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Will es un caballero ducho y estudiante escrupuloso de la filosofía política

Refutación de los izquierdistas de pega

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WASHINGTON -- No pasa a menudo que un gancho de una candidata Demócrata irrite tanto a mi distinguido colega George F. Will que se sienta obligado a citarlo íntegramente y luego dedicar una columna entera a refutarlo. Es instructivo.

La intervención que se escucha por internet sale de Elizabeth Warren, la defensora del consumidor que se postula al Senado por Massachusetts. Warren adujo que "nadie de este país se ha hecho rico sólo", que los vibrantes empresarios desplazan sus productos "por las carreteras que pagamos el resto de nosotros" y que amplían plantillas "que el resto de nosotros pagamos para formar". Policía y bomberos, que también están pagados "por el resto de nosotros", protegen la propiedad del dueño de la fábrica. Como resultado, nuestro "contrato social subyacente" obliga a esta alma afortunada pero trabajadora "a entregar una parte importante" de sus beneficios" y "pagar la entrada del próximo chaval que venga".

En otras palabras, no hay gente hecha a sí misma porque todos formamos parte de la sociedad. La gente realizada se beneficia de las ventajas alumbradas por las generaciones previas (de padres que no elegimos y de contribuyentes a los que nunca conocimos) y por la simple realidad de que vivimos en un país que brinda oportunidades que no se facilitan en todas partes. El que tiene éxito debe por tanto mucho al estado y la estructura social que hizo posible su éxito.

Will es un caballero ducho y estudiante escrupuloso de la filosofía política. Soy un incondicional suyo por muchos motivos, pero hay más de eso en adelante. En este caso, pone de relieve sus habilidades para el debate acusando primero a Warren de ser "una pirómana en un campo de espantapájaros", y a continuación reconociendo la validez de la única idea que expone realmente Warren.

"Todo hijo de vecino", escribe, "sabe que todo esfuerzo tiene lugar en un contexto social, de forma que todos los logros están condicionados por su contexto". De veras que sí. Él nos brinda un resumen riguroso y conciso de lo que ella dice.

Will añade a continuación: "Esto no entraña, no obstante, un programa político colectivista". En las competiciones intelectuales, esto se conoce como maniobra del más fuerte. Habiendo acusado a Warren de incendiar espantapájaros, Will acaba de presentar su propio espantapájaros enorme.

No hay absolutamente nada en la intervención de Warren que insinúe un "programa político colectivista". Will le adjudica uno por las buenas citando un libro publicado hace 53 años, "La sociedad acomodada", en el que el economista John Kenneth Galbraith habla de la forma en la que la publicidad de las multinacionales manipula los gustos del consumidor.

A partir de esto, Will llega a la conclusión de que los izquierdistas albergan una serie de ideas preconcebidas tremendamente elitistas y de que por extensión, Warren (que convenientemente es catedrática de Harvard) también las alberga. El izquierdista de pega de Will está presuntamente convencido de "la imposibilidad del autogobierno para la mayoría de la gente"; de "la subordinación de la cabaña bovina a un estado regulador"; y de la fe en que el estado "debe el respeto mínimo a los gustos de la gente".

Bueno. Por una parte, es un pulso. Mi colega ha desplegado todo su arsenal retórico para derrotar una intervención que de partida reconoce es tan evidentemente cierta que no se puede negar. Will ve venir el peligro.

Lo que ha hecho Warren es una defensa idónea del progresismo, cosa que no sucede con la suficiente frecuencia. Los progresistas están convencidos de que las rentas altas deben pagar más impuestos que "el resto de nosotros" porque los que están bien situados son los que más se han beneficiado de nuestros conciertos sociales. Esto no tiene nada que ver con tratar a la ciudadanía como si fueran una cabaña de ganado incapaz del autogobierno.

Will, el filósofo, sabe de lo se habla Warren porque ha defendido argumentos propios que se complementan con los de ella. En su profunda obra de 1983 "Statecraft as Soulcraft", Will se lamenta con razón de que la noción comunitaria de América haya sido "triturada" y critica a colegas conservadores "atrapados en la red de la retórica descuidada contra el estado". También es el autor de mi aforismo favorito acerca de la forma en que los estadounidenses admiran la administración pública eficaz hasta cuando simulan no admirarla. "Los estadounidenses hablan como Jeffersonianos", escribió, "pero esperan ser gobernados por Hamiltonianos".

A la luz de mi respeto a Will, sólo es idóneo que cierre ofreciendo mis palabras de admiración -- a él, y a Elizabeth Warren. Will no pierde el tiempo contestando explicaciones que no importan y no construye espantapájaros a menos que no tenga más remedio. Que Warren haya inspirado así a Will, nuestro distinguido polemista conservador ahora que el escritor William F. Buckley Jr. ha pasado a mejor vida, es un tributo enorme a ella. Y recuerde: En la sensible cuestión del contrato social, el columnista conservador George Will y la catedrática de extrema izquierda Elizabeth Warren están total, si bien extrañamente, de acuerdo.

