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La Vanguardia y TV3 en vanguardia de la campaña por el referéndum

Los medios catalanes colaboradores eficaces del golpe separatista

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Es evidente que, el señor Puigdemont y su adversario político, pero colaborador necesario en este folletín en el que se ha convertido el desafío catalán, por intentar conseguir llevar a cabo el famoso referéndum “por el derecho a decidir”, el señor Juncadella, ante la imposibilidad de torcer la voluntad del Gobierno de la nación; su impotencia ante la posición de los partidos mayoritarios en el Parlamento español, contrarios al “process” , y sus derrotas ante los tribunales en todos los intentos que han realizado para conseguir una sentencia que favoreciera sus aspiraciones independentistas; no les ha quedado más remedio que liarse la manta a la cabeza, presionados por sus socios, especialmente por los anarquistas de la CUP que, en su papel de sostenedores del gobierno catalán, se atribuyen del derecho de defensores máximos del referéndum secesionista, y han enfocado, en una decisión suicida, su ofensiva hacia la anunciada consulta del 1 de octubre, pese a que ya se les ha advertido, por activa y por pasiva, que no se les va a consentir que se celebre semejante dislate.

Ya lo anunciaron y efectivamente, valiéndose de sus influencias, amenazas, chantajes e influencias de las que gozan en los medios de comunicación más importante del país y de las emisoras de TV, en especial al TV3 catalana y su bandera enseña La Vanguardia, del grupo Godó, que no se sabe si es porque esta cogida de sus teóricos cataplines a causa de la subvención que percibe del Gobern por la emisión en catalán del periódico o por el resto de ayudas y ventajas que obtiene de la Generalitat, lo cierto es que no ha tardado ni un día en sacar sus baterías y empezar a lanzar obuses propagandísticos, como ha sido el publicar una encuesta con toda clase de detalles sobre lo que, según ellos y la empresa GAD3, la autora del estudio, va a ocurrir el día 1º de octubre cuando, piensan ellos, se van a abrir los colegios electorales y una parte de los catalanes (reconocen que pueden llegar a ser un 54% del censo, los que acudan a ellos) comparezcan ante las urnas para depositar en ellas su voto. Según esta encuesta votarán, de los que acudan a las urnas, un 42,5% apoyando la independencia de Cataluña de España.

Como somos muy malos matemáticos, como gente de letras que somos, podemos estar equivocados, por lo que nos disculpamos de antemano por nuestra ignorancia; en todo caso nos parece que el resultado sobre el 100% de catalanes que pueden ejercer el voto, si sólo votaran el 54%, no les da a derecho a pensar que los que no votan son personas que, por diversas causas, no han podido hacerlo, porque, en este caso, lo evidente es que, si se trata de un referéndum ilegal, serán muchos los que no acudirán por rechazo a semejante ilegalidad. Lo que nos hace pensar que, en definitiva, sólo un 23 % escaso de los ciudadanos catalanes con derecho a voto serían, si aciertan los de la encuesta, los que apoyarían el romper con España, para crear un estado libre catalán.

En todo caso, no creemos que el tema se pueda centrar en lo que resultaría del referendo que pretenden celebrar los nacionalistas, sino de sí, esta consulta ilegal, pueda llegar a celebrarse, se puedan abrir los colegios electorales, existan las urnas precisas para poder depositar los votos y los miembros de las respectiva mesas van a poder constituirse en la forma en la que está dispuesto en la ley electoral, una a la que no se pueden acoger por resultar todos los actos que se celebren en este sentido, por disposición del TC, nulos de pleno derecho. El señor Puigdemón, en su sicopático arrebato de locura, habla del “miedo” que nos pueden infundir al resto de españoles los separatistas catalanes; de lo que los 500 municipios que se han mostrado en disposición de proporcionar locales para las votaciones van a poder influir en el ánimo de las instituciones estatales, cada una según sus responsabilidades, que van a tener la misión de impedir que este desafío a la Constitución, esta enmienda al voto de los españoles que decidieron que España era una e indivisible o que la misión de las fuerzas de seguridad del Estado obligadas a hacer que se respete la legalidad, algo que no cabe en la mente de ningún español, una gran mayoría, sin duda, pueda poner en duda seguros de que, en esta ocasión, el gobierno que ha estado vacilando durante años, cuando debería de haber acabado con esta amenaza desde hace tiempo, va a cumplir con su obligación sin parar mientes en los votos que le pueda costar; sin consideraciones o mojigaterías que pudieran dar lugar a interpretaciones equívocas o sin cuestionarse las posibles reacciones a las que habrá, sin duda, que hacer frente, por los medios que fueran precisos.

