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“La grandeza no consiste en hacer todo aquello que se quiere, sino en querer todo aquello que se debe.” Cristina de Suecia

Delirios de grandeza. España se la juega

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Cuando una persona tiene tan alto concepto de si mismo que se supervalora y no acepta el consejo de las personas que la asesoran y toma decisiones poco meditadas, peligrosas para todos los que dependen de ella y capaces, en ocasiones, de poner en riesgo el destino de una nación; se puede decir, sin temor a equivocarse, que constituye un verdadero problema para todos aquellos que dependan de él. En España, por desgracia, gracias a quienes tuvieron la debilidad de votarle en las primarias del PSOE, tenemos un ejemplo verdaderamente representativo de uno de estos personajes que, a la humillación que se vio obligado a soportar cuando, desde su partido, lo desautorizaron y le apartaron de la Secretaría general y el tener que tragar, con la abstención de su partido, que su ser más odiado, que la persona a la que quisiera ver derrotada, el señor Rajoy, consiguiera, a pesar de todo, ser investido como presidente del gobierno del Estado español. Ya se habrán dado cuenta de que estamos hablando del señor Pedro Sánchez, reelegido en las primarias de su partido, como nuevo secretario general de la formación socialista. Un amargado vengativo.

Estos ególatras, pagados de sí mismo y dispuestos a todo con tal de conseguir sus objetivos que, en la mayoría de los casos, se centran en auparse al poder para que, desde tan confortable atalaya, poder hacer y deshacer a su antojo sin que, en su sicopatía narcisista, sean incapaces de buscar consejo, documentarse, sopesar los pros y los contras y utilizar el sentido común, antes de tomar cualquier decisión, aunque corran el riesgo el bienestar de la ciudadanía, los intereses del país, la seguridad de las personas, la unidad de la patria y las libertades del pueblo español; tienen una particularidad y es la de desconfiar de todos, buscar aliados de su propia calaña y ser propicios a maquinar, urdir y llevar a cabo contubernios para librarse de sus adversarios políticos, a la vez que se rodean de una guardia de corps adicta y con pocos escrúpulos, encargada de llevar a cabo, sin preguntar, sus disparatados proyectos.

En España nos encontramos, en estos momentos, ante uno de estos vaivenes políticos que tanto vienen caracterizando al señor Sánchez, capaz de pensar y decidir una cosa un día y desdecirse de ella, sin otra razón que la de llevar la contraria a la derecha, en este caso el PP. El tratado de libre comercio con Canadá (CETA), una vieja aspiración de la UE, por fin está de actualidad. Tras haberlo votado en el Parlamento Europeo y después de haberlo ratificado en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso, el PSOE, repentinamente, anunció que votaría en contra y, como muestra de la veleidad de su nueva dirección, finalmente han decidido que se abstendrían; dando, con ello, la impresión de que, el nuevo secretario general del partido, anda dando bandazos sin otro objetivo que adoptar la postura contraria, en cualquier ocasión, sin atenerse a otras consideraciones, siempre que se trate de una propuesta del PP, no sólo de España, sino también del PPE.

Es obvio que se está preparando, entre Podemos y el nuevo PSOE, una suerte de entente para, como ya viene avisando el señor Sánchez, reproducir lo que ya se hizo en el famoso pacto del Tinell en contra del PP, consistente en crear un “cinturón sanitario” en torno del partido de la derecha española, con el único fin de dejarlo aislado, impedir que su actividad en el Congreso pueda tener resultados favorables e intentar, tan pronto como hayan llegado a un acuerdo con Podemos, sobre quienes pasarían a gobernar el país en ausencia del PP, y cuáles serían las compensaciones para el partido que permitiera al otro designar un presidente, seguramente, consistente en la cesión de importantes ministerios que permitieran tener controlados los puntos básicos del nuevo gobierno.

Ello, como ya está hablándose en estos días, supondría un acuerdo para que, con las fuerzas de ambas formaciones políticas, el PSOE pudiera formular (Podemos ya no puede hacerlo durante esta legislatura) una nueva moción de censura al gobierno de Rajoy, aunque para que tuviera éxito precisarían hacer juegos malabares con separatistas y otros partidos minoritarios al efecto de conseguir la mayoría suficiente para derribar al actual gobierno, en minoría, del PP. El hecho de que, el señor Sánchez, haya decidido convocar a Rivera de Ciudadanos y a Iglesias de Podemos a una reunión uno de estos días, indica claramente que no quiere perder tiempo y que está dispuesto a presentar su batalla cuanto antes.

