Hace algunos meses reseñábamos en este diario la séptima edición de Punto de Vista, ese festival que anualmente se viene celebrando en tierras navarras y que funciona como punto de encuentro nacional e internacional para el documental más desafiante y también más estimulante, por su actividad fronteriza entre géneros, formas de expresión y formas de pensamiento.
En las últimas dos semanas, el festival ha rozado muy de cerca la línea de su desaparición. El INAAC (Instituto Navarro de las Artes Audiovisuales y la Cinematografía), del que depende Punto de Vista, se ve afectado por el recorte del 16% en el Departamento de Cultura, promulgado por el Gobierno de Navarra, el cual decidió fulminar el festival de la noche a la mañana. Eso, a pesar de haberlo incluido hace pocos meses en su programa electoral como “programa de referencia en el área de cine de actual”, lo que significaba destinar fondos y promocionar el certamen Si esto fuera una película de Punto de Vista, la imagen y los diálogos irían cada uno por su lado, reflejando la falta de compromiso ostentada por las instituciones navarras.
La noticia, que cayó como un jarro de agua fría sobre cineastas de todas partes, programadores, críticos y ciudadanos –todos eso que en la edición pasada llenaban las salas, más allá del público apriorístico y cómplice de la propuesta-, consiguió movilizar esfuerzos por internet, recolectando más de 5.000 firmas y recibiendo apoyos explícitos de cineastas afines al certamen como Isaki Lacuesta, José Luis Guerín, Víctor Erice o Ben Rivers, James Benning y Nicholas Phillibert. Incluso la Cineteca de Mexico se ofreció para apadrinar el festival y trasladarlo a su sala para que se celebrara en Febrero de 2012, como estaba previsto.
Finalmente, festival y Administración han llegado a una solución de compromiso que consiste en mantener la cita pero de forma bianual –mientras dure la crisis, anotan, es decir, que va para largo-, con lo que la próxima edición del festival se celebrará, si nada lo impide, en Febrero de 2013, manteniendo un pequeño programa de muestra en la Filmoteca de Navarra a finales de febrero del año próximo. Eso si los responsables políticos mantienen su compromiso, incertidumbre con la que deberemos convivir otro año más, a tenor del incumplimiento inescrupuloso de las promesas formuladas hasta la fecha.
Y con todo este revuelo dramático de ahora sí ahora no, ahora te lo quito ahora te lo doy, surgen las preguntas inevitables de qué se debe mantener y qué se debe reformular en tiempos de crisis. En materia de festivales cinematográficos, de largo y de corto, existe una sobredosis en cantidad, que no en calidad. Algunos festivales de cine son réplicas clónicas de otros y poco aportan al desarrollo y promoción de nuevos talentos o a la investigación en materia de lenguaje fílmico. Punto de Vista sí lo hace. Es uno de los mejores festivales españoles y se ha ganado ese estatus a base de contundencia en la programación y concepción ética del cine, reflejada en las películas que escogen año tras año, que, no me cabe duda, forjan nuevas ideas y nuevas inquietudes en aquellos que asisten a verlas.
Precisamente en cuestiones de compromiso, ética -y demás palabras en desuso- es de lo que andan cortos en muchos sectores políticos y sociales, si es que no queremos mentar que tal vez todo eso constituya el germen espiritual de la crisis global que atravesamos y que no deja, como constatamos a todas horas y en todos los telediarios, de agravarse. Así que el cine –y hablamos de no ficción en este caso- y el punto de vista de un festival al elegir su programación y compartirla con la ciudadanía, puede que tengan mucho que aportar en lo que a formas de hacer en el mundo real se refiere, en lo que a posicionamientos y códigos de conducta a tener en cuenta. Si nuestra actitud personal impregna, en mayor o menor medida a los que nos rodean y deja una huella en ellos de algún tipo, las manifestaciones culturales, su calidad, densidad y compromiso también impregnan a los ciudadanos que las atienden, a los territorios y a cómo se piensa y se habita en ellos. Especialmente, cuando consiguen calar en el espíritu de sus coetáneos, algo que Punto de Vista venía consiguiendo, no sin dificultad, después de siete años de duro trabajo.