Refutación de los izquierdistas de pega

Will es un caballero ducho y estudiante escrupuloso de la filosofía política
E. J. Dionne
martes, 11 de octubre de 2011, 06:51 h (CET)
WASHINGTON -- No pasa a menudo que un gancho de una candidata Demócrata irrite tanto a mi distinguido colega George F. Will que se sienta obligado a citarlo íntegramente y luego dedicar una columna entera a refutarlo. Es instructivo.

La intervención que se escucha por internet sale de Elizabeth Warren, la defensora del consumidor que se postula al Senado por Massachusetts. Warren adujo que "nadie de este país se ha hecho rico sólo", que los vibrantes empresarios desplazan sus productos "por las carreteras que pagamos el resto de nosotros" y que amplían plantillas "que el resto de nosotros pagamos para formar". Policía y bomberos, que también están pagados "por el resto de nosotros", protegen la propiedad del dueño de la fábrica. Como resultado, nuestro "contrato social subyacente" obliga a esta alma afortunada pero trabajadora "a entregar una parte importante" de sus beneficios" y "pagar la entrada del próximo chaval que venga".

En otras palabras, no hay gente hecha a sí misma porque todos formamos parte de la sociedad. La gente realizada se beneficia de las ventajas alumbradas por las generaciones previas (de padres que no elegimos y de contribuyentes a los que nunca conocimos) y por la simple realidad de que vivimos en un país que brinda oportunidades que no se facilitan en todas partes. El que tiene éxito debe por tanto mucho al estado y la estructura social que hizo posible su éxito.

Will es un caballero ducho y estudiante escrupuloso de la filosofía política. Soy un incondicional suyo por muchos motivos, pero hay más de eso en adelante. En este caso, pone de relieve sus habilidades para el debate acusando primero a Warren de ser "una pirómana en un campo de espantapájaros", y a continuación reconociendo la validez de la única idea que expone realmente Warren.

"Todo hijo de vecino", escribe, "sabe que todo esfuerzo tiene lugar en un contexto social, de forma que todos los logros están condicionados por su contexto". De veras que sí. Él nos brinda un resumen riguroso y conciso de lo que ella dice.

Will añade a continuación: "Esto no entraña, no obstante, un programa político colectivista". En las competiciones intelectuales, esto se conoce como maniobra del más fuerte. Habiendo acusado a Warren de incendiar espantapájaros, Will acaba de presentar su propio espantapájaros enorme.

No hay absolutamente nada en la intervención de Warren que insinúe un "programa político colectivista". Will le adjudica uno por las buenas citando un libro publicado hace 53 años, "La sociedad acomodada", en el que el economista John Kenneth Galbraith habla de la forma en la que la publicidad de las multinacionales manipula los gustos del consumidor.

A partir de esto, Will llega a la conclusión de que los izquierdistas albergan una serie de ideas preconcebidas tremendamente elitistas y de que por extensión, Warren (que convenientemente es catedrática de Harvard) también las alberga. El izquierdista de pega de Will está presuntamente convencido de "la imposibilidad del autogobierno para la mayoría de la gente"; de "la subordinación de la cabaña bovina a un estado regulador"; y de la fe en que el estado "debe el respeto mínimo a los gustos de la gente".

Bueno. Por una parte, es un pulso. Mi colega ha desplegado todo su arsenal retórico para derrotar una intervención que de partida reconoce es tan evidentemente cierta que no se puede negar. Will ve venir el peligro.

Lo que ha hecho Warren es una defensa idónea del progresismo, cosa que no sucede con la suficiente frecuencia. Los progresistas están convencidos de que las rentas altas deben pagar más impuestos que "el resto de nosotros" porque los que están bien situados son los que más se han beneficiado de nuestros conciertos sociales. Esto no tiene nada que ver con tratar a la ciudadanía como si fueran una cabaña de ganado incapaz del autogobierno.

Will, el filósofo, sabe de lo se habla Warren porque ha defendido argumentos propios que se complementan con los de ella. En su profunda obra de 1983 "Statecraft as Soulcraft", Will se lamenta con razón de que la noción comunitaria de América haya sido "triturada" y critica a colegas conservadores "atrapados en la red de la retórica descuidada contra el estado". También es el autor de mi aforismo favorito acerca de la forma en que los estadounidenses admiran la administración pública eficaz hasta cuando simulan no admirarla. "Los estadounidenses hablan como Jeffersonianos", escribió, "pero esperan ser gobernados por Hamiltonianos".

A la luz de mi respeto a Will, sólo es idóneo que cierre ofreciendo mis palabras de admiración -- a él, y a Elizabeth Warren. Will no pierde el tiempo contestando explicaciones que no importan y no construye espantapájaros a menos que no tenga más remedio. Que Warren haya inspirado así a Will, nuestro distinguido polemista conservador ahora que el escritor William F. Buckley Jr. ha pasado a mejor vida, es un tributo enorme a ella. Y recuerde: En la sensible cuestión del contrato social, el columnista conservador George Will y la catedrática de extrema izquierda Elizabeth Warren están total, si bien extrañamente, de acuerdo.

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