En todo caso no le va a resultar fácil y, por mucho que haya tenido éxito en nombrar una nueva directiva afín a sus proyectos, es evidente que las heridas que ha dejado abiertas en su partido, con las exclusiones de toda la vieja guardia del PSOE y el confinamiento a sus “cuarteles de invierno” de Chimo Puig y Susana Díaz (que ya ha dejado claro que acepta a regañadientes el rechazo de su partido al citado CETA) que ha argumentado que acepta “por obligación” la postura de su partido y de su nueva dirección. Como en política, y especialmente en el PSOE, se ha visto que los cambios de humor son algo habitual y que tanto se sube como se baja; si el señor P. Pedro Sánchez sigue empeñado en convertirse en un nuevo Rodríguez Zapatero, a lo que viene apuntando maneras, y sus futuras actuaciones llevan el mismo sello que el del acuerdo con el Canadá, no sería nada raro que pronto se encuentre en una posición apurada, no sólo en su partido, sino ante sus propios votantes en legislativas que, recordemos, no son los miembros del partido que son los que lo han llevado a la secretaría general.

El problema es que, si el señor Sánchez es un intrigante pero, al mismo tiempo, un iluso, en el caso de Podemos, el señor Iglesias es un tipo peligroso, fanático y con recursos, experimentado en las técnicas comunistas y muy capaz de utilizar a Sánchez durante el tiempo que le convenga, mientras le siega la hierba debajo, usando para ello los ministerios que conseguiría a cambio de que colaborase con el líder del PSOE a deshacerse de Rajoy y del PP. España no está en situación de permitirse caer en manos de un partido comunista bolivariano, que utilice las mismas tretas que llevaron al poder a Chávez y, posteriormente, a Maduro. Por desgracia, se ha demostrado que todavía quedan, en nuestro país, importantes bolsas de nostálgicos del Frente Popular de 1936, que no tuvieron inconveniente en votar a un partido nuevo, apenas con unos meses de existencia, que consiguió un espectacular resultado, sacando cinco millones de votos.

El peligro de estas actitudes, completamente absurdas, de Sánchez ha quedado reflejado en la preocupación con la que el Parlamento de Bruselas ha recibido la noticia del desplante del PSOE desdiciéndose de su apoyo inicial al tratado de libre comercio con el Canadá y las recomendaciones que, desde aquella institución, se le han hecho al nuevo secretario de los socialistas españoles. No queremos ni siquiera imaginar las consecuencias que, para España y sus habitantes, tendría la implantación de un gobierno de izquierdas si, al grupo de Ciudadanos, se le ocurriera apoyar la moción de censura en contra del gobierno del PP. No parece que, por el momento, la intención de Albert Rivera sea la de compartir una alianza con el PSOE si este, a su vez, quiere tener a su lado al señor Iglesias de Podemos. Sin embargo, no podemos perder de vista que, el enemigo más directo para las aspiraciones electorales de Ciudadanos, un partido al que las encuestas parece que le van otorgando aumento de votos a costa de socialistas y, especialmente del PP, es precisamente el partido de Rajoy. Ambos tienen necesidad de apoyarse para evitar que las izquierdas pudieran llegar a coaligarse para apartar a Rajoy, no obstante, también es cierto que el señor Rivera tampoco está interesado en favorecer al PP, como lo viene demostrando votando con la oposición, en el Congreso, contra las propuestas de los populares. Una situación endiabladamente complicada que, naturalmente, tiene un tercer factor que influye en ella y es la amenaza del separatismo catalán y su posible influencia en el País Vasco que, basta observar las actuaciones de Urkullu jugando al equívoco, dando una de cal y otra de arena, pero, evidentemente, ojo avizor respecto a los progresos y retrocesos del independentismo catalán, para no perder comba en el caso de que, los catalanes, sacaran tajada de sus amenazas.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, y vistas las circunstancias que están concurriendo en la política actual de nuestro país, la evidente ojeriza demostrada por el PSOE, el nuevo PSOE de P.Sánchez, y su poca disposición a seguir la política sensata del señor Fernández ( otro de los defenestrados ), dispuesto a amargarle la vida en todo lo que pueda al actual Gobierno del PP; no da la sensación de que, esta nueva etapa, a la que va a tener que enfrentarse el PP, tenga visos de favorecer el interés del señor Rajoy de acabar la legislatura al frente del Gobierno. Difícil apuesta para un jugador el pronosticar el ganador en este juego, en el que está comprometido el futuro de la nación española.

