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María José Sánchez

El sueño puesto en las aguas

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El día 8 de Septiembre de 2011 aparentaba ser un día como otro; pero una llamada desde las aguas hizo que fuera totalmente diferente. Mi cuñado, Yassin Oulad el Hadj, venía en patera buscando un futuro digno, y fue detenido en plena travesía. En su llamada (a escondidas y desde su móvil) nos alertaba de lo que había ocurrido y según él lo llevaban a Málaga. Empezó la incertidumbre y toda una serie de llamadas a todas las comisarías de dicha provincia. La búsqueda se nos hacía imposible. Pero, cosas de la vida y el destino, entré en internet para leer las noticias de Granada, la tierra de la que soy originaria, y allí lo vi. Aparecía en el vídeo y la galería fotográfica de la página de “EL IDEAL”. La estrategia cambiaba de contexto. Ya no era Málaga, era Motril, Granada; y un rayo de esperanza asomaba entre nosotros. Llamé a la Guardia Civil, a la Policía Local, a la Policía Nacional, para interesarme por el chico. Nadie nos dio noticias de él. A la mañana siguiente (del día 09 de Septiembre de 2011), lo volvimos a intentar con la Policía Nacional. Su hermano quería contactar con él, pero no le dejaron.

Por otra parte, mis padres estaban veraneando en Albuñol (Granada) y fueron a la Oficina de Atención al Inmigrante de dicha localidad. Desde allí se contactó con la Cruz Roja, abogados, etc.; pero el tiempo pasaba y las soluciones parecían agotarse. De manera que, al final, ellos decidieron personarse en Motril, en la Comisaría, donde a pesar de los ruegos, no consiguieron que la Policía Nacional les permitiera ver a Yassin, un chico de 20 años que lo único malo que había hecho era intentar buscar una vida mejor sin hacer daño a nadie.

Mientras eso ocurría, yo contacté con la Cruz Roja, quien me puso al día y me dijo que inevitablemente el chico sería devuelto en la mañana siguiente. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Nosotros esperábamos una solución justa para él. Y si no podía ser, por lo menos un poco de humanidad, poder hablar con él, verlo... Pero en este país todavía impera la ley del más fuerte, del pez grande que se come al pequeño. Y Yassin, como los demás, quedaba incomunicado como un delincuente peligroso. Aunque qué digo, los presuntos asesinos y ladrones tienen derecho a un abogado, una llamada, la visita del médico. Entonces mi pregunta es ¿por qué una persona que entra de forma irregular en un país no tiene derechos? ¿Dónde queda la Carta de las Naciones Unidas con sus flamantes Derechos Humanos? Nos llenamos la boca hablando de nuestras democracias y criticando a los países vecinos que viven ahogados por las dictaduras. La diferencia es poca, porque una vez más veo como se pisotea la dignidad de las personas sin que nadie pueda hacer nada para evitarlo. Ni siquiera la justicia está de su parte, pues sus abogados de oficio que deberían defenderlas, les vuelven la espalda y se ponen de parte de aquellos que les acusan de haber cometido un gran delito, burlar las fronteras de la miseria.

El caso es que el día 10 de Septiembre de 2011, Yassin y los demás fueron devueltos a Marruecos. No se tomó en cuenta su situación especial, una Kafala que le daba la tutela del chico a su hermano años atrás, la existencia de dos hermanos en territorio nacional, así como de otro en Holanda; y lo que es peor no se le permitió contactar con su familia, que estaba a un paso de él, al otro lado de la línea telefónica, al otro lado de la puerta que cerraba la estancia infrahumana en la que se encontraba. Y así partió de Motril a Algeciras, y de Ceuta a Tetuán; cuando su ciudad natal, Al Hoceima, estaba tan cerca de Málaga, Motril o Almería. Pero el castigo debía ser grande, no se le podía poner las cosas en bandeja a esos jóvenes peligrosos que vinieron en busca de un sueño, el de la Europa de la Democracia y el respeto a los Derechos Humanos.

