El candidato por el partido socialista a la presidencia del gobierno, señor Pérez Rubalcaba, debiera calibrar sus palabras en sus manifestaciones públicas. En un mitin de campaña electoral en el pueblo de Alcorcón (Madrid), ha lanzado una amenaza velada, desmentida acto seguido, cuando se ha permitido decir: “nos sería fácil a los socialistas calentar la campaña, pero no lo vamos a hacer”.

Le podríamos recordar al señor ex ministro del interior que, el mismo fue quien se encargó de calentar la campaña cuando acusaron al PP, en plenas vísperas electorales, de ser el responsable del atentado terrorista del 11M, –todavía con grandes interrogantes respecto al explosivo empleado y al verdadero responsable de la matanza – , cuando, en sólo dos días ( 12 y 13 de marzo), pusieron la maquinaria del partido socialista a emponzoñar la opinión pública y asediar, con manifestaciones ilegales, las puertas de las delegaciones del PP. Y ¿ quién estaba detrás de toda la movida del PSOE,? Nadie tiene la menor duda, el señor Alfredo Pérez Rubalcaba, ¿recuerdan ustedes aquello de: “no nos merecemos un gobierno que nos mienta”?

Nos preguntamos si, a pesar de haber dicho que no tiene intención de repetir la jugada, será cierto que, ante unas perspectivas electorales tan pesimistas para su partido, no caerá de nuevo en la tentación de recurrir al recurso de la toma de las calles y el uso de los sindicatos afines, para hacer imposible que se celebren unas elecciones con la tranquilidad y el orden que requiere un acontecimiento electoral, en el que es preciso el sosiego de la ciudadanía, para que pueda emitir su voto sin factores espurios que pudieran alterar su buen sentido y ecuanimidad.

Si ya sentimos una cierta alarma ante el calentamiento de calderas de los sindicatos CC.OO y UGT, que se están desperezando con sospechosa diligencia –justo cuando los nuevos gestores de las autonomías y municipios conquistados por el PP, en las elecciones del 22M empiezan a tomar conciencia de sarao de impagados que sus antecesores les legaron –, en contraste con el ostracismo y la pasividad de los que hicieron gala cuando siguieron, impasibles, el penoso hecho de que, casi 5 millones de trabajadores, pasaran al paro, sin que ello les indujera a protestar en contra del gobierno socialista y, sólo al final y para cubrir el expediente, fue cuando se decidieron a convocar un simulacro de huelga general que constituyó, como ya se preveía, un sonado fracaso.

Contrariamente a lo que los socialistas se habían imaginado, el hecho de haber promocionado al “tapado” del partido, confiando en que su presencia en las candidaturas sería un revulsivo para los votantes de su propio partido; no parece que las habilidades del candidato para trabajar en los sótanos de la política, dirigir a los servicios secretos para obtener información de sus adversarios políticos y negociar con ETA en el más puro y duro secretismo; le hayan reportado muchas ventajas, en cuanto a disminuir la enorme ventaja que el señor Rajoy del PP ha conseguido sacarle.

Si, primero, intentó utilizar en su favor el haber permitido a los del 15M violar la ley, manifestándose en la víspera de las municipales y, más tarde, no hizo nada para que fueren desalojados de la Puerta del Sol, a pesar de las molestias y perjuicios que causaban a peatones y comerciantes; lo cierto es que el rédito electoral que pensaba sacar del acercamiento a tales elementos, no ha aparecido por ninguna parte. Luego ha intentado volver a los procedimientos clásicos de la izquierda en un, patente e interesado, escoramiento hacia el extremismo radical, volviendo al viejo tema de los ricos malvados y los pobres explotados; una segunda edición de la famosa Ley de la Memoria Histórica con la que intentaron resucitar, y consiguieron en parte, los viejos fantasmas y rencores de la vieja España de la época del Frente Popular de la II República. Nadie puede descartar que, aparte de pretender sacar tajada de ciertos movimientos de ETA, como la famosa carta de los etarras detenidos que, ahora, a la vejez viruelas, cuando ya se ven encima un cambio de gobierno que puede resultarles fatal para su supervivencia, acuden al último recurso de hacerse los “niños buenos” aceptando el famoso y, vilipendiado por los independentistas, Estatuto de Guernica.

Acercamientos de presos; algunas excarcelaciones, movimientos de sumisión de los presos a un rechazo de las armas y palabras de ánimo y aliento del señor Zapatero, fuera de tiempo y en un momento inoportuno para pretender sacar rédito político. Lo cierto es que la descomposición imparable de los secuaces del presidente interino de la nación, cuando parece que en el PSOE se ha dado el pistoletazo del ¡sálvese quien pueda!; ha provocado que, cada uno de los que todavía conserva ilusiones de volver a la política esté practicando su particular estrategia, como viene haciendo la señora Carme Chacón, que ya ha dejado el ministerio de Defensa en manos de sus adláteres para dedicarse en cuerpo ( posando para revistas de moda) y alma ( volviendo a su lugar de origen: el independentismo catalán, del que nunca debiera de haberse movido) a su nueva faceta de candidata al Congreso por Catalunya.

Otros, en cambio, parece que se van a quedar sin cargos políticos, como ha denunciado el señor Rajoy en su esplendido discurso ante la plana mayor de su partido, cuando ha dicho: “Estamos viviendo un espectáculo notable, la fuga de cargos del Gobierno que están instalándose en los organismos reguladores para recibir nómina y cobijo”. Evidentemente se ha de poner coto a que, aquellos que han colaborado a arruinar la nación, ahora pretendan seguir sacando provecho, enchufándose en puestos que mejor podrían desempeñar otros más cualificados. Hay remedio para ello y así lo ha anunciado Rajoy: “Reduciremos la proliferación de estos organismos y cambiaremos el sistema de nombramientos” ¿Quién decía que el PP no tenía programa?

En todo caso, no podemos esperar que, el señor Rubalcaba, se conforme con una campaña limpia y, mucho nos tememos que, a medida que se vaya acercando el 20N, vayamos a tener ocasión de presenciar intentonas de desestabilizar la nación; ya sea con bombas, como la que alguien ha puesto ante la casa natal del señor Fraga, en la localidad lucense de Villalba (repetición de otra explosión que tuvo lugar en el mes de junio ante una sede del PP en Ordes(La Coruña); o utilizando la colaboración de los Sindicatos a quienes parece que se les ha reservado la parte estelar en esta función de crear inseguridad en las calles, en un último esfuerzo, para evitar que el PP no obtenga la mayoría absoluta; lo que, sin duda, pone de los nervios a todos los separatistas vascos y catalanes, especialmente al señor Durán y Lleida, al que le ha ido muy bien poder intrigar durante las pasadas legislaturas, sacando provechosas tajadas ( la mayor de ellas el Estatut de Catalunya) del hecho de que, el Gobierno de ZP, dependiera de los votos catalanes para poder sacar a flote sus conflictivas leyes como ha sido el caso flagrante de este crimen contra la decencia, la moral y la ética, como es la famosa Ley del Aborto.

No obstante, salvo que tenga lugar una catástrofe política en nuestro país, las encuestas siguen tercas en pronosticarle, al Partido Popular, una victoria con mayoría absoluta que, sin duda, es lo que precisa España, si es que se han de tomar las medidas necesarias para intentar reflotarla y sacarla de este inmenso abismo económico, social y financiero al que nos han conducido el PSOE y sus gobernantes. Esto es lo que espero para España y para todos los españoles que amamos a nuestra nación.