Delirios de grandeza. España se la juega

“La grandeza no consiste en hacer todo aquello que se quiere, sino en querer todo aquello que se debe.” Cristina de Suecia
Miguel Massanet
domingo, 25 de junio de 2017, 12:39 h (CET)
Cuando una persona tiene tan alto concepto de si mismo que se supervalora y no acepta el consejo de las personas que la asesoran y toma decisiones poco meditadas, peligrosas para todos los que dependen de ella y capaces, en ocasiones, de poner en riesgo el destino de una nación; se puede decir, sin temor a equivocarse, que constituye un verdadero problema para todos aquellos que dependan de él. En España, por desgracia, gracias a quienes tuvieron la debilidad de votarle en las primarias del PSOE, tenemos un ejemplo verdaderamente representativo de uno de estos personajes que, a la humillación que se vio obligado a soportar cuando, desde su partido, lo desautorizaron y le apartaron de la Secretaría general y el tener que tragar, con la abstención de su partido, que su ser más odiado, que la persona a la que quisiera ver derrotada, el señor Rajoy, consiguiera, a pesar de todo, ser investido como presidente del gobierno del Estado español. Ya se habrán dado cuenta de que estamos hablando del señor Pedro Sánchez, reelegido en las primarias de su partido, como nuevo secretario general de la formación socialista. Un amargado vengativo.

Estos ególatras, pagados de sí mismo y dispuestos a todo con tal de conseguir sus objetivos que, en la mayoría de los casos, se centran en auparse al poder para que, desde tan confortable atalaya, poder hacer y deshacer a su antojo sin que, en su sicopatía narcisista, sean incapaces de buscar consejo, documentarse, sopesar los pros y los contras y utilizar el sentido común, antes de tomar cualquier decisión, aunque corran el riesgo el bienestar de la ciudadanía, los intereses del país, la seguridad de las personas, la unidad de la patria y las libertades del pueblo español; tienen una particularidad y es la de desconfiar de todos, buscar aliados de su propia calaña y ser propicios a maquinar, urdir y llevar a cabo contubernios para librarse de sus adversarios políticos, a la vez que se rodean de una guardia de corps adicta y con pocos escrúpulos, encargada de llevar a cabo, sin preguntar, sus disparatados proyectos.

En España nos encontramos, en estos momentos, ante uno de estos vaivenes políticos que tanto vienen caracterizando al señor Sánchez, capaz de pensar y decidir una cosa un día y desdecirse de ella, sin otra razón que la de llevar la contraria a la derecha, en este caso el PP. El tratado de libre comercio con Canadá (CETA), una vieja aspiración de la UE, por fin está de actualidad. Tras haberlo votado en el Parlamento Europeo y después de haberlo ratificado en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso, el PSOE, repentinamente, anunció que votaría en contra y, como muestra de la veleidad de su nueva dirección, finalmente han decidido que se abstendrían; dando, con ello, la impresión de que, el nuevo secretario general del partido, anda dando bandazos sin otro objetivo que adoptar la postura contraria, en cualquier ocasión, sin atenerse a otras consideraciones, siempre que se trate de una propuesta del PP, no sólo de España, sino también del PPE.

Es obvio que se está preparando, entre Podemos y el nuevo PSOE, una suerte de entente para, como ya viene avisando el señor Sánchez, reproducir lo que ya se hizo en el famoso pacto del Tinell en contra del PP, consistente en crear un “cinturón sanitario” en torno del partido de la derecha española, con el único fin de dejarlo aislado, impedir que su actividad en el Congreso pueda tener resultados favorables e intentar, tan pronto como hayan llegado a un acuerdo con Podemos, sobre quienes pasarían a gobernar el país en ausencia del PP, y cuáles serían las compensaciones para el partido que permitiera al otro designar un presidente, seguramente, consistente en la cesión de importantes ministerios que permitieran tener controlados los puntos básicos del nuevo gobierno.

Ello, como ya está hablándose en estos días, supondría un acuerdo para que, con las fuerzas de ambas formaciones políticas, el PSOE pudiera formular (Podemos ya no puede hacerlo durante esta legislatura) una nueva moción de censura al gobierno de Rajoy, aunque para que tuviera éxito precisarían hacer juegos malabares con separatistas y otros partidos minoritarios al efecto de conseguir la mayoría suficiente para derribar al actual gobierno, en minoría, del PP. El hecho de que, el señor Sánchez, haya decidido convocar a Rivera de Ciudadanos y a Iglesias de Podemos a una reunión uno de estos días, indica claramente que no quiere perder tiempo y que está dispuesto a presentar su batalla cuanto antes.

