WASHINGTON -- . En el debate Bloomberg-Washington Post, Cain argumentaba que el crecimiento económico desatado por los tipos impositivos reducidos compensa con creces cualquier recaudación pública que se pierda al bajarlos. "Hemos tenido una empresa externa, una empresa independiente midiéndolo dinámicamente", decía. "Y por eso nuestras cifras hacen la medida indiferente a la recaudación".
Cuando escuche la fórmula "medida dinámicamente", ojo. Se traduce: "Esta rebaja fiscal puede reventar los presupuestos, pero vamos a cruzar los dedos y esperar que haya crecimiento".
Y resulta -- según su responsable presupuestario por lo menos -- que Cain no quería decir que tuviera medición dinámica en absoluto.
El asesor de Cain Richard Lowrie decía que el candidato invocó de forma errónea la medición dinámica. Pero incluso dentro de un análisis más tradicional, decía Lowrie, que el plan no tendrá impacto sobre la recaudación pública significaba que no se pierde dinero.
"Puntualmente equivoca los términos", me decía Lowrie. "Cuando le preguntas si es indiferente a la recaudación, puede decirte que se mide dinámicamente. Puede equivocarse al hablar".
Esto no es tranquilizador. Claro, cualquiera puede equivocar la terminología, sobre todo en el ámbito insólito de un debate presidencial. Pero unos cuantos días antes, Cain dijo lo mismo.
"¿La gente que dice que tendrá un impacto sobre la recaudación? Se equivocan por completo porque realizaron un análisis estático", decía Cain a Candy Crowley en la CNN. "Hemos calculado esto con análisis dinámico con una empresa externa independiente, de forma que trabajan con un supuesto equivocado".
El plan 9-9-9 es el principal trampolín -- el único trampolín -- de la campaña de Cain. Casualmente, según nuevos cálculos del Centro de Legislación Fiscal independiente, sus presupuestos probablemente van a recaudar más en el ejercicio 2013 que el actual régimen fiscal. Pero su explicación confusa es bastante desconcertante.
Cain desconcierta todavía más a tenor del impacto indudablemente regresivo de sus presupuestos. "Hay gente que va a pagar más, pero la mayoría pagará menos", decía Cain a David Gregory en la NBC.
Los análisis del Centro de Legislación Fiscal demuestran que Cain lo entiende al revés. En comparación con los tipos actuales, el 84 por ciento de los contribuyentes pagarían más con el plan 9-9-9 de implantarse por completo en el ejercicio 2013. Sólo el 14 por ciento -- las rentas más altas -- verían bajar su declaración.
Un montón. El 1% de rentas más altas, los que ganan de 600.000 dólares en adelante, pagarían casi un 20 por ciento menos en impuestos, en concepto de una deducción de 238.000 dólares. El 20 por ciento de rentas entre medias, los que cobran entre 37.000 y 65.000 dólares, verían subir sus impuestos un 10 por ciento -- un incremento medio de 4.330 dólares.
¿Por qué? Como ha demostrado el catedrático de Derecho de la University of Southern California y antiguo jefe de gabinete del Comité Legislativo Conjunto de Gravación Tributaria Edward Kleinbard, la rebaja del 9% del impuesto de actividades, del 9% en el impuesto de venta y del 9% en la retención de la nómina se traduce en la práctica en una retención del 27 por ciento del sueldo.
El impuesto de actividades de Cain no tiene nada que ver con el impuesto corporativo en vigor, que se aplica a los beneficios. Se trata en su lugar de un impuesto sobre el valor añadido dentro del que la empresa no deduce el coste de los salarios. Eso significa, en la práctica, que hay otro impuesto del 9% sobre la renta -- igual que la teoría económica estándar hoy considera que la parte de retenciones que paga la empresa reduce los salarios del trabajador.
Cain obvia cualquier impacto de la retención sobre los salarios. Mientras tanto, afirma que el impuesto del 9% sobre la venta no eleva el precio final; en su lugar reemplaza los impuestos en vigor "empotrados" en el precio actual. De moverse, afirma, los precios caerán.
Simultáneamente sin embargo, Cain dice que el fiscal no es un problema para las rentas modestas porque pueden comprar productos de segunda mano simplemente, a los que el impuesto no se aplica. Pequeño problema: la leche de segunda mano no se ha inventado.
Supongamos que Cain tiene razón. Los precios no suben. Los salarios no bajan. Cain aduce de forma simplista que la retención actual de la nómina equivale al 15 por ciento y afirma que la gente va a estar seis puntos porcentuales mejor con su plan del 9%.
Esto está equivocado, como explico arriba. Pero consideremos el impacto del impuesto sobre la renta personal solamente sobre dos contribuyentes que ganan 25.000 y 250.000 dólares, casados y con dos hijos ambos. Según la formidable calculadora del colectivo Fundación Fiscal, el contribuyente de los 25.000 dólares paga 1.413 dólares en retenciones. Gracias a la Deducción por Renta Modesta y la Deducción por Familia, el pasivo de su impuesto sobre la renta sale a devolver. Recibe una devolución de 5.002 dólares. Con el plan de Cain, le sale a pagar 2.250 dólares.
Suponiendo una deducción estándar, el contribuyente de los 250.000 dólares tiene que pagar 60.765 dólares en concepto de retenciones e impuesto sobre la renta. Su impuesto con el plan Cain es de 22.500 dólares. Vuelva a explicarnos, Don Cain, ¿quién sale ganando con su plan?