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Rick Perry debería de haber echado el freno

Definir a la baja la política

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WASHINGTON -- . En lugar de eso duplicó la apuesta, de una forma que fue doblemente iluminadora -- con respecto al propio Perry y con respecto al degradado estado de la política moderna.

La cuestión, sobradamente sorprendente, es el lugar de nacimiento del Presidente Obama -- meses después de que la desclasificación de su partida de nacimiento debiera haber zanjado la polémica. Durante una entrevista con la revista Parade, el Gobernador de Texas declaraba el lugar de nacimiento de Obama "un motivo de distracción" al tiempo que se aferraba con total naturalidad a la oportunidad de distraer.

"Bueno, no tengo una respuesta definitiva (a si Obama nació o no en Estados Unidos), porque él nunca ha visto mi partida de nacimiento", dijo Perry. Fue Perry clásico: el maridaje entre incoherencia lógica y gancho zalamero que es su sello.

Un candidato más despierto se habría quedado allí. Perry, en una entrevista en la CNBC con el periodista John Harwood, fue más allá, a pesar de las repetidas invitaciones de Harwood a abandonar su estupidez.

"Mire, yo no he visto la suya", dijo Perry. "No he visto sus notas académicas. Mis notas acabaron en la portada de la prensa, así que, ya sabe, si vamos a ir sacando cositas, vamos a sacar cositas".

¿Esto es una campaña presidencial o un recreo de educación básica? Yo te enseño lo mío si tú me enseñas lo tuyo. A propósito, si yo hubiera sacado las notas de Perry, no las dejaría caer en una conversación. Desde luego no si me postulara contra un expresidente del Harvard Law Review.

Pero a continuación Perry, como es su estilo, incidía en la verdadera cuestión. "Pero mire, todo eso es una distracción. Quiero decir, lo pillo. En realidad no me preocupa la partida de nacimiento del presidente. Es divertido bromear a su costa un poco y decir: 'Oiga, qué le parece si vemos sus notas y su partida de nacimiento'".

La cuestión del lugar de nacimiento del presidente, añadía Perry, es "una cuestión legítima a mantener viva".

Podría creer que se trata de un candidato que intenta estar en misa y repicando de manera cauta: un gesto a los desequilibrados de la conspiración del nacimiento con guiño simultáneo a los que saben que se trata de una distracción ridícula. De no ser porque Perry logró evitar su verdadero mensaje de la jornada: su propuesta inasequible e injusta de "simplificar" el código fiscal -- utilizando sin escrúpulos una alternativa de tipo impositivo fijo al régimen fiscal en vigor.

El reconocimiento por parte de Perry de su interés en beneficiarse de la conspiración manía recordó a su evasión ingenua, durante el último debate, en relación a si creía que debía alterarse la Decimocuarta Enmienda aboliendo el capítulo jus soli, el derecho a la ciudadanía en el momento del nacimiento. "Usted hace las preguntas", dijo al moderador Anderson Cooper. "Yo respondo las cosas como quiero".

Observe al candidato: mejor no entrar en detalles de tus propias instrucciones. Sólo porque tus anfitriones del debate te pidan que respondas a la pregunta que quieras responder, no a la que se te plantea, no significa que debas anunciar que eso es lo que vas a hacer.

Ahora tenemos a Perry, apuesta decente si bien marchita por la candidatura presidencial Republicana, practicando abiertamente la política como cadena de chistes. La idea no es debatir de quién son las mejores soluciones para América -- es ponerse en el lugar del otro.

Por eso Perry pinchaba a Mitt Romney con la inmigración. "Usted contrató ilegales en su residencia y lo supo durante un año. Y la idea de que comparezca aquí ante nosotros y nos diga que es usted firme en inmigración es el culmen de la hipocresía a la cara".

Casualmente, Perry tiene más razón -- es decir, está más en lo cierto -- que Romney en inmigración, en lo que respecta por lo menos a la cuestión de la legislación de regularización de inmigrantes DREAM y las posibilidades de los menores de inmigrantes en situación irregular de matricularse en centros públicos a precios subvencionados.

Pero la puñalada de Perry a Romney fue trapera. El antiguo gobernador de Massachusetts contrató a una firma de paisajismo que, descubrió el Boston Globe, había contratado inmigrantes en situación irregular. Romney ordenó que lo dejara. Cuando resultó que no lo había dejado, disolvió el contrato con la empresa.

La cuestión de la partida de nacimiento de Obama debería ser caso resuelto. Resulta sorprendente que un gobernador en ejercicio, y candidato importante a presidente nada menos, acceda a jugarse la dignidad a este juego.

Una vez más, 2012 está cobrando la forma de una campaña alucinante. Fíjese en el aberrante anuncio nuevo sin sustancia de Herman Cain en el que el candidato recibe el apoyo de, sí, el director de la campaña del candidato. Que está fumando (literalmente) en el anuncio.

"Estoy verdaderamente convencido de que Herman Cain devolverá los Unidos a los Estados Unidos de América", afirma el ayudante, Mark Block.

El país enfrenta problemas graves. Éstas van a ser unas elecciones cruciales. Los votantes se merecen algo mejor que tonterías y el uso del miedo para influir.

