el local o vivienda ante cualquier circunstancia no deseada.

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