Cada vez estoy más convencido de que los políticos que Gobiernan este país están más centrados en su beneficio personal que en el de los propios ciudadanos que un día depositaron su confianza en ellos. Algunos gestos, a veces, me devuelven la confianza en la política, cuando se escapa de entre el rebaño de políticos que constituyen nuestro arco parlamento una frase sincera, al menos, de cara a la galería.
Me parece que la medida adoptada por el Ejecutivo Catalán de suprimir la extra de Navidad a altos cargos y diputados, viene movida por la intención de acallar las protestas en Cataluña ante el temor de que se radicalicen durante la campaña electoral y no cesen en el futuro. No la creo una medida apoyada por una convicción firme basada en una política de austeridad. Pero, aunque el ejemplo llega con retraso, nunca es tarde si la dicha es buena.
Ya era hora que ante tanta palabra crisis, recesión y petición de esfuerzos a los ciudadanos, un político se lance a la piscina y diga a viva voz que la paga extra de Navidad de parlamentarios y de altos cargos se queda en las arcas del Estado. Podría haberse tomado la medida en el mes de junio o diciembre pasado, cuando los funcionarios vieron su extra en sueños.
Hoy siento que Artur Mas no Gobierne esta Comunidad y, lamento, no sólo, que Alberto Fabra no haya tomado una medida ejemplar como ésta, sino, que los candidatos a las Generales no se hayan pronunciado al respecto, y es que, ya lo dice el refrán, “no hay mayor sordo que el que no quiere oír” o “no hay mayor tesoro que una sordera bien administrada” y de eso, parece que van dotados Rajoy y Rubalcaba, junto a los medios de comunicación que han dejado la medida en un cómplice silencio informativo.