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Etiquetas | The Wahington Post Writers Group | EEUU
A propósito de ese escándalo de los 16 dólares en magdalenas con cargo al contribuyente -- realmente no eran tan caras

Trivial pursuit fiscal

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WASHINGTON -- .Puede que haya oído hablar de las magdalenas, que los que programan las reuniones en el Departamento de Justicia facturaron alegremente esa suma hinchada -- que sale del contribuyente -- a un hotel de Washington en concepto de una reunión sobre inmigración. Parece el clásico cuento de derroche de dinero público, a la altura de los 600 icónicos dólares por cada taza de inodoro del Pentágono.

Menos porque al parecer, el recibo sobre el que el preboste general del Departamento de Justicia construía esa acusación estaba redactado sobre una especie de servilleta de cóctel. La factura de las magdalenas incluía en realidad: servicio a mesa gratuito, cafés de cortesía, fruta fresca, bollería variada, impuestos y propina. En resumen, un precio decente para un desayuno continental.

¿Hay derroche en el estado? Por supuesto -- y parte de ellos se detalla en el informe del preboste. Debería de ser investigado y eliminado, sobre todo porque perjudica más allá de las cantidades de las que hablamos, erosionando la confianza de la opinión pública en la capacidad del estado de gastar con sentido su dinero.

Peor aún, no obstante, los episodios como el cuento de las magdalenas de 16 dólares prestan a los políticos la excusa para hacer hincapié en las preguntas de tipo fiscal en lugar de los importantes desafíos que seguirían ahí -- incluso si ningún funcionario público volviera nunca más a pasar al estado el precio de la bollería del desayuno.

Como era de esperar, comparecía el Gobernador de Texas Rick Perry en un acto conservador celebrado en Florida invocando las míticas magdalenas para decantarse en contra de una importante propuesta del Presidente Obama encaminada a meter en cintura el caro gasto público sanitario. Sí, Perry estaba contra poner orden en el gasto social, acerca de lo cual hablo más adelante.

"Ya sabrán que esta semana ha salido una información que dice que los burócratas de Washington se están puliendo 16 dólares en magdalenas", decía Perry. "No me diga que no hay derroche que cortar, y no nos pida más dinero, señor Presidente".

Mientras Perry se despachaba contra las encarecidas magdalenas, Washington estaba inmerso en su propia partida de Trivial Pursuit fiscal, al borde una vez más de la clausura de la actividad pública a cuenta de un conflicto por 1.600 millones de dólares. En serio, millones con "m". Una cantidad que representa un infinitesimal 0,153 por ciento del proyecto de ley de gasto público multibillonario que se está debatiendo. En el contexto de los presupuestos federales totales es aún menos, el 0,04 por ciento.

¿Por qué? Porque los Republicanos insisten en que, a pesar de la costumbre, una parte de la ayuda contra catástrofes naturales ha de ser compensada con recortes. A lo mejor, teniendo en cuenta la montaña de deudas, va siendo hora de dejar de cargar a la tarjeta de crédito nacional este gasto de catástrofes naturales. A lo mejor el dinero en el que los Republicanos han puesto sus miras para compensar -- los préstamos al desarrollo de vehículos eléctricos y otras tecnologías de ahorro energético -- puede recibir mejor uso.

Pero en serio, qué bochorno que el Congreso se asome al abismo de la quiebra nacional por 1.600 millones de dólares. ¿Hay alguna ilustración mejor de la falta de cohesión, del creciente desfase entre voluntad política y necesidad nacional? Si los legisladores encuentran difícil de resolver un enfrentamiento por 1.600 millones de dólares, qué esperanza habrá de alcanzar un acuerdo en torno a los 1,5 billones de dólares en ahorro que se supone que debe encontrar el comité legislativo de disciplina fiscal. ¿Qué esperanza hay de alcanzar un acuerdo en torno a los 3 billones adicionales (por lo menos) en ahorro imprescindibles para estabilizar la deuda?

No mucha, me temo, lo que me devuelve a Perry y la reforma de lo social -- en concreto, el gasto público sanitario del ejército. Dentro de un programa del año 2001 llamado Tricare for Life, los militares jubilados afiliados al programa Medicare de los ancianos tienen cobertura gratuita por un máximo de 2.100 dólares anuales sin tener que echar mano al bolsillo. Dentro de su batería de medidas de la deuda, Obama proponía un modesto pago anual, partiendo de 200 dólares y subiendo paulatinamente, para alcanzar un ahorro de casi 7.000 millones a la próxima década.

Perry criticaba esta idea por "ofensiva". "El Presidente Obama cometió la audacia de proponer a los veteranos que se les obligue a pagar 200 dólares cuando cumplan 65 años para poder acogerse a sus pensiones del Medicaid". En realidad, gobernador, es el precio del Medicare, y el precio es en concepto de cobertura adicional.

Pero no importa - un político nunca se equivoca poniéndose de parte de los Nuestros. "Señor Presidente, los hombres y mujeres de nuestro ejército que han servido a nuestra patria con valor cada jornada ya han sacrificado suficiente", afirmaba públicamente Perry. "Lo menos que puede hacer, señor Presidente, es tener el valor de recortar la burocracia del estado en lugar de bajarles sus pensiones".

Esto condujo, como era de esperar, a las magdalenas de 16 dólares directamente. Que los políticos se indignen por el derroche público y que protagonicen enfrentamientos por cuestiones menores. Hasta que manifiesten la disposición para hacer frente al gasto social, con cambios que entrañen sacrificios sensatos, no merecen que se les tome en serio.

