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El exacerbado machismo que caracteriza a la cultura paraguaya se agudizó bajo la actual administración arzobispal

La dura lucha feminista en Paraguay

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Durante una reciente conversación entre la presidenta argentina Cristina Fernández y su homólogo paraguayo Fernando Lugo, hubo un extraño corte en la comunicación telefónica que dibujó una metáfora de lo que representan ambos mandatarios. Por su lado Cristina, un paradigma del avance de las mujeres en terrenos antiguamente negados a las mujeres, y por su lado Lugo, figura emblemática de machismo con compromiso popular.

También constituye una muestra de las distancias entre la cultura política de ambos países, todavía separados por una gran brecha que se pone de manifiesto con este paralelismo.
Argentina, un país con una fuerte presencia femenina en la historia política, aunque la principal heroína haya sido una mujer que representaba la antítesis de las luchadoras feministas de su país como Alicia Moreau de Justo, Elvira Dellepiane Rawson o Silvina Ocampo.

Nos referimos a Eva Perón, a quien las mujeres de la alta sociedad veían como una vulgar mujerzuela, aunque esta apreciación subjetiva no le restaba envergadura y eficacia a su acción política. Su marido Juan Domingo Perón, uno de los más importantes caudillos de la historia argentina, ganó las elecciones del 11 de noviembre de 1951 con el voto de tres millones y medio de mujeres, tras incluir por primera vez al voto femenino en esos comicios.
El Paraguay, en contrapartida, ostenta como credenciales de cultura machista el deshonroso récord de ser el último país de la región en conceder el sufragio femenino.

Íconos machistas, íconos feministas
Cuando en el año 2008 las supuestas feministas paraguayas tuvieron la oportunidad de apoyar a la primera mujer que se presentaba con probabilidades serias de llegar a la presidencia del país en la historia, la candidata Blanca Ovelar, en su gran mayoría se inclinaron por el cura católico Fernando Lugo, quien luego se tranformaría en una figura emblemática del machismo a nivel internacional. Ello ya sería historia si no fuera porque muchas de estas mujeres que acompañaron y siguen acompañando al obispo con hijos no reconocidos hoy pretenden seguir enarbolando las banderas del feminismo para sobrevivir en la arena política.

A propósito de tamaña caradurez, la periodista Gloria Rolón, escribió en una columna del diario Ultima Hora que “ninguna mujer que acompaña o “sigue” al gobierno de Fernando Lugo puede “esgrimir el tema de género como bandera principal en su campaña política”, dado que su líder “encarna precisamente todo contra lo que quienes dicen defender la igualdad de género, deben luchar”. Ellas, con su silencio y acompañando a un presidente como Fernando Lugo lo han legitimado.

“Los casos de Benigna Leguizamón, Viviana Carrillo y Hortensia Morán son los más claros ejemplos de abuso y sometimiento de género. Esas ministras lo saben pero prefirieron callar. Lamentable y condenable decisión” redondeaba Rolón.

En la arena
Una de las figuras emblemáticas citada por Gloria Rolón, Hortensia Morán, fue entrevistada recientemente por el periodista Vicente Galeano Benegas, dejando algunas agudas reflexiones respecto al tema (ver: http://www.marandudigital.com.py/politica/politica5.htm)
Hortensia señala, dando la razón a Gloria Rolón, que “la estructura machista aunque parezca increíble esta solventado por mujeres o tiene soporte de mujeres, y esas clases de mujeres tienen que desaparecer. La identidad es otro ejemplo que esta dentro de la estructura, del sistema, sobre todo cuando una mujer lidera, tiene un posionamiento distinto o tiene un carácter es cuando la estructura de poder camina para poder membretarla”.

También señala antivalores de la cultura machista paraguaya: “Y esta la mujer que le niega la identidad a su hijo por proteger a ciertos varones, ya sea de poder o de la sociedad, dicen que lo hacen con valor, que me parece totalmente erróneo para este tiempo. A mi me llegaron a decir en Palacio de Gobierno "Mi abuela murió con ese secreto y eso es un gran valor" para mi es totalmente lo contrario, voy a luchar contra esas realidades y mucho más.
A propósito de su incursión política, señala que la motivaron las “experiencias que me toca vivir, en esta estructura machista, de poder manejados por varones, creo que aún no tocamos las herramientas necesarias para transformar esto. También necesitamos una voluntad política entre todos. Y sobre todo mirando ya a otro nuevo periodo de gobierno que se acerca el de 2013 me interesa”.