En todo caso no le va a resultar fácil y, por mucho que haya tenido éxito en nombrar una nueva directiva afín a sus proyectos, es evidente que las heridas que ha dejado abiertas en su partido, con las exclusiones de toda la vieja guardia del PSOE y el confinamiento a sus “cuarteles de invierno” de Chimo Puig y Susana Díaz (que ya ha dejado claro que acepta a regañadientes el rechazo de su partido al citado CETA) que ha argumentado que acepta “por obligación” la postura de su partido y de su nueva dirección. Como en política, y especialmente en el PSOE, se ha visto que los cambios de humor son algo habitual y que tanto se sube como se baja; si el señor P. Pedro Sánchez sigue empeñado en convertirse en un nuevo Rodríguez Zapatero, a lo que viene apuntando maneras, y sus futuras actuaciones llevan el mismo sello que el del acuerdo con el Canadá, no sería nada raro que pronto se encuentre en una posición apurada, no sólo en su partido, sino ante sus propios votantes en legislativas que, recordemos, no son los miembros del partido que son los que lo han llevado a la secretaría general.

El problema es que, si el señor Sánchez es un intrigante pero, al mismo tiempo, un iluso, en el caso de Podemos, el señor Iglesias es un tipo peligroso, fanático y con recursos, experimentado en las técnicas comunistas y muy capaz de utilizar a Sánchez durante el tiempo que le convenga, mientras le siega la hierba debajo, usando para ello los ministerios que conseguiría a cambio de que colaborase con el líder del PSOE a deshacerse de Rajoy y del PP. España no está en situación de permitirse caer en manos de un partido comunista bolivariano, que utilice las mismas tretas que llevaron al poder a Chávez y, posteriormente, a Maduro. Por desgracia, se ha demostrado que todavía quedan, en nuestro país, importantes bolsas de nostálgicos del Frente Popular de 1936, que no tuvieron inconveniente en votar a un partido nuevo, apenas con unos meses de existencia, que consiguió un espectacular resultado, sacando cinco millones de votos.

El peligro de estas actitudes, completamente absurdas, de Sánchez ha quedado reflejado en la preocupación con la que el Parlamento de Bruselas ha recibido la noticia del desplante del PSOE desdiciéndose de su apoyo inicial al tratado de libre comercio con el Canadá y las recomendaciones que, desde aquella institución, se le han hecho al nuevo secretario de los socialistas españoles. No queremos ni siquiera imaginar las consecuencias que, para España y sus habitantes, tendría la implantación de un gobierno de izquierdas si, al grupo de Ciudadanos, se le ocurriera apoyar la moción de censura en contra del gobierno del PP. No parece que, por el momento, la intención de Albert Rivera sea la de compartir una alianza con el PSOE si este, a su vez, quiere tener a su lado al señor Iglesias de Podemos. Sin embargo, no podemos perder de vista que, el enemigo más directo para las aspiraciones electorales de Ciudadanos, un partido al que las encuestas parece que le van otorgando aumento de votos a costa de socialistas y, especialmente del PP, es precisamente el partido de Rajoy. Ambos tienen necesidad de apoyarse para evitar que las izquierdas pudieran llegar a coaligarse para apartar a Rajoy, no obstante, también es cierto que el señor Rivera tampoco está interesado en favorecer al PP, como lo viene demostrando votando con la oposición, en el Congreso, contra las propuestas de los populares. Una situación endiabladamente complicada que, naturalmente, tiene un tercer factor que influye en ella y es la amenaza del separatismo catalán y su posible influencia en el País Vasco que, basta observar las actuaciones de Urkullu jugando al equívoco, dando una de cal y otra de arena, pero, evidentemente, ojo avizor respecto a los progresos y retrocesos del independentismo catalán, para no perder comba en el caso de que, los catalanes, sacaran tajada de sus amenazas.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, y vistas las circunstancias que están concurriendo en la política actual de nuestro país, la evidente ojeriza demostrada por el PSOE, el nuevo PSOE de P.Sánchez, y su poca disposición a seguir la política sensata del señor Fernández ( otro de los defenestrados ), dispuesto a amargarle la vida en todo lo que pueda al actual Gobierno del PP; no da la sensación de que, esta nueva etapa, a la que va a tener que enfrentarse el PP, tenga visos de favorecer el interés del señor Rajoy de acabar la legislatura al frente del Gobierno. Difícil apuesta para un jugador el pronosticar el ganador en este juego, en el que está comprometido el futuro de la nación española.

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