COLUMBIA, S.C. --Si puede, Carolina del Sur es la mejor apuesta al papel de aguafiestas.

Los votantes de las primarias Republicanas han refrendado aquí los gustos de la institución, pero la vieja institución del partido se ha visto desplazada por las nuevas formas de activismo político conservador, siendo el movimiento de protesta fiscal tea party el grupo de rebeldes más reciente.

Los conservadores de Carolina del Sur también parecen representativos de sus homólogos de todo el país en cuanto a estar perplejos y bastante inseguros con las opciones que les están presentando. Son escépticos con Romney, están decepcionados con las primeras actuaciones de Rick Perry, están encantados con Herman Cain -- hechizo que dentro de poco podría romperse -- y no están seguros del resto del elenco.

Todo esto, paradójicamente, da esperanzas a los candidatos que no son Romney, incluyendo a Perry pero también al ex gobernador de Utah Jon Huntsman, de campaña por el estado esta semana. Huntsman, teniendo en cuenta su mala posición en los sondeos nacionales, cuenta con una sorprendente cifra de partidarios de alto nivel aquí. Su estrategia consiste en sobresaltar con una fuerte actuación en las primarias de New Hampshire el 10 de enero y luego saltar a Carolina del Sur, que celebra sus comicios del 21 de enero. Parece improbable, pero no demencial.

"Nunca he visto unas primarias Republicanas tan en el aire a estas alturas como estas primarias", dice Bob McAllister, un partidario de Huntsman que fue jefe de gabinete del ex gobernador Carroll Campbell. "Eso deja un montón de espacio a un candidato desconocido, de forma que da esperanzas a Huntsman y, siendo honestos, a algunos de los otros menos conocidos".

El candidato que tiene que ganar aquí por fuerza es Perry. No es ninguna casualidad que anunciara su candidatura en Charleston. Brad Warthen, un bloguero popular en Carolina del Sur (y amigo de sus tiempos como responsable editorial del periódico The State) creyó en aquel momento que el discurso de anuncio de candidatura de Perry en agosto llegó en el momento idóneo para los conservadores del estado en su apasionado tono anti-gobierno y anti-Washington, pronunciado en el municipio donde arrancó la Guerra Civil. Las primarias, y en la práctica la candidatura, parecían al alcance de la mano de Perry.

Y entonces realizó una notable labor echándolo todo a perder. El congresista Mick Mulvaney, un pujante astro conservador del Congreso e inflexible partidario de Perry que le ayudó a elaborar su propuesta tributaria, se mostraba franco al describir las primeras actuaciones de Perry en los debates como "extraordinariamente malas". Pero teniendo en cuenta la solidez conservadora subyacente de Perry, Mulvaney considera que tiene tiempo de sobras para recomponerse y recuperar a los partidarios que se marchan a Cain.

Es una muestra de lo mucho que Cain ha salido perjudicado de su gestión de las alegaciones de acoso sexual de las que los candidatos rivales guardaron silencio escrupuloso en la actualidad las últimas jornadas. Cain se está hundiendo solo y no necesita ayuda de nadie.

Mulvaney piensa que el plan fiscal 9-9-9 de Cain fue clave en su ascenso porque a los electores les gustó "el hecho de que por lo menos intentara ofrecer detalles concretos". Pero Warthen destaca que no hay ningún "apego emocional" con Cain, lo que le expone especialmente al estallido fulminante de su burbuja.

En el ínterin, Romney despunta en la campaña, todavía incapaz de administrar el empujón a pesar de los tropezones de sus rivales. "Parece encasillado en los veintitantos puntos", dice el ex gobernador Mark Sanford aludiendo a la posición de Romney en las encuestas. "Se viene produciendo un rechazo filosófico en el seno del electorado del Partido Republicano hacia Romney, por la razón que sea". La reforma sanitaria de Romney en Massachusetts sigue siendo un obstáculo importante, y las acusaciones de cambiar de opinión a conveniencia han calado.

El rumbo del favorito es menos prometedor que antes por otra razón. Will Folks, el antiguo asesor de Sanford polémico a veces que participa en el blog político más popular del estado, aduce que "se ha dado un vuelco a la vieja estructura de la política Republicana de Carolina del Sur", al entrar en juego nuevas fuerzas. Los conservadores religiosos, imprescindibles para la estrategia de Perry, siguen siendo importantes, pero Folks considera que hay otro grupo igual de importante potencialmente: los votantes que son relativamente moderados en cuestiones sociales pero que tienen opiniones conservadoras en materia de impuestos y gasto público. Serán los objetivos de Huntsman, y Perry y Romney también los necesitan.

Y para complicar las cosas más, Sanford detecta "una especie de… bache al ex presidente de la Cámara Newt Gingrich.

Warthen sigue convencido de que Carolina del Norte puede volver al buen camino y apoyar a Romney como candidato más plausible. Pero no hay otro estado quizá en el que tantas versiones en conflicto y frecuentemente ruidosas del conservadurismo confluyan -- y colisionen. Para Romney, el diestro gestor de riesgos, esto va a ser su encargo más peliagudo.