Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | The Wahington Post Writers Group
Santorum está en lo cierto en términos generales

La provocación familiar del republicano Rick Santorum

|

WASHINGTON -- Perdidas entre el alboroto surgido a tenor del romance del candidato conservador Herman Cain con el número 9 en el debate Republicano de la pasada semana hay unas observaciones muy llamativas del Republicano Rick Santorum acerca de "la destrucción de la familia estadounidense tradicional" y su vínculo con la pobreza. Sus comentarios merecen más atención que un plan fiscal extravagante o que la propuesta de Newt Gingrich de encarcelar a dos rivales Demócratas.

"¿Quiere usted buscar la tasa de pobreza entre las familias que tienen… una pareja casada trabajadora como cabeza?" preguntaba Santorum. "Hoy es del cinco por ciento. ¿De una familia con un único cabeza de familia entre sus miembros? Hoy es del 30 por ciento. Hemos de hacer algo".

Destacando que "la palabra 'economía' viene de la misma raíz griega que la palabra 'familia'", el antiguo senador de Pennsylvania defendía "una política que apoye a la familia, que aliente el matrimonio, que tenga padres que se hagan cargo de sus hijos". Añadía: "No se puede tener una sociedad acomodada si la familia se rompe".

Santorum está en lo cierto en términos generales. Según el Centro Nacional de Menores en Situación de Pobreza de la Universidad de Columbia, durante el período 2005-2009, el 5% de las familias casadas fue pobre en algún momento de cualquiera de los años del estudio, en comparación con el 28,8% de las familias monoparentales. Del 2010, las cifras son el 8,4 por ciento y el 39,6 por ciento.

Llamativamente, un político que conviene con Santorum es un tal Barack Obama. "Sabemos que los menores que crecen sin cabeza de familia tienen más probabilidades de acabar viviendo en condiciones de pobreza", decía el presidente en un acto del Día del Padre el año pasado. "Tienen más probabilidades de fracaso escolar. Tienen más probabilidades de acabar en prisión. Tienen más probabilidades de consumir drogas y alcohol… Tienen más probabilidades de ser padres adolescentes". Crecer sin padre, añadía, "deja un vacío en la vida del chaval que ningún gobierno puede llenar".

Antes de plantear lo que hay que hacer, lo que no se debe de hacer es culpar a los homosexuales y las lesbianas de dar al traste con la familia heterosexual. Nosotros los heteros nos hemos bastado y sobrado por nuestra cuenta.

Santorum adopta una postura un tanto diferente. Ha razonado que si el matrimonio homosexual se convierte en la norma, "el matrimonio se vuelve entonces, en alguna medida, una institución insignificante". Esto yo no lo entiendo. Ni mi matrimonio ni el de Santorum pasan a ser "insignificantes" porque una pareja de gays o de lesbianas decida leer los votos.

Todo lo contrario. El escritor Jonathan Rauch, amigo mío y uno de los defensores más distinguidos del matrimonio homosexual, razona que la demanda del matrimonio homosexual se podría considerar un giro conservador en el seno de la comunidad homosexual, al implicar como implica "una mentalidad comunitaria y familiar" con respecto a "las responsabilidades cívicas".

Más allá de la batalla del matrimonio homosexual, nos hace falta un acuerdo: los izquierdistas deben de reconocer, como ha reconocido Obama, que reforzar a la familia es vital para la justicia económica. Los conservadores deben reconocer que la justicia económica es vital para reforzar a la familia.

Por ejemplo: nuestras políticas nacionales de la baja por enfermedad y la baja por motivos familiares se cuentan entre las más anti-familia del mundo desarrollado. Cuando nos enfrentamos a la decisión entre las necesidades de la familia y las necesidades de la patronal, casi siempre nos decantamos en favor de la patronal. Los países de Europa Occidental, influenciados por los demócrata cristianos pro-familia y por los socialdemócratas pro-sindicatos en la misma medida, han hecho el trabajo mucho más compatible con la vida familiar.

Los conservadores dicen a menudo que las políticas fiscales deberían de estar más orientadas a las familias que tienen hijos. Estoy de acuerdo. Pero esto no puede ser otra excusa más para bajar los impuestos a las rentas altas. Las nuevas deducciones a las familias con hijos tienen que centrarse en las familias de la región intermedia y baja de la distribución de la riqueza, donde cantidades modestas de ayuda adicional pueden servir de mucho.

