Una es que su principal reino les va a conceder el derecho al voto a ellas en el 2015 y la otra es que una dama de la única república de éstas fue una de las tres que ganó el premio Nobel de la paz (la yemenita Tawakel Karman).
Arabia Saudita se convierte en uno de los últimos países del mundo al cual llega la ola de reformas pro-voto femenino que se inició hace más de un siglo en Europa. Hasta hoy, ese país donde está La Meca, lugar sagrado donde cada musulmán (uno de cada 4 humanos) debe ir aunque sea una sola vez en su vida, es uno de los bastiones mundiales del machismo.
Arabia Saudita es la única nación del globo que tiene el nombre de la familia que la regenta. Su monarquía autocrática y teocrática veta iglesias y sinagogas, maltrata a musulmanes que no profesan el culto oficial sunita (como los chiitas), y tiene una policía religiosa que obliga a que todos recen 5 veces al día y a que la mujer deba andar con velo y siempre acompañada pues no puede ir sola a la calle ni conducir auto alguno (una dama fue castigada por no cumplir ello apenas el reino habló de voto femenino).
En ese país, al igual que en las otras 5 petro-monarquías del Golfo Pérsico, la posición más alta de poder que puede aspirar una mujer es la de ser una de las esposas del harem de algún potentado.
El premio Nobel otorgado a la yemenita es un incentivo para que se tome en cuenta más a la mujer en la ola de protestas árabes pro-democracia, donde los fundamentalistas quieren obligar a que ellas retornen al hogar (tal como ya pasa en Libia, quiere pasar en Egipto y Túnez y plantea un ala del partido de Tawakel Karman).
Occidente quiere ayudar a que la mujer de los países musulmanes gane más derechos, pues perciben que el persistir manteniendo un rol tan sumiso perjudica la liberalización e incentiva el fundamentalismo radical.
Sin embargo, al mismo tiempo, los dos países que EEUU más combate en el Medio Oriente son los únicos que tienen vicepresidentas mujeres (Najah al-Attar en Siria y Nasrin Soltankhah en Irán) en tanto que los principales socios comerciales que tiene en dicha región son las petro-monarquías del Golfo, las cuales son reductos de la poligamia y la marginación total de las mujeres.
Debido a que muchos países islámicos imponen el velo y una serie de restricciones al sexo mayoritario sería simplista decir que esta religión es de por si la más hostil a sus derechos. Bangla Desh, que tiene unos 150 millones de habitantes y es uno de los países musulmanes más poblados, desde hace dos décadas solo ha tenido 2 jefas de gobierno que se han alternado en el poder: Khaleda Zia y Hazina Wazed.