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Ante la indecisión de miles de ciudadanos Alfredo Pérez Rubalcaba busca fidelizar a sus votantes a través de regalos

Fidelización por puntos

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Los monederos de hoy en día ya no son lo que eran. Llámense monederos, billeteras, carteras, o como usted los prefiera llamar. Cada vez los fabrican más pequeños, convirtiendo en imposible almacenar todas esas tarjetas de fidelidad que, a veces sin querer, coleccionamos como si de cromos se tratara. El fenómeno es muy curioso. Guardamos tarjetas de supermercados, de tiendas de moda, de deportes, de cines y de restaurantes. Coleccionamos incluso las tarjetas de las gasolineras persiguiendo conseguir regalitos pagados a precio de oro que en el mejor de los casos, arrinconaremos en el último estante de nuestra cocina.

El mercado es muy competitivo y los comercios lo saben. Las tiendas quieren que seamos fieles, y nosotros queremos nuestro inútil regalito. Todo es poco para fidelizar a un cliente muy exigente que mañana puede irse de compras a la competencia. Pero la crisis del consumidor infiel ha traspasado ya el mundo de las compras llegando incluso al de la política. Y de esto parecen haberse dado cuenta los asesores de Alfredo Pérez Rubalcaba, candidato socialista a la Presidencia del Gobierno. Ante la temida fuga de votos, ante la infidelidad más que segura de miles de indecisos, Rubalcaba se apunta a la fidelización por puntos.

El candidato socialista pretende convencer a través de una tarjetita on-line que no ocupará espacio en su pequeño monedero. Es roja, como no podría ser de otra manera y busca, casi a la desesperada convencer a su yo materialista a través de distintos obsequios para que usted pase a ser altavoz on-line de las propuestas de Rubalcaba. Tan sólo se le pide que se registre en la página web del candidato, que venda todos sus datos personales y que diga, entre otras muchas cosas, hasta de qué color llevaba su madre la ropa interior en el momento de traerle al mundo. Cuando haya cumplimentado este proceso, ya puede usted convertirse en altavoz on-line de las políticas “progresistas” del señor Rubalcaba. Lance tuits y haga click en Me Gusta tantas veces como pueda, no sea que alguno de sus contactos se vaya a perder videos tan alucinantes como el del niño repeinadito.

Pero ojo, no crea usted que le saldrá gratis. Sepa que se va a converir en la pesadilla de sus amigos. De hecho, algunos incluso dejarán de serlo, por lo menos en lo que a redes sociales se refiere. Para poder hacerse con unos 1000 puntos del programa de Rubalcaba, usted deberá subir 500 noticias a su perfil de Twitter o Facebook durante los próximos 30 días, o lo que es lo mismo, taladrar a sus amistades con 16 menciones diarias a políticas y propuestas del señor Rubalcaba.

Por el momento ya son muchos los que están dando voz en Twitter a los mensajes del socialista. Pero deberán ser muchos más los que lo hagan para intentar así que el mensaje “progresista”, rancio y poco creíble convenza de verdad a los votantes más escépticos. Puede que con esta medida y con los votos que de ella dependan el barco socialista no se hunda la noche del 20N y sólo quede a la deriva buscando nuevo rumbo y nuevo capitán.

Fidelización por puntos

Ante la indecisión de miles de ciudadanos Alfredo Pérez Rubalcaba busca fidelizar a sus votantes a través de regalos
Gema Acevedo
viernes, 28 de octubre de 2011, 07:49 h (CET)
Los monederos de hoy en día ya no son lo que eran. Llámense monederos, billeteras, carteras, o como usted los prefiera llamar. Cada vez los fabrican más pequeños, convirtiendo en imposible almacenar todas esas tarjetas de fidelidad que, a veces sin querer, coleccionamos como si de cromos se tratara. El fenómeno es muy curioso. Guardamos tarjetas de supermercados, de tiendas de moda, de deportes, de cines y de restaurantes. Coleccionamos incluso las tarjetas de las gasolineras persiguiendo conseguir regalitos pagados a precio de oro que en el mejor de los casos, arrinconaremos en el último estante de nuestra cocina.

El mercado es muy competitivo y los comercios lo saben. Las tiendas quieren que seamos fieles, y nosotros queremos nuestro inútil regalito. Todo es poco para fidelizar a un cliente muy exigente que mañana puede irse de compras a la competencia. Pero la crisis del consumidor infiel ha traspasado ya el mundo de las compras llegando incluso al de la política. Y de esto parecen haberse dado cuenta los asesores de Alfredo Pérez Rubalcaba, candidato socialista a la Presidencia del Gobierno. Ante la temida fuga de votos, ante la infidelidad más que segura de miles de indecisos, Rubalcaba se apunta a la fidelización por puntos.

El candidato socialista pretende convencer a través de una tarjetita on-line que no ocupará espacio en su pequeño monedero. Es roja, como no podría ser de otra manera y busca, casi a la desesperada convencer a su yo materialista a través de distintos obsequios para que usted pase a ser altavoz on-line de las propuestas de Rubalcaba. Tan sólo se le pide que se registre en la página web del candidato, que venda todos sus datos personales y que diga, entre otras muchas cosas, hasta de qué color llevaba su madre la ropa interior en el momento de traerle al mundo. Cuando haya cumplimentado este proceso, ya puede usted convertirse en altavoz on-line de las políticas “progresistas” del señor Rubalcaba. Lance tuits y haga click en Me Gusta tantas veces como pueda, no sea que alguno de sus contactos se vaya a perder videos tan alucinantes como el del niño repeinadito.

Pero ojo, no crea usted que le saldrá gratis. Sepa que se va a converir en la pesadilla de sus amigos. De hecho, algunos incluso dejarán de serlo, por lo menos en lo que a redes sociales se refiere. Para poder hacerse con unos 1000 puntos del programa de Rubalcaba, usted deberá subir 500 noticias a su perfil de Twitter o Facebook durante los próximos 30 días, o lo que es lo mismo, taladrar a sus amistades con 16 menciones diarias a políticas y propuestas del señor Rubalcaba.

Por el momento ya son muchos los que están dando voz en Twitter a los mensajes del socialista. Pero deberán ser muchos más los que lo hagan para intentar así que el mensaje “progresista”, rancio y poco creíble convenza de verdad a los votantes más escépticos. Puede que con esta medida y con los votos que de ella dependan el barco socialista no se hunda la noche del 20N y sólo quede a la deriva buscando nuevo rumbo y nuevo capitán.

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