Florentino Pérez desea ganar la Décima cueste lo que cueste. Han pasado diez años desde que el Real Madrid se proclamó campeón de Europa por novena vez con aquella genial volea de Zidane en Glasgow. Aquel era el Madrid de los Galácticos y en el banquillo estaba un tal Vicente del Bosque. Fíjense en la diferencia de perfil de este entrenador con el actual, muy relacionado con la evolución del club en los últimos años.
Ese equipo se deshizo y fue acumulando un fracaso tras otro cada vez que llegaba la eliminatoria de octavos de final de la máxima competición continental. Florentino abandonó el barco y tres años después apareció para convertirse en el Mesías del Real Madrid, a modo de salvador, con el único objetivo de volver a reinar en Europa.
La Décima es su obsesión, y José Mourinho, la persona elegida para conseguir esta empresa. Para muchos, el mejor entrenador del mundo, pero para otros, el verdadero culpable de la imagen actual del Real Madrid. Florentino Pérez le ha permitido todo desde que hace un año llegó a la casa blanca, hasta adquirir un poder total que traspasa la barrera deportiva, sin pensar en la situación que quedará el club cuando el portugués lo abandone. Pérez no se queda ahí, sino que apoya públicamente a su entrenador, como sucedió el pasado domingo en la Asamblea General de Socios Compromisarios.
Parece que la pancarta que apareció en el Santiago Bernabeú tras la Supercopa con el lema “Mou, tu dedo nos señala el camino” se ha convertido en la religión del Real Madrid. Florentino es su primer seguidor porque, tras el desierto de los últimos años, ve que el camino se aproxima a la Décima, sin importar las formas empleadas para conseguirla.
Florentino se equivoca si esta es la dirección a seguir. Se olvida de los más de cien años de historia del Real Madrid. Claro que puede ganar la Décima, pero si esto ocurre es porque antes se ganaron otras nueve, con unos valores totalmente opuestos a los actuales. A día de hoy, tanto presidente como entrenador están convencidos de que siendo protagonistas en el otro fútbol, el de la crispación y los escándalos, la Décima está más cerca. Recuerden, el entrenador en 2002 era un hombre tranquilo, ahora es Mourinho, y el resultado no indica por el momento que esa deterioración de los valores hayan servido para ganar la tan ansiada y deseada Décima.