Trivial pursuit fiscal

A propósito de ese escándalo de los 16 dólares en magdalenas con cargo al contribuyente -- realmente no eran tan caras
Ruth Marcus
jueves, 29 de septiembre de 2011, 06:55 h (CET)
WASHINGTON -- .Puede que haya oído hablar de las magdalenas, que los que programan las reuniones en el Departamento de Justicia facturaron alegremente esa suma hinchada -- que sale del contribuyente -- a un hotel de Washington en concepto de una reunión sobre inmigración. Parece el clásico cuento de derroche de dinero público, a la altura de los 600 icónicos dólares por cada taza de inodoro del Pentágono.

Menos porque al parecer, el recibo sobre el que el preboste general del Departamento de Justicia construía esa acusación estaba redactado sobre una especie de servilleta de cóctel. La factura de las magdalenas incluía en realidad: servicio a mesa gratuito, cafés de cortesía, fruta fresca, bollería variada, impuestos y propina. En resumen, un precio decente para un desayuno continental.

¿Hay derroche en el estado? Por supuesto -- y parte de ellos se detalla en el informe del preboste. Debería de ser investigado y eliminado, sobre todo porque perjudica más allá de las cantidades de las que hablamos, erosionando la confianza de la opinión pública en la capacidad del estado de gastar con sentido su dinero.

Peor aún, no obstante, los episodios como el cuento de las magdalenas de 16 dólares prestan a los políticos la excusa para hacer hincapié en las preguntas de tipo fiscal en lugar de los importantes desafíos que seguirían ahí -- incluso si ningún funcionario público volviera nunca más a pasar al estado el precio de la bollería del desayuno.

Como era de esperar, comparecía el Gobernador de Texas Rick Perry en un acto conservador celebrado en Florida invocando las míticas magdalenas para decantarse en contra de una importante propuesta del Presidente Obama encaminada a meter en cintura el caro gasto público sanitario. Sí, Perry estaba contra poner orden en el gasto social, acerca de lo cual hablo más adelante.

"Ya sabrán que esta semana ha salido una información que dice que los burócratas de Washington se están puliendo 16 dólares en magdalenas", decía Perry. "No me diga que no hay derroche que cortar, y no nos pida más dinero, señor Presidente".

Mientras Perry se despachaba contra las encarecidas magdalenas, Washington estaba inmerso en su propia partida de Trivial Pursuit fiscal, al borde una vez más de la clausura de la actividad pública a cuenta de un conflicto por 1.600 millones de dólares. En serio, millones con "m". Una cantidad que representa un infinitesimal 0,153 por ciento del proyecto de ley de gasto público multibillonario que se está debatiendo. En el contexto de los presupuestos federales totales es aún menos, el 0,04 por ciento.

¿Por qué? Porque los Republicanos insisten en que, a pesar de la costumbre, una parte de la ayuda contra catástrofes naturales ha de ser compensada con recortes. A lo mejor, teniendo en cuenta la montaña de deudas, va siendo hora de dejar de cargar a la tarjeta de crédito nacional este gasto de catástrofes naturales. A lo mejor el dinero en el que los Republicanos han puesto sus miras para compensar -- los préstamos al desarrollo de vehículos eléctricos y otras tecnologías de ahorro energético -- puede recibir mejor uso.

Pero en serio, qué bochorno que el Congreso se asome al abismo de la quiebra nacional por 1.600 millones de dólares. ¿Hay alguna ilustración mejor de la falta de cohesión, del creciente desfase entre voluntad política y necesidad nacional? Si los legisladores encuentran difícil de resolver un enfrentamiento por 1.600 millones de dólares, qué esperanza habrá de alcanzar un acuerdo en torno a los 1,5 billones de dólares en ahorro que se supone que debe encontrar el comité legislativo de disciplina fiscal. ¿Qué esperanza hay de alcanzar un acuerdo en torno a los 3 billones adicionales (por lo menos) en ahorro imprescindibles para estabilizar la deuda?

No mucha, me temo, lo que me devuelve a Perry y la reforma de lo social -- en concreto, el gasto público sanitario del ejército. Dentro de un programa del año 2001 llamado Tricare for Life, los militares jubilados afiliados al programa Medicare de los ancianos tienen cobertura gratuita por un máximo de 2.100 dólares anuales sin tener que echar mano al bolsillo. Dentro de su batería de medidas de la deuda, Obama proponía un modesto pago anual, partiendo de 200 dólares y subiendo paulatinamente, para alcanzar un ahorro de casi 7.000 millones a la próxima década.

Perry criticaba esta idea por "ofensiva". "El Presidente Obama cometió la audacia de proponer a los veteranos que se les obligue a pagar 200 dólares cuando cumplan 65 años para poder acogerse a sus pensiones del Medicaid". En realidad, gobernador, es el precio del Medicare, y el precio es en concepto de cobertura adicional.

Pero no importa - un político nunca se equivoca poniéndose de parte de los Nuestros. "Señor Presidente, los hombres y mujeres de nuestro ejército que han servido a nuestra patria con valor cada jornada ya han sacrificado suficiente", afirmaba públicamente Perry. "Lo menos que puede hacer, señor Presidente, es tener el valor de recortar la burocracia del estado en lugar de bajarles sus pensiones".

Esto condujo, como era de esperar, a las magdalenas de 16 dólares directamente. Que los políticos se indignen por el derroche público y que protagonicen enfrentamientos por cuestiones menores. Hasta que manifiesten la disposición para hacer frente al gasto social, con cambios que entrañen sacrificios sensatos, no merecen que se les tome en serio.

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