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Navarro significa Londres 2012

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España consigue el pase a la final del Eurobasket gracias a una soberbia actuación de Juan Carlos Navarro. La selección española sigue imprimiendo un carácter muy débil a su juego defensivo. Macedonia planteó un partido muy completo, centrando su juego en un espectacular McCaleb.

La semifinal del Eurobasket de Lituania se antojaba el partido más importante, y puede que a priori complicado, para nuestra selección nacional. Conseguir la victoria significaba por derecho propio estar presentes en la final de este domingo frente a Francia; pero, sobre todo, la primera razón del objeto español: obtener el pase de forma directa a los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

La suerte o la desgracia, según los precedentes y contextos que deseemos analizar, nos asignaba Macedonia como rival para discernir si estaríamos, por tercera edición consecutiva, en la final de un Eurobasket. Llegar hasta aquí, echando la vista atrás, parece un manto de flores. La selección ha conseguido, de forma aparentemente sencilla, llegar al penúltimo partido del campeonato, es decir, estar presente entre los cuatro países más característicos, en cuanto a baloncesto, en este continente. Pero pude ser fácil, pero no un juego espléndido.

Un Eurobasket, que incluso exponen, es más competitivo que una Olimpiada, donde España llega a la final no por méritos tácticos, e incluso deportivos, sino por las capacidades técnicas individuales. No hemos observado un juego correcto, fluido, teórico, por parte de nuestra selección, y eso se debe, en cierto modo a un seleccionador que no sabe gestionar un equipo repleto de grandes jugadores. La ÑBA está gobernada por cinco jugadores: Los hermanos Gasol, Juan Carlos Navarro, Rudy Fernández y José Manuel Calderón. Los cinco hombres titulares indiscutibles.

Llegamos a la final, honrando a la selección por haber conseguido esta hazaña, y a eso no debemos quitarle el mérito. Sin embargo, los medios de comunicación no se centran en que todavía quedan muchas cosas por pulir, y que si nos enfrentáramos a una selección con nuestras mismas capacidades, desplegando el juego actual, pasaríamos muchos apuros.

Centrándonos en la semifinal, España a lo largo de los días previos al encuentro, había infravalorado a Macedonia.

Una selección, Macedonia, creada recientemente y que disputaba por primera vez un torneo de estas magnitudes. La prensa española, incluso los comentaristas de La Sexta, planteaban una victoria segura, aunque con algunos problemas iniciales. El partido les dio la razón en parte. Macedonia, preparada y estructurada de forma magistral por su técnico, Marin Dokuzovski, 51 años, llegaba al campeonato en el puesto cuarenta y siete del Ranking FIBA. Si analizamos a la selección a partir de este dato no estamos haciendo un buen trabajo. Más correcto sería observar su buen hacer durante el Eurobasket, donde solo habían perdido un partido: contra la gran Rusia de Kirilenko; y solo fue por -2 puntos en el marcador final. Con juego centrado en dormir los partidos, hacer suya la posesión, para a partir de ahí empezar a desgastar psicológicamente a los equipos superiores, habían conseguido llegar a una semifinal que les permitía de forma sistemática estar en el pre-Olímpico.

Primer cuarto: Superioridad rival
El primer cuarto dio de lleno a todos aquellos que pronosticaban un partido sencillo, contra la “cenicienta” del Eurobasket. España salió de nuevo renqueante y eso permitió a los macedonios ponerse por delante en el marcador con facilidad. El quinteto macedonio estaba abierto en el perímetro y eso les permitía entrelazar muy buenas conexiones que acababan la jugada en el espectacular y trabajador: McCaleb. La defensa española seguía haciendo aguas, con rivales que entraban hasta la cocina con suma facilidad. En ataque, España, en vez de realizar un juego interior, donde tenemos a figuras como los hermanos Gasol, nos empecinábamos en seguir con un juego exterior que no nos estaba beneficiando. Ellos, sin embargo, además de centrar el juego en McCaleb, intentaban que el porvenir del encuentro fluyera en la zona baja de la pintura donde tenían a jugadores que consiguiendo grandes resultados. España, en ataque, jugaba sin ideas. Se alzaban al ataque, únicamente en función de sus cualidades individuales.

