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Sus políticas han demostrado ser una permanente amenaza para la convivencia, para el sentido común y para las sociedades del bienestar

Sindicalismo sin crédito

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El Sindicato Vertical Unificado (UGT-CC.OO:), que tanto daño ha hecho estos años a la clase trabajadora, empieza a calentar motores cuando la derecha se acerca al poder. No han sabido defender los intereses del mundo laboral y ahora quieren dar lecciones a todos los demás. Pero la mentira tiene las patas muy cortas y ya nadie cree en ellos. Ahí tienen el discurso del líder comunista de Comisiones Obreras. Pocas veces se habían escuchado tantas insensateces en tan poco tiempo, hasta el punto de que los suyos salieron decepcionados de la plaza de toros de Vistalegre. Y eso que la mayoría eran delegados propios; es decir, mantenidos como funcionarios pero con una diferencia: los funcionarios se lo ganan con su trabajo, mérito y esfuerzo, mientras los sindicalistas holgazanean y retozan, sin más, a costa de los trabajadores.

Los sindicatos de clase son la vergüenza del Estado español. Llevan vendidos al Gobierno socialista todo el septenio negro que ahora termina, de la misma forma que llevan años viviendo de la subvención, por lo que no se distinguen de los sindicatos verticales de la época del ‘abuelo Patxi’. Cambian los tiempos pero no las formas de mantenerse a costa de los demás. De repente se le ocurre al secretario general de Comisiones ponerse a defender las pensiones y dar a entender que está preocupado por la prórroga de los presupuestos generales del Estado. ¿Qué le preocupa? ¿Los trabajadores?, no. Le preocupa su parte económica y el miedo a que la derecha desista de esa partida innecesaria.

La ruindad es la bandera del sindicalismo trasnochado, la falta de crédito su estandarte y el descrédito su compañero. Cuanto antes se acabe con este tipo de sindicalismo, antes entrarán en razón y más pronto iniciaremos la senda de la recuperación laboral y económica. En el siglo XXI no caben ni el comunismo ni el socialismo a la antigua usanza. Sus políticas han demostrado ser una permanente amenaza para la convivencia, para el sentido común y para las sociedades del bienestar. Razón tenía González Ruano al incidir en que "la muerte puede consistir en ir perdiendo la costumbre de vivir". Pues, eso.

Frente al Sindicalismo Vertical Unificado en que se han convertido los sindicatos del Gobierno, proponemos que esos desaparezcan de los presupuestos del Estado y que se mantengan de las cuotas de sus afiliados. Ahora se le ocurre a Toxo hablar de un pacto de rentas ¿Se puede ser más miserable a los ojos de la ciudadanía? Un sindicato como CC.OO. no puede proponer la moderación de los salarios porque incurre en un vocabulario empresarial. No es necesario hablar de pactos sino que de lo que se trata es de llevar a cabo una reforma fiscal en profundidad, una reforma laboral integral y una reforma educativa moderna y adaptada a los tiempos que corren.

A ello hay que añadir la creación de empleo joven, el fomento de los créditos hipotecarios a las familias y la continuidad del Estado del bienestar que el Gobierno socialista truncó. Sin olvidar la confianza que precisa el sector privado para crear empleo y alcanzar la necesaria confianza que pide Europa. En ello puede influir considerablemente la desaparición del socialismo de los Gobiernos nacionales y la implantación de la necesaria estrategia liberal que, como en Alemania, está llevando a ver la luz laboral.

Hoy más que nunca sobran los sindicatos de clase del estilo de CC.OO. y UGT. Ambos son herederos del desprestigio sindical, del abuso descontrolado, del aprovechamiento de las prebendas del Estado y de la forma de repartir la miseria entre los trabajadores.

Sindicalismo sin crédito

Sus políticas han demostrado ser una permanente amenaza para la convivencia, para el sentido común y para las sociedades del bienestar
Jesús  Salamanca
sábado, 24 de septiembre de 2011, 18:13 h (CET)
El Sindicato Vertical Unificado (UGT-CC.OO:), que tanto daño ha hecho estos años a la clase trabajadora, empieza a calentar motores cuando la derecha se acerca al poder. No han sabido defender los intereses del mundo laboral y ahora quieren dar lecciones a todos los demás. Pero la mentira tiene las patas muy cortas y ya nadie cree en ellos. Ahí tienen el discurso del líder comunista de Comisiones Obreras. Pocas veces se habían escuchado tantas insensateces en tan poco tiempo, hasta el punto de que los suyos salieron decepcionados de la plaza de toros de Vistalegre. Y eso que la mayoría eran delegados propios; es decir, mantenidos como funcionarios pero con una diferencia: los funcionarios se lo ganan con su trabajo, mérito y esfuerzo, mientras los sindicalistas holgazanean y retozan, sin más, a costa de los trabajadores.

Los sindicatos de clase son la vergüenza del Estado español. Llevan vendidos al Gobierno socialista todo el septenio negro que ahora termina, de la misma forma que llevan años viviendo de la subvención, por lo que no se distinguen de los sindicatos verticales de la época del ‘abuelo Patxi’. Cambian los tiempos pero no las formas de mantenerse a costa de los demás. De repente se le ocurre al secretario general de Comisiones ponerse a defender las pensiones y dar a entender que está preocupado por la prórroga de los presupuestos generales del Estado. ¿Qué le preocupa? ¿Los trabajadores?, no. Le preocupa su parte económica y el miedo a que la derecha desista de esa partida innecesaria.

La ruindad es la bandera del sindicalismo trasnochado, la falta de crédito su estandarte y el descrédito su compañero. Cuanto antes se acabe con este tipo de sindicalismo, antes entrarán en razón y más pronto iniciaremos la senda de la recuperación laboral y económica. En el siglo XXI no caben ni el comunismo ni el socialismo a la antigua usanza. Sus políticas han demostrado ser una permanente amenaza para la convivencia, para el sentido común y para las sociedades del bienestar. Razón tenía González Ruano al incidir en que "la muerte puede consistir en ir perdiendo la costumbre de vivir". Pues, eso.

Frente al Sindicalismo Vertical Unificado en que se han convertido los sindicatos del Gobierno, proponemos que esos desaparezcan de los presupuestos del Estado y que se mantengan de las cuotas de sus afiliados. Ahora se le ocurre a Toxo hablar de un pacto de rentas ¿Se puede ser más miserable a los ojos de la ciudadanía? Un sindicato como CC.OO. no puede proponer la moderación de los salarios porque incurre en un vocabulario empresarial. No es necesario hablar de pactos sino que de lo que se trata es de llevar a cabo una reforma fiscal en profundidad, una reforma laboral integral y una reforma educativa moderna y adaptada a los tiempos que corren.

A ello hay que añadir la creación de empleo joven, el fomento de los créditos hipotecarios a las familias y la continuidad del Estado del bienestar que el Gobierno socialista truncó. Sin olvidar la confianza que precisa el sector privado para crear empleo y alcanzar la necesaria confianza que pide Europa. En ello puede influir considerablemente la desaparición del socialismo de los Gobiernos nacionales y la implantación de la necesaria estrategia liberal que, como en Alemania, está llevando a ver la luz laboral.

Hoy más que nunca sobran los sindicatos de clase del estilo de CC.OO. y UGT. Ambos son herederos del desprestigio sindical, del abuso descontrolado, del aprovechamiento de las prebendas del Estado y de la forma de repartir la miseria entre los trabajadores.

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