Hortensia revela en la entrevista más sobre sus intenciones: “Me voy a dedicar a abrir un nuevo campo, el de la voz de la mujeres por que aquí la costumbre es de la mujer perdiendo. va a ser un espacio donde se plantea la problemática de las mujeres, sus derechos, los derechos humanos, identidad de niñas y niños, la cultura política, como se encaja toda esta estructura de poder político en nuestro país”.

Historia avanzando con el sexo
Dicen las crónicas que el primer país en conceder irrestricto derecho al voto femenino fue Nueva Zelanda, en 1893, gracias a un movimiento liderado por Kate Sheppard. Sin embargo, los exponentes misóginos tomaron sus precauciones y sólo permitían a las mujeres votar, pero no presentarse como candidatas. La heroica resistencia machista duró hasta 1919, cuando tuvieron que capitular y ceder a las neozelandesas el derecho a ser elegidas para cargos políticos.

De allí al avance de las mujeres en sus conquistas en todas las latitudes hubo mucho trecho, aunque en Paraguay sigamos anclados en el pasado idílico y legendario que lo llevó a ser considerado un paraíso de Mahoma. Un buen ejemplo y muy cercano lo dio la reelección de la presidenta argentina Cristina Fernández por abrumadora mayoría, a pesar de sus conocidos enfrentamientos con el establishment y la prensa hegemónica, algo que pocos varones pudieron sobrellevar.

Ya lo advirtió Catherine A. Mackinnon, Marx fue reduccionista al opinar que la historia no avanza con la cabeza sino los pies, porque se olvidó considerar el sexo de su cuerpo.

La dura lucha feminista en Paraguay

El exacerbado machismo que caracteriza a la cultura paraguaya se agudizó bajo la actual administración arzobispal
Luis Agüero Wagner
martes, 25 de octubre de 2011, 06:36 h (CET)
Durante una reciente conversación entre la presidenta argentina Cristina Fernández y su homólogo paraguayo Fernando Lugo, hubo un extraño corte en la comunicación telefónica que dibujó una metáfora de lo que representan ambos mandatarios. Por su lado Cristina, un paradigma del avance de las mujeres en terrenos antiguamente negados a las mujeres, y por su lado Lugo, figura emblemática de machismo con compromiso popular.

También constituye una muestra de las distancias entre la cultura política de ambos países, todavía separados por una gran brecha que se pone de manifiesto con este paralelismo.
Argentina, un país con una fuerte presencia femenina en la historia política, aunque la principal heroína haya sido una mujer que representaba la antítesis de las luchadoras feministas de su país como Alicia Moreau de Justo, Elvira Dellepiane Rawson o Silvina Ocampo.

Nos referimos a Eva Perón, a quien las mujeres de la alta sociedad veían como una vulgar mujerzuela, aunque esta apreciación subjetiva no le restaba envergadura y eficacia a su acción política. Su marido Juan Domingo Perón, uno de los más importantes caudillos de la historia argentina, ganó las elecciones del 11 de noviembre de 1951 con el voto de tres millones y medio de mujeres, tras incluir por primera vez al voto femenino en esos comicios.
El Paraguay, en contrapartida, ostenta como credenciales de cultura machista el deshonroso récord de ser el último país de la región en conceder el sufragio femenino.

Íconos machistas, íconos feministas
Cuando en el año 2008 las supuestas feministas paraguayas tuvieron la oportunidad de apoyar a la primera mujer que se presentaba con probabilidades serias de llegar a la presidencia del país en la historia, la candidata Blanca Ovelar, en su gran mayoría se inclinaron por el cura católico Fernando Lugo, quien luego se tranformaría en una figura emblemática del machismo a nivel internacional. Ello ya sería historia si no fuera porque muchas de estas mujeres que acompañaron y siguen acompañando al obispo con hijos no reconocidos hoy pretenden seguir enarbolando las banderas del feminismo para sobrevivir en la arena política.