La carencia de banquillo como ya le pasó a Eslovenia, benefició a los españoles, que sabía que los rivales pronto se vendrían abajo en cuanto a la intensidad.

Ibaka, demostró por que está en esta selección, con una defensa que España necesitaba. El jugador del Congo volvió en el momento preciso.

Final del primer cuarto, dos conclusiones claras: dejamos muchos metros al rival que lo aprovecha para entrar a canasta y deberíamos dar más velocidad al juego para cansar a su mermado banquillo.

En el segundo cuarto, la historia era exactamente la misma. Unos 10 minutos calcados, en parte, a los del primer cuarto. Solo existía una diferencia que marcaría el partido: Macedonia tenía dependencia de su quinteto inicial y eso no les favorecía. Destacar la defensa de Llull sobre McCaleb y que España, ante la zona en defensa de Macedonia no tuvo ideas para atacarla.

Juan Carlos Navarro marca las diferencias

Tras el descanso era hora de mejorar. Comenzamos con las ideas más claras, sabedores de nuestras posibilidades. España centró más el juego en sus hombres altos y eso marco las distancias. A partir de ahí, sumado a las diferencias deportivas, la distancia que se había instalado en el marcador en el 2º cuarto supo mantenerla. Gracias sobre todo a un espectacular Juan Carlos Navarro que anotó 35 puntos.
Una cosa queda muy clara: Si Juan Carlos Navarro no hubiera rendido de tal forma, hoy seguramente estaríamos hablando de jugar a las 16:30 por el bronce.

En la final, Francia, que nos tiene mucho miedo y eso puede beneficiarnos. Si mejoramos nuestra defensa y centramos el juego en el poste bajo, podemos ganar a Francia con “facilidad”.

¡A por el oro!

Navarro significa Londres 2012

Hugo Domínguez
domingo, 18 de septiembre de 2011, 13:26 h (CET)
España consigue el pase a la final del Eurobasket gracias a una soberbia actuación de Juan Carlos Navarro. La selección española sigue imprimiendo un carácter muy débil a su juego defensivo. Macedonia planteó un partido muy completo, centrando su juego en un espectacular McCaleb.

La semifinal del Eurobasket de Lituania se antojaba el partido más importante, y puede que a priori complicado, para nuestra selección nacional. Conseguir la victoria significaba por derecho propio estar presentes en la final de este domingo frente a Francia; pero, sobre todo, la primera razón del objeto español: obtener el pase de forma directa a los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

La suerte o la desgracia, según los precedentes y contextos que deseemos analizar, nos asignaba Macedonia como rival para discernir si estaríamos, por tercera edición consecutiva, en la final de un Eurobasket. Llegar hasta aquí, echando la vista atrás, parece un manto de flores. La selección ha conseguido, de forma aparentemente sencilla, llegar al penúltimo partido del campeonato, es decir, estar presente entre los cuatro países más característicos, en cuanto a baloncesto, en este continente. Pero pude ser fácil, pero no un juego espléndido.

Un Eurobasket, que incluso exponen, es más competitivo que una Olimpiada, donde España llega a la final no por méritos tácticos, e incluso deportivos, sino por las capacidades técnicas individuales. No hemos observado un juego correcto, fluido, teórico, por parte de nuestra selección, y eso se debe, en cierto modo a un seleccionador que no sabe gestionar un equipo repleto de grandes jugadores. La ÑBA está gobernada por cinco jugadores: Los hermanos Gasol, Juan Carlos Navarro, Rudy Fernández y José Manuel Calderón. Los cinco hombres titulares indiscutibles.

Llegamos a la final, honrando a la selección por haber conseguido esta hazaña, y a eso no debemos quitarle el mérito. Sin embargo, los medios de comunicación no se centran en que todavía quedan muchas cosas por pulir, y que si nos enfrentáramos a una selección con nuestras mismas capacidades, desplegando el juego actual, pasaríamos muchos apuros.