El impacto de la familia monoparental sobre el bienestar de los hijos ha sido en ocasiones una cuestión explosiva porque a menudo se discute en relación con la comunidad afroamericana. Obama en persona ha hecho explícito este vínculo. Y los varones negros jóvenes sí se enfrentan a una crisis. En lugar de evitar la cuestión (tentación de los izquierdistas) o simular que la legislación pública no puede hacer nada al respecto (tentación de los conservadores), hemos de dar a su situación una elevada prioridad nacional. Académicos como el economista Harry Holzer o el catedrático de Derecho Peter Edelman han sugerido un amplio abanico de políticas de educación y trabajo que pueden mejorar el bienestar económico de los varones jóvenes en situación de pobreza. Esto a su vez puede mejorar la suerte de la creación de familias, que viene deteriorándose entre los blancos más pobres también.

No resta importancia al heroico trabajo de las madres solteras dedicadas decir que las familias con dos miembros tienen más posibilidades de prosperar. Total, que estoy encantado de que el legislador Republicano Santorum saque a colación el tema. Pero pongamos el acento en las formas prácticas de reforzar a la familia. Utilizar lemas pro-familia para dividirnos no va a servir de mucho a ninguna clase de familia.

© 2011, The Washington Post Writers Group

La provocación familiar del republicano Rick Santorum

Santorum está en lo cierto en términos generales
E. J. Dionne
martes, 18 de octubre de 2011, 06:46 h (CET)
WASHINGTON -- Perdidas entre el alboroto surgido a tenor del romance del candidato conservador Herman Cain con el número 9 en el debate Republicano de la pasada semana hay unas observaciones muy llamativas del Republicano Rick Santorum acerca de "la destrucción de la familia estadounidense tradicional" y su vínculo con la pobreza. Sus comentarios merecen más atención que un plan fiscal extravagante o que la propuesta de Newt Gingrich de encarcelar a dos rivales Demócratas.

"¿Quiere usted buscar la tasa de pobreza entre las familias que tienen… una pareja casada trabajadora como cabeza?" preguntaba Santorum. "Hoy es del cinco por ciento. ¿De una familia con un único cabeza de familia entre sus miembros? Hoy es del 30 por ciento. Hemos de hacer algo".

Destacando que "la palabra 'economía' viene de la misma raíz griega que la palabra 'familia'", el antiguo senador de Pennsylvania defendía "una política que apoye a la familia, que aliente el matrimonio, que tenga padres que se hagan cargo de sus hijos". Añadía: "No se puede tener una sociedad acomodada si la familia se rompe".

Santorum está en lo cierto en términos generales. Según el Centro Nacional de Menores en Situación de Pobreza de la Universidad de Columbia, durante el período 2005-2009, el 5% de las familias casadas fue pobre en algún momento de cualquiera de los años del estudio, en comparación con el 28,8% de las familias monoparentales. Del 2010, las cifras son el 8,4 por ciento y el 39,6 por ciento.

Llamativamente, un político que conviene con Santorum es un tal Barack Obama. "Sabemos que los menores que crecen sin cabeza de familia tienen más probabilidades de acabar viviendo en condiciones de pobreza", decía el presidente en un acto del Día del Padre el año pasado. "Tienen más probabilidades de fracaso escolar. Tienen más probabilidades de acabar en prisión. Tienen más probabilidades de consumir drogas y alcohol… Tienen más probabilidades de ser padres adolescentes". Crecer sin padre, añadía, "deja un vacío en la vida del chaval que ningún gobierno puede llenar".

Antes de plantear lo que hay que hacer, lo que no se debe de hacer es culpar a los homosexuales y las lesbianas de dar al traste con la familia heterosexual. Nosotros los heteros nos hemos bastado y sobrado por nuestra cuenta.

Santorum adopta una postura un tanto diferente. Ha razonado que si el matrimonio homosexual se convierte en la norma, "el matrimonio se vuelve entonces, en alguna medida, una institución insignificante". Esto yo no lo entiendo. Ni mi matrimonio ni el de Santorum pasan a ser "insignificantes" porque una pareja de gays o de lesbianas decida leer los votos.

