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Para Chávez, el enemigo de mi enemigo puede ser mi amigo

Venezuela e Irán difieren ante Libia

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Venezuela e Irán han venido estrechando muchos lazos, pero ante Libia han disentido mucho. Mientras Chávez lamenta la muerte del Gadafi al que tildó de ‘revolucionario’, Irán festejó su fin.

Lo que ha ido acercando a los nuevos gobiernos izquierdistas latinoamericanos con Teherán es su común resistencia a Washington o en basarse en las regalías petroleras o políticas proteccionistas económicas y sociales que entran en contradicción con la agenda de EEUU.

Entre el autoproclamado socialismo cristiano, multipartidista y bolivariano del siglo XXI y el clericalismo islámico chiita anti-occidental y anti-comunista de la revolución de los ayatolas de 1979 hay divergencias ideológicas, pero varios presidentes de la ALBA han viajado a Irán o han recibido a su mandatario.

Para Chávez, el enemigo de mi enemigo puede ser mi amigo. Él apoya los programas nucleares de Teherán y su hostilidad hacia Israel, mientras que Irán simpatiza hacia el nuevo nacionalismo latinoamericano como un contrapeso contra los EEUU que lidera las dos guerras que se dan en su frontera oeste (Irak) y este (Afganistán).

Debido a esa común causa contra la Casa Blanca, parecería que tanto los ayatolas como los bolivarianos podrían coincidir en la Libia bombardeada por la OTAN, aunque allí ambos han desarrollado líneas divergentes.

Gadafi es un joven militar que tomó el poder en Libia 10 años después de Castro en Cuba y que inicialmente desarrolló un gobierno que dio más beneficios a las mujeres y a los desposeídos, aplicó políticas nacionalistas e incentivó ‘antiimperialistas armados’, aunque él siempre rechazó el comunismo, el ateísmo y todo intento de ir hacia una economía estatizada y planificada.

Empero, entre el castrismo y el gadafismo constantemente han habido causas comunes. Poco antes de que en Febrero la OTAN decidiese cambiar desde buscar coquetear con Gadafi a impulsar su derrocamiento, el líder libio visitó a Chávez planteando crear una ‘OTAN del Sur’.

Cuando se iniciaron las olas de protestas árabes anti-dictatoriales, Chávez siempre se alineó con Gadafi mostrándolo como el caudillo que se enfrentaba al imperialismo, en tanto que su aliado Siria es un miembro observador del ALBA.

En cambio, los ayatolas tienen una longeva disputa con los nacionalistas seculares árabes. Al año de que ellos tomaron el poder en 1979, Hussein, miembro de la misma corriente panarabista de Libia, invadió Irán desarrollando una guerra de 8 años que causó 1 millón de muertos. Gadafi atacó a movimientos chiitas pro-Irán llegando incluso a enviar a sus agentes al Líbano para diezmarlos.

Irán, en vez de oponerse frontalmente a las intervenciones de la OTAN en su periferia, busca sacar provecho de éstas. Los regímenes que EEUU depuso en Afganistán e Irak eran anti-ayatolas e Irán aprovechó del caos militar para generar sus propios grupos armados afines allí, los que hoy controlan parte de los territorios y gabinetes de ambas naciones.

Teherán apoyó el derrocamiento de Gadafi y en Libia sigue la misma línea de buscar animar grupos dentro de los rebeldes que planteen un nuevo régimen islámico pro-Irán y anti-EEUU.

Venezuela e Irán difieren ante Libia

Para Chávez, el enemigo de mi enemigo puede ser mi amigo
Isaac Bigio
domingo, 23 de octubre de 2011, 10:24 h (CET)
Venezuela e Irán han venido estrechando muchos lazos, pero ante Libia han disentido mucho. Mientras Chávez lamenta la muerte del Gadafi al que tildó de ‘revolucionario’, Irán festejó su fin.

Lo que ha ido acercando a los nuevos gobiernos izquierdistas latinoamericanos con Teherán es su común resistencia a Washington o en basarse en las regalías petroleras o políticas proteccionistas económicas y sociales que entran en contradicción con la agenda de EEUU.

Entre el autoproclamado socialismo cristiano, multipartidista y bolivariano del siglo XXI y el clericalismo islámico chiita anti-occidental y anti-comunista de la revolución de los ayatolas de 1979 hay divergencias ideológicas, pero varios presidentes de la ALBA han viajado a Irán o han recibido a su mandatario.

Para Chávez, el enemigo de mi enemigo puede ser mi amigo. Él apoya los programas nucleares de Teherán y su hostilidad hacia Israel, mientras que Irán simpatiza hacia el nuevo nacionalismo latinoamericano como un contrapeso contra los EEUU que lidera las dos guerras que se dan en su frontera oeste (Irak) y este (Afganistán).

Debido a esa común causa contra la Casa Blanca, parecería que tanto los ayatolas como los bolivarianos podrían coincidir en la Libia bombardeada por la OTAN, aunque allí ambos han desarrollado líneas divergentes.

Gadafi es un joven militar que tomó el poder en Libia 10 años después de Castro en Cuba y que inicialmente desarrolló un gobierno que dio más beneficios a las mujeres y a los desposeídos, aplicó políticas nacionalistas e incentivó ‘antiimperialistas armados’, aunque él siempre rechazó el comunismo, el ateísmo y todo intento de ir hacia una economía estatizada y planificada.

Empero, entre el castrismo y el gadafismo constantemente han habido causas comunes. Poco antes de que en Febrero la OTAN decidiese cambiar desde buscar coquetear con Gadafi a impulsar su derrocamiento, el líder libio visitó a Chávez planteando crear una ‘OTAN del Sur’.

Cuando se iniciaron las olas de protestas árabes anti-dictatoriales, Chávez siempre se alineó con Gadafi mostrándolo como el caudillo que se enfrentaba al imperialismo, en tanto que su aliado Siria es un miembro observador del ALBA.

En cambio, los ayatolas tienen una longeva disputa con los nacionalistas seculares árabes. Al año de que ellos tomaron el poder en 1979, Hussein, miembro de la misma corriente panarabista de Libia, invadió Irán desarrollando una guerra de 8 años que causó 1 millón de muertos. Gadafi atacó a movimientos chiitas pro-Irán llegando incluso a enviar a sus agentes al Líbano para diezmarlos.

Irán, en vez de oponerse frontalmente a las intervenciones de la OTAN en su periferia, busca sacar provecho de éstas. Los regímenes que EEUU depuso en Afganistán e Irak eran anti-ayatolas e Irán aprovechó del caos militar para generar sus propios grupos armados afines allí, los que hoy controlan parte de los territorios y gabinetes de ambas naciones.

Teherán apoyó el derrocamiento de Gadafi y en Libia sigue la misma línea de buscar animar grupos dentro de los rebeldes que planteen un nuevo régimen islámico pro-Irán y anti-EEUU.

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