Centrándonos en la semifinal, España a lo largo de los días previos al encuentro, había infravalorado a Macedonia.

Una selección, Macedonia, creada recientemente y que disputaba por primera vez un torneo de estas magnitudes. La prensa española, incluso los comentaristas de La Sexta, planteaban una victoria segura, aunque con algunos problemas iniciales. El partido les dio la razón en parte. Macedonia, preparada y estructurada de forma magistral por su técnico, Marin Dokuzovski, 51 años, llegaba al campeonato en el puesto cuarenta y siete del Ranking FIBA. Si analizamos a la selección a partir de este dato no estamos haciendo un buen trabajo. Más correcto sería observar su buen hacer durante el Eurobasket, donde solo habían perdido un partido: contra la gran Rusia de Kirilenko; y solo fue por -2 puntos en el marcador final. Con juego centrado en dormir los partidos, hacer suya la posesión, para a partir de ahí empezar a desgastar psicológicamente a los equipos superiores, habían conseguido llegar a una semifinal que les permitía de forma sistemática estar en el pre-Olímpico.

Primer cuarto: Superioridad rival
El primer cuarto dio de lleno a todos aquellos que pronosticaban un partido sencillo, contra la “cenicienta” del Eurobasket. España salió de nuevo renqueante y eso permitió a los macedonios ponerse por delante en el marcador con facilidad. El quinteto macedonio estaba abierto en el perímetro y eso les permitía entrelazar muy buenas conexiones que acababan la jugada en el espectacular y trabajador: McCaleb. La defensa española seguía haciendo aguas, con rivales que entraban hasta la cocina con suma facilidad. En ataque, España, en vez de realizar un juego interior, donde tenemos a figuras como los hermanos Gasol, nos empecinábamos en seguir con un juego exterior que no nos estaba beneficiando. Ellos, sin embargo, además de centrar el juego en McCaleb, intentaban que el porvenir del encuentro fluyera en la zona baja de la pintura donde tenían a jugadores que consiguiendo grandes resultados. España, en ataque, jugaba sin ideas. Se alzaban al ataque, únicamente en función de sus cualidades individuales.

La carencia de banquillo como ya le pasó a Eslovenia, benefició a los españoles, que sabía que los rivales pronto se vendrían abajo en cuanto a la intensidad.

Ibaka, demostró por que está en esta selección, con una defensa que España necesitaba. El jugador del Congo volvió en el momento preciso.

Final del primer cuarto, dos conclusiones claras: dejamos muchos metros al rival que lo aprovecha para entrar a canasta y deberíamos dar más velocidad al juego para cansar a su mermado banquillo.

En el segundo cuarto, la historia era exactamente la misma. Unos 10 minutos calcados, en parte, a los del primer cuarto. Solo existía una diferencia que marcaría el partido: Macedonia tenía dependencia de su quinteto inicial y eso no les favorecía. Destacar la defensa de Llull sobre McCaleb y que España, ante la zona en defensa de Macedonia no tuvo ideas para atacarla.

Juan Carlos Navarro marca las diferencias

Tras el descanso era hora de mejorar. Comenzamos con las ideas más claras, sabedores de nuestras posibilidades. España centró más el juego en sus hombres altos y eso marco las distancias. A partir de ahí, sumado a las diferencias deportivas, la distancia que se había instalado en el marcador en el 2º cuarto supo mantenerla. Gracias sobre todo a un espectacular Juan Carlos Navarro que anotó 35 puntos.
Una cosa queda muy clara: Si Juan Carlos Navarro no hubiera rendido de tal forma, hoy seguramente estaríamos hablando de jugar a las 16:30 por el bronce.

En la final, Francia, que nos tiene mucho miedo y eso puede beneficiarnos. Si mejoramos nuestra defensa y centramos el juego en el poste bajo, podemos ganar a Francia con “facilidad”.

¡A por el oro!

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