Todo lo contrario. El escritor Jonathan Rauch, amigo mío y uno de los defensores más distinguidos del matrimonio homosexual, razona que la demanda del matrimonio homosexual se podría considerar un giro conservador en el seno de la comunidad homosexual, al implicar como implica "una mentalidad comunitaria y familiar" con respecto a "las responsabilidades cívicas".

Más allá de la batalla del matrimonio homosexual, nos hace falta un acuerdo: los izquierdistas deben de reconocer, como ha reconocido Obama, que reforzar a la familia es vital para la justicia económica. Los conservadores deben reconocer que la justicia económica es vital para reforzar a la familia.

Por ejemplo: nuestras políticas nacionales de la baja por enfermedad y la baja por motivos familiares se cuentan entre las más anti-familia del mundo desarrollado. Cuando nos enfrentamos a la decisión entre las necesidades de la familia y las necesidades de la patronal, casi siempre nos decantamos en favor de la patronal. Los países de Europa Occidental, influenciados por los demócrata cristianos pro-familia y por los socialdemócratas pro-sindicatos en la misma medida, han hecho el trabajo mucho más compatible con la vida familiar.

Los conservadores dicen a menudo que las políticas fiscales deberían de estar más orientadas a las familias que tienen hijos. Estoy de acuerdo. Pero esto no puede ser otra excusa más para bajar los impuestos a las rentas altas. Las nuevas deducciones a las familias con hijos tienen que centrarse en las familias de la región intermedia y baja de la distribución de la riqueza, donde cantidades modestas de ayuda adicional pueden servir de mucho.

El impacto de la familia monoparental sobre el bienestar de los hijos ha sido en ocasiones una cuestión explosiva porque a menudo se discute en relación con la comunidad afroamericana. Obama en persona ha hecho explícito este vínculo. Y los varones negros jóvenes sí se enfrentan a una crisis. En lugar de evitar la cuestión (tentación de los izquierdistas) o simular que la legislación pública no puede hacer nada al respecto (tentación de los conservadores), hemos de dar a su situación una elevada prioridad nacional. Académicos como el economista Harry Holzer o el catedrático de Derecho Peter Edelman han sugerido un amplio abanico de políticas de educación y trabajo que pueden mejorar el bienestar económico de los varones jóvenes en situación de pobreza. Esto a su vez puede mejorar la suerte de la creación de familias, que viene deteriorándose entre los blancos más pobres también.

No resta importancia al heroico trabajo de las madres solteras dedicadas decir que las familias con dos miembros tienen más posibilidades de prosperar. Total, que estoy encantado de que el legislador Republicano Santorum saque a colación el tema. Pero pongamos el acento en las formas prácticas de reforzar a la familia. Utilizar lemas pro-familia para dividirnos no va a servir de mucho a ninguna clase de familia.

© 2011, The Washington Post Writers Group

Noticias relacionadas

No voy a matarme mucho con este artículo. La opinión de mi madre Fisioterapeuta, mi hermana Realizadora de Tv y mía junto a la de otras aportaciones, me basta. Mi madre lo tiene claro, la carne le huele a podrido. No puede ni verla. Sólo desea ver cuerpos de animales poblados de almas. Mi hermana no puede comerla porque sería como comerse uno de sus gatos. Y a mí me alteraría los niveles de la sangre, me sentiría más pesada y con mayor malestar general.

En medio de la vorágine de la vida moderna, donde la juventud parece ser el estándar de valor y el ascensor hacia el futuro, a menudo olvidamos el invaluable tesoro que representan nuestros ancianos. Son como pozos de sabiduría, con profundas raíces que se extienden hasta los cimientos mismos de nuestra existencia. Sin embargo, en muchas ocasiones, son tratados como meros objetos de contemplación, relegados al olvido y abandonados a su suerte.

Al conocer la oferta a un anciano señor de escasos recursos, que se ganaba su sobrevivencia recolectando botellas de comprarle su perro, éste lo negó, por mucho que las ofertas se superaron de 10 hasta 150 dólares, bajo la razón: "Ni lo vendo, ni lo cambio. El me ama y me es fiel. Su dinero, lo tiene cualquiera, y se pierde como el agua que corre. El cariño de este perrito es insustituible; su cariño y fidelidad es hermoso".

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto