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Óscar Freire busca en Copenhague su cuarto entorchado para convertirse así en el ciclista con más títulos mundiales

¿Quién no teme a la maldición del maillot arcoiris?

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A Óscar Freire, a sus 35 años, las leyendas ciclistas ya no le influyen, ni siquiera aquellas de contenido dramático; a él sólo le importa entrar en la historia del ciclismo como el corredor con más triunfos en los mundiales, el broche a su carrera. Su victoria en las calles de Copenhague, después de 266 nerviosos kilómetros, supondría su cuarto arcoiris, aventajando así a los belgas Van Steenbergen y Eddy Merckx y al italiano Alfredo Binda. Y atrás quedaría esa maldición histórica de este preciado maillot que persigue a su portador, siempre envuelto en desgracias.



Thor Hushovd.

El trazado danés está caracterizado por la suavidad del terreno, exceptuando esa ligera subida existente en la parte final del recorrido. La dureza estará en las condiciones climatológicas, donde el frío y la lluvia podrían ser protagonistas activos de la carrera, cuya duración está prevista para unas siete horas. El circuito, pues, es idóneo para los sprinters, y Freire, aunque no lleve una temporada de sonrisas, está entre los candidatos. Junto a él, una ristra de corredores de renombre como el noruego Thor Hushovd -campeón el año pasado en Geelong (Australia) y ha firmado un magnífico Tour de Francia 2011- el británico Mark Cavendish, el estadounidense Tyler Farrar, el esloveno Peter Sagan, el alemán André Greipel o el italiano Daniele Bennati, entre otros. El belga Gilbert, sin ser un sprinter puro, también figura en las quinielas. Quien no estará, por culpa de una lesión, será el danés Matti Breschel, subcampeón en 2010 y bronce en 2008.

Las sonrisas de un triunfo modificaran el rictus del vencedor, aunque seguramente, aparte de contestar a las típicas preguntas derivadas de tan gran éxito, deberá reflexionar sobre si le preocupa o no esa leyenda negra que rodea a aquellos ciclistas que se enfundan el maillot arcoiris. Porque aunque portar esta prenda es un formidable honor deportivo, sus consecuencias, en muchos casos, son hasta mortales. Una especie de maldición persigue a los campeones del mundo, sin respetar nombres. Y hay unos cuantos casos. Repasemos los afectados más famosos.

Fausto Coppi (Lugano, 1953): Ni ser uno de los mejores ciclistas de todos los tiempos (5 veces ganador del Giro y 2 del Tour, amén de hacerlo en las mejores clásicas de primavera) le salvó de la maldición del arcoiris. Murió a los 40 años tras infectarse de malaria -y ser mal tratada médicamente- en un viaje de placer/trabajo a Burkina Faso.

Louison Bobet (Solingen, 1954): El ciclista francés ganó tres veces seguidas el Tour de Francia y se destacó como un extraordinario corredor de clásicas, pero su carrera deportiva se truncó antes de tiempo debido a un accidente de coche. Ya no pudo volver a competir.

Stan Ockers (Frascati, 1955): Su trayectoria deportiva estaba siendo notable hasta que se proclamó campeón del mundo (ese mismo curso ganó la Flecha Valona y la Lieja-Bastogne-Lieja), puesto que meses después falleció en una carrera de pista celebrada en Amberes.
Benoni Beheyt (Ronse, 1963): Lo suyo no acabó en tragedia, aunque tuvo que retirarse prematuramente del ciclismo tras convertirse en el enemigo de todos los belgas, pues tuvo la osadía de arrebatarle el campeonato del mundo al ídolo nacional Rik Van Looy, que se quedó sin su tercera corona mundial. Beheyt pagó cara su traición.

Jean Pierre Monseré (Leicester, 1970): Estaba considerado como una de las promesas más seguras del ciclismo belga, pero todo se truncó, unos meses después de proclamarse campeón del mundo, cuando fue atropellado mortalmente mientras participaba en una competición. Cuatro años después, este desenlace trágico se repitió con su hijo, vestido, curiosamente, con el maillot de campeón del mundo, obsequió de Freddy Maertens.

