Félix Romeo se ha ido. Ha muerto un hombre culto. Un zaragozano de todos los tiempos pero que vivió éstos. Un renacentista que tocaba con finura y estética cualquier palo de la baraja cultural a la que se arrimase. No tuve el placer de conocerlo aunque oí mucho hablar de él y, sobre todo, sabía de su trabajo por los títulos de crédito de La Mandrágora, programa de La2 del que fue director durante cinco años, o por su firma en ABC Cultural, donde colaboró y aún lo hará este sábado en el citado suplemento de manera póstuma.
Félix fue becario en la Residencia de Estudiantes de Madrid, centro distinguido por sus programas académicos y la brillantez de sus alumnos, desde la ya lejana edad de plata de la cultura española. Desparramó su lucidez por tres novelas (Dibujos animados, Discothéque y Amarillo), múltiples artículos, ensayos o entrevistas. Su capacidad crítica para el análisis ponderaba la valía de muchos libros. Sus aproximaciones siempre ecuánimes, eran un faro que alumbraba el contenido de muchas historias que han pasado por mi biblioteca.
Estuvo en la cárcel por un delito de insumisión y el tiempo también le ha dado la razón en esto. Fernando Trueba rodó un cortometraje sobre su estancia en presidio para el largometraje comunitario Lumiere et compagnie. La militancia de Félix, su compromiso, se hallaba en otros lares. Aquellos que pesan las ideas en el alma y lucen como frutos poéticos de la expresión. Seguro que Félix Romeo seguirá brillando allá donde esté.