Hay medios para hacerlo y tampoco hay que sobrevalorar las expresiones, más o menos amenazantes, de algunos nacionalistas bocazas y exaltados que, cuando llega el momento de tener que demostrar su valentía encogen la cola bajo el culo y echan a correr. Conviene recordar la vergonzosa entrega de Barcelona a las tropas del general Franco, cuando se habían cansado de repetir aquel slogan de la Pasionaria, con el que animaba a las tropas republicanas, cuando gritaba: “no pasarán” y pasaron, vaya si lo hicieron y sin que fueran recibidos ni con un solo tiro de los encargados de defenderla.

No hay duda de que, a los que nos sentimos españoles, antes que nada, nos van a quedar unos meses de dificultades, un tiempo de mantenerse firmes y no dejarse arrastrar por miedos ni por otras consideraciones que no sean permanecer fieles a nuestros principios, permaneciendo a las órdenes del Estado español y sin dejarnos condicionar por lo que se nos pueda indicar, lo que intenten obligarnos a hacer o lo que, los separatistas, intenten hacernos creer. Basta escuchar lo que han llegado a decir personas como la Neus Munte, la Pilar Raola, el señor Cuni, el señor Puigdemont y toda la camarilla de tiralevitas que forman la plana mayor del separatismo catalán. Todos ellos mienten, hablan de democracia cuando lo que hacen está, precisamente, en contra de la democracia, hablan de mayorías cuando la mayoría de los españoles no acepta su posicionamiento; hablan de historia cuando todos son pamemas y nada de lo que dicen se corresponde con la verdad histórica de Cataluña, que nunca ha sido una nación independiente y sólo llegó a ser uno más de los condados de la corona de Aragón. Hablan de guerra de Independencia cuando se trataba de la guerra de Sucesión y, en aquellos momentos, lo hicieron juntamente con Castilla en contra de los Borbones de Felipe V y en favor de los Austrias.

Sólo una cuestión. Si después de tanto tiempo de darles cuerda, si tras años de estar soportando, estoicamente, que se nos suban a las narices estos señores que intentan rebelarse en contra de la Constitución, que se han levantado en contra de las instituciones patrias y han tomado el camino del enfrentamiento y la desobediencia, sin hacer caso del Gobierno, de las Cortes, de los Tribunales de Justicia ni de lo que se les ha indicado desde la UE, respeto a su futuro fuera de ella; el actual Gobierno deja, una vez más, de cumplir con su obligación, de aplicar la ley con toda la fuerza precisa o se presta a chanchullos, salidas deshonrosas o concesiones timoratas que pudieran significar una deshonra, una capitulación o se pudiera entender como una claudicación ante la Generalitat; deberemos considerar que han traicionado a España y, en consecuencia, nuestros votos deberán buscar otro destinatario que recoja mejor nuestros principios, que defienda nuestros valores y que tenga la valentía de enfrentarse a aquellos que pretenden vencernos. Cuando llegue el momento de seguir a todos aquellos valientes españoles que supieron morir para que España no cayera en manos de quienes sólo deseaban para ella su rendición ante quienes sólo esperaban llegar al poder para acabar con ella. Puede que parezca algo obsoleto, pero, si seguimos por la senda que nos vienen marcando los nuevos partidos políticos de extrema izquierda o los secesionistas catalanes, corre peligro el futuro de España y, en consecuencia el de nuestros hijos y nietos.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no nos duelen prendas el significarnos en apoyo de quienes, aun viéndose en la necesidad de vivir en Cataluña, tienen la valentía, el decoro y las convicciones que corresponden a los que se sienten españoles primero de todo y luego catalanes. Seguramente que nos quedan meses en los que vamos a poder contemplar movimientos con los que no vamos a estar de acuerdo y, casi seguro, que vamos a tener que tomar decisiones difíciles, pero vale la pena arriesgarse si, con ello, defendemos nuestros derechos como españoles.

Los medios catalanes colaboradores eficaces del golpe separatista

La Vanguardia y TV3 en vanguardia de la campaña por el referéndum
Miguel Massanet
lunes, 3 de julio de 2017, 00:01 h (CET)
Es evidente que, el señor Puigdemont y su adversario político, pero colaborador necesario en este folletín en el que se ha convertido el desafío catalán, por intentar conseguir llevar a cabo el famoso referéndum “por el derecho a decidir”, el señor Juncadella, ante la imposibilidad de torcer la voluntad del Gobierno de la nación; su impotencia ante la posición de los partidos mayoritarios en el Parlamento español, contrarios al “process” , y sus derrotas ante los tribunales en todos los intentos que han realizado para conseguir una sentencia que favoreciera sus aspiraciones independentistas; no les ha quedado más remedio que liarse la manta a la cabeza, presionados por sus socios, especialmente por los anarquistas de la CUP que, en su papel de sostenedores del gobierno catalán, se atribuyen del derecho de defensores máximos del referéndum secesionista, y han enfocado, en una decisión suicida, su ofensiva hacia la anunciada consulta del 1 de octubre, pese a que ya se les ha advertido, por activa y por pasiva, que no se les va a consentir que se celebre semejante dislate.

Ya lo anunciaron y efectivamente, valiéndose de sus influencias, amenazas, chantajes e influencias de las que gozan en los medios de comunicación más importante del país y de las emisoras de TV, en especial al TV3 catalana y su bandera enseña La Vanguardia, del grupo Godó, que no se sabe si es porque esta cogida de sus teóricos cataplines a causa de la subvención que percibe del Gobern por la emisión en catalán del periódico o por el resto de ayudas y ventajas que obtiene de la Generalitat, lo cierto es que no ha tardado ni un día en sacar sus baterías y empezar a lanzar obuses propagandísticos, como ha sido el publicar una encuesta con toda clase de detalles sobre lo que, según ellos y la empresa GAD3, la autora del estudio, va a ocurrir el día 1º de octubre cuando, piensan ellos, se van a abrir los colegios electorales y una parte de los catalanes (reconocen que pueden llegar a ser un 54% del censo, los que acudan a ellos) comparezcan ante las urnas para depositar en ellas su voto. Según esta encuesta votarán, de los que acudan a las urnas, un 42,5% apoyando la independencia de Cataluña de España.

Como somos muy malos matemáticos, como gente de letras que somos, podemos estar equivocados, por lo que nos disculpamos de antemano por nuestra ignorancia; en todo caso nos parece que el resultado sobre el 100% de catalanes que pueden ejercer el voto, si sólo votaran el 54%, no les da a derecho a pensar que los que no votan son personas que, por diversas causas, no han podido hacerlo, porque, en este caso, lo evidente es que, si se trata de un referéndum ilegal, serán muchos los que no acudirán por rechazo a semejante ilegalidad. Lo que nos hace pensar que, en definitiva, sólo un 23 % escaso de los ciudadanos catalanes con derecho a voto serían, si aciertan los de la encuesta, los que apoyarían el romper con España, para crear un estado libre catalán.

En todo caso, no creemos que el tema se pueda centrar en lo que resultaría del referendo que pretenden celebrar los nacionalistas, sino de sí, esta consulta ilegal, pueda llegar a celebrarse, se puedan abrir los colegios electorales, existan las urnas precisas para poder depositar los votos y los miembros de las respectiva mesas van a poder constituirse en la forma en la que está dispuesto en la ley electoral, una a la que no se pueden acoger por resultar todos los actos que se celebren en este sentido, por disposición del TC, nulos de pleno derecho. El señor Puigdemón, en su sicopático arrebato de locura, habla del “miedo” que nos pueden infundir al resto de españoles los separatistas catalanes; de lo que los 500 municipios que se han mostrado en disposición de proporcionar locales para las votaciones van a poder influir en el ánimo de las instituciones estatales, cada una según sus responsabilidades, que van a tener la misión de impedir que este desafío a la Constitución, esta enmienda al voto de los españoles que decidieron que España era una e indivisible o que la misión de las fuerzas de seguridad del Estado obligadas a hacer que se respete la legalidad, algo que no cabe en la mente de ningún español, una gran mayoría, sin duda, pueda poner en duda seguros de que, en esta ocasión, el gobierno que ha estado vacilando durante años, cuando debería de haber acabado con esta amenaza desde hace tiempo, va a cumplir con su obligación sin parar mientes en los votos que le pueda costar; sin consideraciones o mojigaterías que pudieran dar lugar a interpretaciones equívocas o sin cuestionarse las posibles reacciones a las que habrá, sin duda, que hacer frente, por los medios que fueran precisos.

Hay medios para hacerlo y tampoco hay que sobrevalorar las expresiones, más o menos amenazantes, de algunos nacionalistas bocazas y exaltados que, cuando llega el momento de tener que demostrar su valentía encogen la cola bajo el culo y echan a correr. Conviene recordar la vergonzosa entrega de Barcelona a las tropas del general Franco, cuando se habían cansado de repetir aquel slogan de la Pasionaria, con el que animaba a las tropas republicanas, cuando gritaba: “no pasarán” y pasaron, vaya si lo hicieron y sin que fueran recibidos ni con un solo tiro de los encargados de defenderla.

No hay duda de que, a los que nos sentimos españoles, antes que nada, nos van a quedar unos meses de dificultades, un tiempo de mantenerse firmes y no dejarse arrastrar por miedos ni por otras consideraciones que no sean permanecer fieles a nuestros principios, permaneciendo a las órdenes del Estado español y sin dejarnos condicionar por lo que se nos pueda indicar, lo que intenten obligarnos a hacer o lo que, los separatistas, intenten hacernos creer. Basta escuchar lo que han llegado a decir personas como la Neus Munte, la Pilar Raola, el señor Cuni, el señor Puigdemont y toda la camarilla de tiralevitas que forman la plana mayor del separatismo catalán. Todos ellos mienten, hablan de democracia cuando lo que hacen está, precisamente, en contra de la democracia, hablan de mayorías cuando la mayoría de los españoles no acepta su posicionamiento; hablan de historia cuando todos son pamemas y nada de lo que dicen se corresponde con la verdad histórica de Cataluña, que nunca ha sido una nación independiente y sólo llegó a ser uno más de los condados de la corona de Aragón. Hablan de guerra de Independencia cuando se trataba de la guerra de Sucesión y, en aquellos momentos, lo hicieron juntamente con Castilla en contra de los Borbones de Felipe V y en favor de los Austrias.

Sólo una cuestión. Si después de tanto tiempo de darles cuerda, si tras años de estar soportando, estoicamente, que se nos suban a las narices estos señores que intentan rebelarse en contra de la Constitución, que se han levantado en contra de las instituciones patrias y han tomado el camino del enfrentamiento y la desobediencia, sin hacer caso del Gobierno, de las Cortes, de los Tribunales de Justicia ni de lo que se les ha indicado desde la UE, respeto a su futuro fuera de ella; el actual Gobierno deja, una vez más, de cumplir con su obligación, de aplicar la ley con toda la fuerza precisa o se presta a chanchullos, salidas deshonrosas o concesiones timoratas que pudieran significar una deshonra, una capitulación o se pudiera entender como una claudicación ante la Generalitat; deberemos considerar que han traicionado a España y, en consecuencia, nuestros votos deberán buscar otro destinatario que recoja mejor nuestros principios, que defienda nuestros valores y que tenga la valentía de enfrentarse a aquellos que pretenden vencernos. Cuando llegue el momento de seguir a todos aquellos valientes españoles que supieron morir para que España no cayera en manos de quienes sólo deseaban para ella su rendición ante quienes sólo esperaban llegar al poder para acabar con ella. Puede que parezca algo obsoleto, pero, si seguimos por la senda que nos vienen marcando los nuevos partidos políticos de extrema izquierda o los secesionistas catalanes, corre peligro el futuro de España y, en consecuencia el de nuestros hijos y nietos.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no nos duelen prendas el significarnos en apoyo de quienes, aun viéndose en la necesidad de vivir en Cataluña, tienen la valentía, el decoro y las convicciones que corresponden a los que se sienten españoles primero de todo y luego catalanes. Seguramente que nos quedan meses en los que vamos a poder contemplar movimientos con los que no vamos a estar de acuerdo y, casi seguro, que vamos a tener que tomar decisiones difíciles, pero vale la pena arriesgarse si, con ello, defendemos nuestros derechos como españoles.

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Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".

Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.

Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.

 
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