Freddy Maertens (Ostuni, 1976; Praga, 1981): Tuvo una carrera muy exitosa (15 victorias en Tour, 13 en Vuelta a España y 7 en Giro), pero, tras retirarse, tuvo serios problemas con el alcohol y hasta estuvo ingresado en un psiquiátrico; aparte de ser la persona que regaló el maillot al descendiente de Monseré.

Stephen Roche (Villach, 1987): El irlandés tocó el cielo en 1987. Lo ganó todo, incluyendo el Giro de Italia, el Tour de Francia (‘Perico’ Delgado fue segundo) y el Mundial. Pero fue vestirse de arcoiris y empezar a sufrir diferentes lesiones de rodilla. Roche se vio obligado a colgar la bicicleta antes de tiempo.

Rudy Dhaenens (Utsunomiya, 1990): Este ciclista belga fue un hombre de clásicas (tuvo varios subcampeonatos) y su mayor éxito fue ser campeón del mundo, aunque pronto empezó a tener problemas médicos que precipitaron su retirada. Seis años después, falleció en un accidente de coche.

Lance Armstrong (Oslo, 1993): El estadounidense tampoco ha escapado a esta maldición, aunque haya conquistado 7 Tours de Francia. Con anterioridad, Armstrong era un ciclista de carreras de un día, como demostró en Oslo. Fue ganar el arcoiris y vivir una desgracia tras otra: no ganar carreras, ver morir a su compañero de equipo Fabio Casartelli y sufrir un cáncer testicular, del que afortunadamente se recuperó.

Luc Leblanc (Agrigente, 1994): La gran esperanza del ciclismo francés acabó diluyéndose tras vestirse de campeón del mundo. Los problemas físicos (rodillas) e institucionales (sus cambios de escuadra, del Lotus-Festina a Le Groupement, que ni siquiera debutó, y Polti) le privaron de una mejor carrera (campeón de Francia en 1992 y cuarto del Tour de 1994, tras ganar una gran etapa de montaña)

Abraham Olano (Duitama, 1995): España consiguió su primer arcoiris en Colombia. Sucedió en mitad de un pinchazo del guipuzcoano y del control táctico de Induráin, segundo en el sprint. Olano, aunque en menor medida, también fue víctima de este gafe: perdió el Giro de 1996 en el penúltimo día y siempre chochó con las grandes ascensiones.

Johan Museeuw (Lugano, 1996): El belga fue el primer ciclista que ganó campeonato del mundo y copa del mundo (mejor ciclista del curso en carreras de un día) en una misma temporada. Era el ciclista de las clásicas. Pero fue ganar esta carrera y caer desgracia: se fracturó la rodilla en la París-Roubaix y, tras recuperarse, un grave accidente de coche. Luego, tras varios meses, ganó la París-Roubaix y Flandes (cuenta con 3 victorias en ambas).

Laurent Brochard (San Sebastián, 1997): Su sonrisa de campeón del mundo se desvaneció en cuestión de meses. Lo que tardó en explotar el escándalo de dopaje organizado del equipo Festina en el Tour de Francia de 1998. Su aguerrida carrera, ya en sus últimos episodios, concluyó con mal sabor de boca.

Oscar Camenzind (Valkenburg, 1998): Era un ciclista con clase, con brío en carreras de días, pero tras proclamarse campeón del mundo estuvo dos temporadas de sequía y sus últimos días de profesional estuvieron marcados por escándalos de dopaje.

Igor Astarloa (Hamilton, 2003): Su triunfo en Canadá le situó en el panorama ciclista y se embolsó un buen contrato con Cofidis. Todo esto fue un espejismo. No confirmó las expectativas generadas (lo mismo le sucedió al letón Romans Vainsteins, campeón en 2000) y estuvo salpicado por las tramas de dopaje.

Tom Boonen (Madrid, 2005): Se presentó en sociedad en Madrid y confirmó su calidad en carreras de un día o en las grandes carreras ganando etapas al sprint. Su palmarés es muy notable: 3 París Roubaix, 2 Tour de Flandes, 6 etapas en el Tour de Francia, 2 etapas en Vuelta a España. Pero no todo fueron éxitos: las drogas, el alcohol y la sombra del dopaje siempre le han acompañado. Por cierto, no estará en Copenhague debido a problemas físicos.

