Marco Simoncelli no tenía miedo a nada. Así quedó demostrado cuando intentó evitar la caída de su Honda para seguir en carrera sin pensar que la dirección de la misma se cerraría y sería embestido por Colin Edwards y su íntimo amigo Valentino Rossi. En el mismo circuito donde en 2008 se proclama campeón del mundo de 250, Marco perdía la vida haciendo lo que más le gustaba, estar encima de la moto.
Su forma de pilotar era lanzarse con el corazón contra cualquier obstáculo. Sin miedo. Sin temor. Dos palabras que definen a la perfección la figura de Marco Simoncelli. Odiado y querido a partes iguales, no dejaba indiferente a nadie. Empezando por su look desenfadado propio de un chaval de 24 años, continuando con una personalidad muy extrovertida y terminando con un estilo de pilotaje agresivo, siempre al límite y que tantas críticas había recibido en los últimos meses.
Con un talento enorme encima de la moto, era para muchos el heredero natural de Valentino Rossi. Hace escasamente una semana lograba en Australia el mejor resultado de su carrera deportiva en Moto GP y, ahora sí, comenzaba a asentarse en la categoría reina. Ya con una Honda RC 212V oficial, demostró que es capaz de ir muy rápido y que únicamente necesitaba regularidad para estar arriba. Todos los sueños se rompieron en Sepang.
Por Paolo, su padre. Por Kate, su novia. Por toda su familia. Por Cattolica, su ciudad natal. Por sus fans. Por los aficionados al motociclismo. Por todo el mundo del deporte. Y por muchos más que no he nombrado. Para todos ellos hoy se termina una etapa, pero comienza otra. Cuando un piloto aparezca en el futuro con las señas de identidad de Simoncelli, todos esbozarán una sonrisa a la vez que se emocionan al recordarle y ver que ha creado escuela. Y eso es algo que solo pueden hacer los mejores.
Hasta el último aliento luchó por su vida, el rival más duro al que jamás ha tenido que enfrentarse, y esta vez, perdió. Sin embargo, su mayor victoria será ser recordado por todo el paddock como lo que era, un piloto sin miedo. Seguro que allá donde esté continúa dándole gas a su moto. El `58´ de su carenado estará presente en el corazón de todos los aficionados, como lo está el `74´ de Kato y el de otros tantos pilotos que perdieron la vida compitiendo. Hasta siempre SuperSic. Descansa en paz, Marco Simoncelli.