El sueño puesto en las aguas

María José Sánchez
Vicente Serrano
martes, 4 de octubre de 2011, 13:46 h (CET)
El día 8 de Septiembre de 2011 aparentaba ser un día como otro; pero una llamada desde las aguas hizo que fuera totalmente diferente. Mi cuñado, Yassin Oulad el Hadj, venía en patera buscando un futuro digno, y fue detenido en plena travesía. En su llamada (a escondidas y desde su móvil) nos alertaba de lo que había ocurrido y según él lo llevaban a Málaga. Empezó la incertidumbre y toda una serie de llamadas a todas las comisarías de dicha provincia. La búsqueda se nos hacía imposible. Pero, cosas de la vida y el destino, entré en internet para leer las noticias de Granada, la tierra de la que soy originaria, y allí lo vi. Aparecía en el vídeo y la galería fotográfica de la página de “EL IDEAL”. La estrategia cambiaba de contexto. Ya no era Málaga, era Motril, Granada; y un rayo de esperanza asomaba entre nosotros. Llamé a la Guardia Civil, a la Policía Local, a la Policía Nacional, para interesarme por el chico. Nadie nos dio noticias de él. A la mañana siguiente (del día 09 de Septiembre de 2011), lo volvimos a intentar con la Policía Nacional. Su hermano quería contactar con él, pero no le dejaron.

Por otra parte, mis padres estaban veraneando en Albuñol (Granada) y fueron a la Oficina de Atención al Inmigrante de dicha localidad. Desde allí se contactó con la Cruz Roja, abogados, etc.; pero el tiempo pasaba y las soluciones parecían agotarse. De manera que, al final, ellos decidieron personarse en Motril, en la Comisaría, donde a pesar de los ruegos, no consiguieron que la Policía Nacional les permitiera ver a Yassin, un chico de 20 años que lo único malo que había hecho era intentar buscar una vida mejor sin hacer daño a nadie.

Mientras eso ocurría, yo contacté con la Cruz Roja, quien me puso al día y me dijo que inevitablemente el chico sería devuelto en la mañana siguiente. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Nosotros esperábamos una solución justa para él. Y si no podía ser, por lo menos un poco de humanidad, poder hablar con él, verlo... Pero en este país todavía impera la ley del más fuerte, del pez grande que se come al pequeño. Y Yassin, como los demás, quedaba incomunicado como un delincuente peligroso. Aunque qué digo, los presuntos asesinos y ladrones tienen derecho a un abogado, una llamada, la visita del médico. Entonces mi pregunta es ¿por qué una persona que entra de forma irregular en un país no tiene derechos? ¿Dónde queda la Carta de las Naciones Unidas con sus flamantes Derechos Humanos? Nos llenamos la boca hablando de nuestras democracias y criticando a los países vecinos que viven ahogados por las dictaduras. La diferencia es poca, porque una vez más veo como se pisotea la dignidad de las personas sin que nadie pueda hacer nada para evitarlo. Ni siquiera la justicia está de su parte, pues sus abogados de oficio que deberían defenderlas, les vuelven la espalda y se ponen de parte de aquellos que les acusan de haber cometido un gran delito, burlar las fronteras de la miseria.

El caso es que el día 10 de Septiembre de 2011, Yassin y los demás fueron devueltos a Marruecos. No se tomó en cuenta su situación especial, una Kafala que le daba la tutela del chico a su hermano años atrás, la existencia de dos hermanos en territorio nacional, así como de otro en Holanda; y lo que es peor no se le permitió contactar con su familia, que estaba a un paso de él, al otro lado de la línea telefónica, al otro lado de la puerta que cerraba la estancia infrahumana en la que se encontraba. Y así partió de Motril a Algeciras, y de Ceuta a Tetuán; cuando su ciudad natal, Al Hoceima, estaba tan cerca de Málaga, Motril o Almería. Pero el castigo debía ser grande, no se le podía poner las cosas en bandeja a esos jóvenes peligrosos que vinieron en busca de un sueño, el de la Europa de la Democracia y el respeto a los Derechos Humanos.

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