Paolo Bettini (Salzburgo, 2006; Stuttgart, 2007): Pocos días después de ganar su primer arcoiris, este italiano, un ciclista de una magnífica clase, conoció el fallecimiento en accidente de tráfico de su hermano, Sauro Bettini. Fue un duro golpe que estuvo a punto de abocarle a la retirada. No lo hizo. Y en Stuttgart, el ‘grillo’ se enfundó su segundo arcoiris. Y nuevamente, otra desgracia: problemas físicos en su espalda. Y muchos meses de ausencia.

Alessandro Ballan (Varese, 2008): el italiano se ganó un hueco en la historia del ciclismo y del corazón de los aficionados italianos tras imponerse en Varese. Su sonrisa desapareció de su rostro durante los siguientes meses, donde se perdió buena parte de la temporada de clásicas debido a un virus, y tras recuperarse para el Tour de Francia una caída en la primera semana de carrera le impidió apuntarse alguna etapa.




¿Y Freire? El cántabro atesora un formidable palmarés con etapas ganadas en el Tour de Francia y en la Vuelta a España y el maillot verde de la regularidad de la carrera francesa. Pese a todo, Friere tampoco ha esquivado a la mala suerte tras vestirse por triplicado como campeón del mundo: después de ganar en Verona (1999), empezaron sus dolores de espalda, sin que los médicos consiguieran sanarle completamente; tras imponerse en Lisboa (2001), su temporada siguiente estuvo caracterizada por sus escasos triunfos; y tras Verona (2004), padeció un quiste en el glúteo que le tuvo en el dique seco durante unos cuantos meses. Ahora, ya todo es diferente. Freire sólo espera entrar en el Olimpo.

A falta de conocer quién será el ciclista al que alumbren los focos de las cámaras y los flashes de los fotógrafos, ya se sabe que el triunvirato del ciclismo no acaparará el protagonismo: Andy Schleck, Alberto Contador y Cadel Evans (ha ganado el Tour tras ser campeón del mundo, aunque en los años anteriores tuvo unas cuantas desgracias deportivas) no estarán presentes en la capital danesa por razones de diversa índole.

¿Quién no teme a la maldición del maillot arcoiris?

Óscar Freire busca en Copenhague su cuarto entorchado para convertirse así en el ciclista con más títulos mundiales
Rafael Merino
viernes, 23 de septiembre de 2011, 08:28 h (CET)
A Óscar Freire, a sus 35 años, las leyendas ciclistas ya no le influyen, ni siquiera aquellas de contenido dramático; a él sólo le importa entrar en la historia del ciclismo como el corredor con más triunfos en los mundiales, el broche a su carrera. Su victoria en las calles de Copenhague, después de 266 nerviosos kilómetros, supondría su cuarto arcoiris, aventajando así a los belgas Van Steenbergen y Eddy Merckx y al italiano Alfredo Binda. Y atrás quedaría esa maldición histórica de este preciado maillot que persigue a su portador, siempre envuelto en desgracias.



Thor Hushovd.

El trazado danés está caracterizado por la suavidad del terreno, exceptuando esa ligera subida existente en la parte final del recorrido. La dureza estará en las condiciones climatológicas, donde el frío y la lluvia podrían ser protagonistas activos de la carrera, cuya duración está prevista para unas siete horas. El circuito, pues, es idóneo para los sprinters, y Freire, aunque no lleve una temporada de sonrisas, está entre los candidatos. Junto a él, una ristra de corredores de renombre como el noruego Thor Hushovd -campeón el año pasado en Geelong (Australia) y ha firmado un magnífico Tour de Francia 2011- el británico Mark Cavendish, el estadounidense Tyler Farrar, el esloveno Peter Sagan, el alemán André Greipel o el italiano Daniele Bennati, entre otros. El belga Gilbert, sin ser un sprinter puro, también figura en las quinielas. Quien no estará, por culpa de una lesión, será el danés Matti Breschel, subcampeón en 2010 y bronce en 2008.

Las sonrisas de un triunfo modificaran el rictus del vencedor, aunque seguramente, aparte de contestar a las típicas preguntas derivadas de tan gran éxito, deberá reflexionar sobre si le preocupa o no esa leyenda negra que rodea a aquellos ciclistas que se enfundan el maillot arcoiris. Porque aunque portar esta prenda es un formidable honor deportivo, sus consecuencias, en muchos casos, son hasta mortales. Una especie de maldición persigue a los campeones del mundo, sin respetar nombres. Y hay unos cuantos casos. Repasemos los afectados más famosos.