Definir a la baja la política

Rick Perry debería de haber echado el freno
Ruth Marcus
jueves, 27 de octubre de 2011, 06:54 h (CET)
WASHINGTON -- . En lugar de eso duplicó la apuesta, de una forma que fue doblemente iluminadora -- con respecto al propio Perry y con respecto al degradado estado de la política moderna.

La cuestión, sobradamente sorprendente, es el lugar de nacimiento del Presidente Obama -- meses después de que la desclasificación de su partida de nacimiento debiera haber zanjado la polémica. Durante una entrevista con la revista Parade, el Gobernador de Texas declaraba el lugar de nacimiento de Obama "un motivo de distracción" al tiempo que se aferraba con total naturalidad a la oportunidad de distraer.

"Bueno, no tengo una respuesta definitiva (a si Obama nació o no en Estados Unidos), porque él nunca ha visto mi partida de nacimiento", dijo Perry. Fue Perry clásico: el maridaje entre incoherencia lógica y gancho zalamero que es su sello.

Un candidato más despierto se habría quedado allí. Perry, en una entrevista en la CNBC con el periodista John Harwood, fue más allá, a pesar de las repetidas invitaciones de Harwood a abandonar su estupidez.

"Mire, yo no he visto la suya", dijo Perry. "No he visto sus notas académicas. Mis notas acabaron en la portada de la prensa, así que, ya sabe, si vamos a ir sacando cositas, vamos a sacar cositas".

¿Esto es una campaña presidencial o un recreo de educación básica? Yo te enseño lo mío si tú me enseñas lo tuyo. A propósito, si yo hubiera sacado las notas de Perry, no las dejaría caer en una conversación. Desde luego no si me postulara contra un expresidente del Harvard Law Review.

Pero a continuación Perry, como es su estilo, incidía en la verdadera cuestión. "Pero mire, todo eso es una distracción. Quiero decir, lo pillo. En realidad no me preocupa la partida de nacimiento del presidente. Es divertido bromear a su costa un poco y decir: 'Oiga, qué le parece si vemos sus notas y su partida de nacimiento'".

La cuestión del lugar de nacimiento del presidente, añadía Perry, es "una cuestión legítima a mantener viva".

Podría creer que se trata de un candidato que intenta estar en misa y repicando de manera cauta: un gesto a los desequilibrados de la conspiración del nacimiento con guiño simultáneo a los que saben que se trata de una distracción ridícula. De no ser porque Perry logró evitar su verdadero mensaje de la jornada: su propuesta inasequible e injusta de "simplificar" el código fiscal -- utilizando sin escrúpulos una alternativa de tipo impositivo fijo al régimen fiscal en vigor.

El reconocimiento por parte de Perry de su interés en beneficiarse de la conspiración manía recordó a su evasión ingenua, durante el último debate, en relación a si creía que debía alterarse la Decimocuarta Enmienda aboliendo el capítulo jus soli, el derecho a la ciudadanía en el momento del nacimiento. "Usted hace las preguntas", dijo al moderador Anderson Cooper. "Yo respondo las cosas como quiero".

Observe al candidato: mejor no entrar en detalles de tus propias instrucciones. Sólo porque tus anfitriones del debate te pidan que respondas a la pregunta que quieras responder, no a la que se te plantea, no significa que debas anunciar que eso es lo que vas a hacer.

Ahora tenemos a Perry, apuesta decente si bien marchita por la candidatura presidencial Republicana, practicando abiertamente la política como cadena de chistes. La idea no es debatir de quién son las mejores soluciones para América -- es ponerse en el lugar del otro.

Por eso Perry pinchaba a Mitt Romney con la inmigración. "Usted contrató ilegales en su residencia y lo supo durante un año. Y la idea de que comparezca aquí ante nosotros y nos diga que es usted firme en inmigración es el culmen de la hipocresía a la cara".

Casualmente, Perry tiene más razón -- es decir, está más en lo cierto -- que Romney en inmigración, en lo que respecta por lo menos a la cuestión de la legislación de regularización de inmigrantes DREAM y las posibilidades de los menores de inmigrantes en situación irregular de matricularse en centros públicos a precios subvencionados.

Pero la puñalada de Perry a Romney fue trapera. El antiguo gobernador de Massachusetts contrató a una firma de paisajismo que, descubrió el Boston Globe, había contratado inmigrantes en situación irregular. Romney ordenó que lo dejara. Cuando resultó que no lo había dejado, disolvió el contrato con la empresa.

La cuestión de la partida de nacimiento de Obama debería ser caso resuelto. Resulta sorprendente que un gobernador en ejercicio, y candidato importante a presidente nada menos, acceda a jugarse la dignidad a este juego.

Una vez más, 2012 está cobrando la forma de una campaña alucinante. Fíjese en el aberrante anuncio nuevo sin sustancia de Herman Cain en el que el candidato recibe el apoyo de, sí, el director de la campaña del candidato. Que está fumando (literalmente) en el anuncio.

"Estoy verdaderamente convencido de que Herman Cain devolverá los Unidos a los Estados Unidos de América", afirma el ayudante, Mark Block.

El país enfrenta problemas graves. Éstas van a ser unas elecciones cruciales. Los votantes se merecen algo mejor que tonterías y el uso del miedo para influir.

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