A propósito de tamaña caradurez, la periodista Gloria Rolón, escribió en una columna del diario Ultima Hora que “ninguna mujer que acompaña o “sigue” al gobierno de Fernando Lugo puede “esgrimir el tema de género como bandera principal en su campaña política”, dado que su líder “encarna precisamente todo contra lo que quienes dicen defender la igualdad de género, deben luchar”. Ellas, con su silencio y acompañando a un presidente como Fernando Lugo lo han legitimado.

“Los casos de Benigna Leguizamón, Viviana Carrillo y Hortensia Morán son los más claros ejemplos de abuso y sometimiento de género. Esas ministras lo saben pero prefirieron callar. Lamentable y condenable decisión” redondeaba Rolón.

En la arena
Una de las figuras emblemáticas citada por Gloria Rolón, Hortensia Morán, fue entrevistada recientemente por el periodista Vicente Galeano Benegas, dejando algunas agudas reflexiones respecto al tema (ver: http://www.marandudigital.com.py/politica/politica5.htm)
Hortensia señala, dando la razón a Gloria Rolón, que “la estructura machista aunque parezca increíble esta solventado por mujeres o tiene soporte de mujeres, y esas clases de mujeres tienen que desaparecer. La identidad es otro ejemplo que esta dentro de la estructura, del sistema, sobre todo cuando una mujer lidera, tiene un posionamiento distinto o tiene un carácter es cuando la estructura de poder camina para poder membretarla”.

También señala antivalores de la cultura machista paraguaya: “Y esta la mujer que le niega la identidad a su hijo por proteger a ciertos varones, ya sea de poder o de la sociedad, dicen que lo hacen con valor, que me parece totalmente erróneo para este tiempo. A mi me llegaron a decir en Palacio de Gobierno "Mi abuela murió con ese secreto y eso es un gran valor" para mi es totalmente lo contrario, voy a luchar contra esas realidades y mucho más.
A propósito de su incursión política, señala que la motivaron las “experiencias que me toca vivir, en esta estructura machista, de poder manejados por varones, creo que aún no tocamos las herramientas necesarias para transformar esto. También necesitamos una voluntad política entre todos. Y sobre todo mirando ya a otro nuevo periodo de gobierno que se acerca el de 2013 me interesa”.

Hortensia revela en la entrevista más sobre sus intenciones: “Me voy a dedicar a abrir un nuevo campo, el de la voz de la mujeres por que aquí la costumbre es de la mujer perdiendo. va a ser un espacio donde se plantea la problemática de las mujeres, sus derechos, los derechos humanos, identidad de niñas y niños, la cultura política, como se encaja toda esta estructura de poder político en nuestro país”.

Historia avanzando con el sexo
Dicen las crónicas que el primer país en conceder irrestricto derecho al voto femenino fue Nueva Zelanda, en 1893, gracias a un movimiento liderado por Kate Sheppard. Sin embargo, los exponentes misóginos tomaron sus precauciones y sólo permitían a las mujeres votar, pero no presentarse como candidatas. La heroica resistencia machista duró hasta 1919, cuando tuvieron que capitular y ceder a las neozelandesas el derecho a ser elegidas para cargos políticos.

De allí al avance de las mujeres en sus conquistas en todas las latitudes hubo mucho trecho, aunque en Paraguay sigamos anclados en el pasado idílico y legendario que lo llevó a ser considerado un paraíso de Mahoma. Un buen ejemplo y muy cercano lo dio la reelección de la presidenta argentina Cristina Fernández por abrumadora mayoría, a pesar de sus conocidos enfrentamientos con el establishment y la prensa hegemónica, algo que pocos varones pudieron sobrellevar.

Ya lo advirtió Catherine A. Mackinnon, Marx fue reduccionista al opinar que la historia no avanza con la cabeza sino los pies, porque se olvidó considerar el sexo de su cuerpo.

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