Fausto Coppi (Lugano, 1953): Ni ser uno de los mejores ciclistas de todos los tiempos (5 veces ganador del Giro y 2 del Tour, amén de hacerlo en las mejores clásicas de primavera) le salvó de la maldición del arcoiris. Murió a los 40 años tras infectarse de malaria -y ser mal tratada médicamente- en un viaje de placer/trabajo a Burkina Faso.

Louison Bobet (Solingen, 1954): El ciclista francés ganó tres veces seguidas el Tour de Francia y se destacó como un extraordinario corredor de clásicas, pero su carrera deportiva se truncó antes de tiempo debido a un accidente de coche. Ya no pudo volver a competir.

Stan Ockers (Frascati, 1955): Su trayectoria deportiva estaba siendo notable hasta que se proclamó campeón del mundo (ese mismo curso ganó la Flecha Valona y la Lieja-Bastogne-Lieja), puesto que meses después falleció en una carrera de pista celebrada en Amberes.
Benoni Beheyt (Ronse, 1963): Lo suyo no acabó en tragedia, aunque tuvo que retirarse prematuramente del ciclismo tras convertirse en el enemigo de todos los belgas, pues tuvo la osadía de arrebatarle el campeonato del mundo al ídolo nacional Rik Van Looy, que se quedó sin su tercera corona mundial. Beheyt pagó cara su traición.

Jean Pierre Monseré (Leicester, 1970): Estaba considerado como una de las promesas más seguras del ciclismo belga, pero todo se truncó, unos meses después de proclamarse campeón del mundo, cuando fue atropellado mortalmente mientras participaba en una competición. Cuatro años después, este desenlace trágico se repitió con su hijo, vestido, curiosamente, con el maillot de campeón del mundo, obsequió de Freddy Maertens.

Freddy Maertens (Ostuni, 1976; Praga, 1981): Tuvo una carrera muy exitosa (15 victorias en Tour, 13 en Vuelta a España y 7 en Giro), pero, tras retirarse, tuvo serios problemas con el alcohol y hasta estuvo ingresado en un psiquiátrico; aparte de ser la persona que regaló el maillot al descendiente de Monseré.

Stephen Roche (Villach, 1987): El irlandés tocó el cielo en 1987. Lo ganó todo, incluyendo el Giro de Italia, el Tour de Francia (‘Perico’ Delgado fue segundo) y el Mundial. Pero fue vestirse de arcoiris y empezar a sufrir diferentes lesiones de rodilla. Roche se vio obligado a colgar la bicicleta antes de tiempo.

Rudy Dhaenens (Utsunomiya, 1990): Este ciclista belga fue un hombre de clásicas (tuvo varios subcampeonatos) y su mayor éxito fue ser campeón del mundo, aunque pronto empezó a tener problemas médicos que precipitaron su retirada. Seis años después, falleció en un accidente de coche.

Lance Armstrong (Oslo, 1993): El estadounidense tampoco ha escapado a esta maldición, aunque haya conquistado 7 Tours de Francia. Con anterioridad, Armstrong era un ciclista de carreras de un día, como demostró en Oslo. Fue ganar el arcoiris y vivir una desgracia tras otra: no ganar carreras, ver morir a su compañero de equipo Fabio Casartelli y sufrir un cáncer testicular, del que afortunadamente se recuperó.

Luc Leblanc (Agrigente, 1994): La gran esperanza del ciclismo francés acabó diluyéndose tras vestirse de campeón del mundo. Los problemas físicos (rodillas) e institucionales (sus cambios de escuadra, del Lotus-Festina a Le Groupement, que ni siquiera debutó, y Polti) le privaron de una mejor carrera (campeón de Francia en 1992 y cuarto del Tour de 1994, tras ganar una gran etapa de montaña)

Abraham Olano (Duitama, 1995): España consiguió su primer arcoiris en Colombia. Sucedió en mitad de un pinchazo del guipuzcoano y del control táctico de Induráin, segundo en el sprint. Olano, aunque en menor medida, también fue víctima de este gafe: perdió el Giro de 1996 en el penúltimo día y siempre chochó con las grandes ascensiones.

Johan Museeuw (Lugano, 1996): El belga fue el primer ciclista que ganó campeonato del mundo y copa del mundo (mejor ciclista del curso en carreras de un día) en una misma temporada. Era el ciclista de las clásicas. Pero fue ganar esta carrera y caer desgracia: se fracturó la rodilla en la París-Roubaix y, tras recuperarse, un grave accidente de coche. Luego, tras varios meses, ganó la París-Roubaix y Flandes (cuenta con 3 victorias en ambas).

Laurent Brochard (San Sebastián, 1997): Su sonrisa de campeón del mundo se desvaneció en cuestión de meses. Lo que tardó en explotar el escándalo de dopaje organizado del equipo Festina en el Tour de Francia de 1998. Su aguerrida carrera, ya en sus últimos episodios, concluyó con mal sabor de boca.

Oscar Camenzind (Valkenburg, 1998): Era un ciclista con clase, con brío en carreras de días, pero tras proclamarse campeón del mundo estuvo dos temporadas de sequía y sus últimos días de profesional estuvieron marcados por escándalos de dopaje.

Igor Astarloa (Hamilton, 2003): Su triunfo en Canadá le situó en el panorama ciclista y se embolsó un buen contrato con Cofidis. Todo esto fue un espejismo. No confirmó las expectativas generadas (lo mismo le sucedió al letón Romans Vainsteins, campeón en 2000) y estuvo salpicado por las tramas de dopaje.

Tom Boonen (Madrid, 2005): Se presentó en sociedad en Madrid y confirmó su calidad en carreras de un día o en las grandes carreras ganando etapas al sprint. Su palmarés es muy notable: 3 París Roubaix, 2 Tour de Flandes, 6 etapas en el Tour de Francia, 2 etapas en Vuelta a España. Pero no todo fueron éxitos: las drogas, el alcohol y la sombra del dopaje siempre le han acompañado. Por cierto, no estará en Copenhague debido a problemas físicos.

Paolo Bettini (Salzburgo, 2006; Stuttgart, 2007): Pocos días después de ganar su primer arcoiris, este italiano, un ciclista de una magnífica clase, conoció el fallecimiento en accidente de tráfico de su hermano, Sauro Bettini. Fue un duro golpe que estuvo a punto de abocarle a la retirada. No lo hizo. Y en Stuttgart, el ‘grillo’ se enfundó su segundo arcoiris. Y nuevamente, otra desgracia: problemas físicos en su espalda. Y muchos meses de ausencia.

Alessandro Ballan (Varese, 2008): el italiano se ganó un hueco en la historia del ciclismo y del corazón de los aficionados italianos tras imponerse en Varese. Su sonrisa desapareció de su rostro durante los siguientes meses, donde se perdió buena parte de la temporada de clásicas debido a un virus, y tras recuperarse para el Tour de Francia una caída en la primera semana de carrera le impidió apuntarse alguna etapa.




¿Y Freire? El cántabro atesora un formidable palmarés con etapas ganadas en el Tour de Francia y en la Vuelta a España y el maillot verde de la regularidad de la carrera francesa. Pese a todo, Friere tampoco ha esquivado a la mala suerte tras vestirse por triplicado como campeón del mundo: después de ganar en Verona (1999), empezaron sus dolores de espalda, sin que los médicos consiguieran sanarle completamente; tras imponerse en Lisboa (2001), su temporada siguiente estuvo caracterizada por sus escasos triunfos; y tras Verona (2004), padeció un quiste en el glúteo que le tuvo en el dique seco durante unos cuantos meses. Ahora, ya todo es diferente. Freire sólo espera entrar en el Olimpo.

A falta de conocer quién será el ciclista al que alumbren los focos de las cámaras y los flashes de los fotógrafos, ya se sabe que el triunvirato del ciclismo no acaparará el protagonismo: Andy Schleck, Alberto Contador y Cadel Evans (ha ganado el Tour tras ser campeón del mundo, aunque en los años anteriores tuvo unas cuantas desgracias deportivas) no estarán presentes en la capital danesa por razones de diversa índole.

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