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Se rumorea que la institución Republicana habría puesto muchos reparos al Gobernador Rick Perry

Perry y la incompetencia de la institución republicana

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WASHINGTON -- . El problema es este: no existe ninguna institución Republicana. Desperdició su autoridad levantando las brigadas del movimiento de protesta fiscal tea party y luego temiéndolas demasiado para hacer algo para contrarrestar su influencia.

Peor para los que piensan que Perry sería un desastre en las generales es la creciente confianza entre los conservadores en que el Presidente Obama será fácil de derrotar. Esta sensación se verá reforzada gracias a los comicios extraordinarios del martes que envían al Congreso a un Republicano en representación del distrito noveno de Nueva York por primera vez desde 1923. Si Obama va a perder de todos modos, razonan muchos conservadores, ¿por qué no presentarse a pecho descubierto?

No, si Perry va a ser derrotado, tendrá que arreglárselas solo. Y la noticia política más importante de la semana es que podría hacer justamente eso.

Sus puntos flacos quedaron desde luego en evidencia en el debate CNN/ Tea Party esta semana. Perry sigue sin haberse distanciado de sus anteriores insinuaciones de que la seguridad social es inconstitucional. También se va a ver perjudicado a causa de su postura humana en el tema de la inmigración. Debería ser elogiado por ello, pero sólo le va a granjear desprecio entre los votantes de las primarias Republicanas.

Su mayor problema, sin embargo, es su decreto obligando por ley a vacunar a las menores preadolescentes de una enfermedad que provoca cáncer de útero, decisión que no gustó a la derecha religiosa y que ahora Perry dice fue un error. La acusación peligrosa aquí es la de tráfico de influencias.

Extendió el decreto tras ser presionado por su anterior jefe de gabinete, que se marchó a trabajar para farmacéuticas Merck, el fabricante de la vacuna. Resulta que Perry ha recibido casi 30.000 dólares en donaciones de Merck a lo largo de los años (no sólo los 5.000 que mencionó durante el debate), y existirían pruebas documentales de que sus relaciones con Merck van más allá de eso.

La respuesta de Perry a la insinuación de actuación remunerada vertida por la congresista Michele Bachmann fue una de las peores manifestadas nunca por un político. "La empresa es Merck, y fue una donación de 5.000 dólares lo que recibí de ellos", afirmaba Perry, alterando la generosidad del donante. "Recaudo alrededor de 30 millones. Y si usted está diciendo que se me puede comprar por 5.000 dólares, me ofende". El interrogante sustancial que esto plantea en la mente de un espectador es: ¿Por cuánto se le podrá comprar entonces? La pregunta seguirá en el aire.

Esto ayuda a Mitt Romney. También anima a la mayor parte de los Republicanos que en estos tiempos se hacen pasar por la institución y que lamentan que el grupo del movimiento de protesta fiscal elija a Perry como candidato. Pero aun así estos Republicanos son los únicos culpables de abdicar en favor de la extrema derecha.

Las patronales, fuerza moderadora en tiempos, se han concentrado en sí mismas, centrando sus energías en lo que puedan proteger en privilegios fiscales y reguladores.

Los políticos moderados han sido expulsados de la formación o censurados mientras sus líderes han dicho que sí a todo lo propuesto por los radicales durante la legislatura de Obama, cuestionando pocas veces sus ataques más mezquinos y extravagantes. La teoría era que todo lo que debilita a Obama será bueno para el Partido Republicano. Cuando los tertulianos del movimiento fiscal enarbolaron teorías conspirativas sacadas directamente del manual de la racista John Birch Society, los responsables Republicanos guardaron silencio o asintieron sabiamente igual que si sus nuevos aliados estuvieran remitiéndose a Edmund Burke o a Milton Friedman.

El triunfo Republicano en un distrito del municipio de Nueva York que sirve de encantador pasillo que conecta los barrios blancos de Queens agravará el exceso de confianza de la formación e impedirá un enfrentamiento con el movimiento fiscal.

La victoria del Republicano Bob Turner con el 54% de los votos en el otrora distrito de Anthony Weiner es desde luego alarmante para los Demócratas. La Casa Blanca calmará los ánimos apuntando a factores locales, pero sus partidarios del Congreso están prestando atención a los malos augurios que soplan al suroeste de Long Island.

Aun así, esta zona se vio enormemente afectada por la política del 11 de Septiembre y su voto presidencial Demócrata viene bajando lentamente desde las elecciones de 2000. Obama sólo obtuvo el 55% del voto en 2008, apenas dos enteros por encima de su porcentaje nacional. El giro contra los Demócratas el martes viene a encajar más o menos con la caída de Obama en las encuestas. El resultado nos dice lo que ya sabíamos, nada más.

Pero si los conservadores consideran el distrito noveno de Nueva York como prueba adicional de que Obama va a ser pan comido, Rick Perry -- si no se autodestruye -- podrá decirles que él es el tipo que puede destruir el programa Great Society, el New Deal y el activismo izquierdista de los años 20 de un golpe. Y ninguna institución va a impedírselo.

Perry y la incompetencia de la institución republicana

Se rumorea que la institución Republicana habría puesto muchos reparos al Gobernador Rick Perry
E. J. Dionne
viernes, 16 de septiembre de 2011, 07:10 h (CET)
WASHINGTON -- . El problema es este: no existe ninguna institución Republicana. Desperdició su autoridad levantando las brigadas del movimiento de protesta fiscal tea party y luego temiéndolas demasiado para hacer algo para contrarrestar su influencia.

Peor para los que piensan que Perry sería un desastre en las generales es la creciente confianza entre los conservadores en que el Presidente Obama será fácil de derrotar. Esta sensación se verá reforzada gracias a los comicios extraordinarios del martes que envían al Congreso a un Republicano en representación del distrito noveno de Nueva York por primera vez desde 1923. Si Obama va a perder de todos modos, razonan muchos conservadores, ¿por qué no presentarse a pecho descubierto?

No, si Perry va a ser derrotado, tendrá que arreglárselas solo. Y la noticia política más importante de la semana es que podría hacer justamente eso.

Sus puntos flacos quedaron desde luego en evidencia en el debate CNN/ Tea Party esta semana. Perry sigue sin haberse distanciado de sus anteriores insinuaciones de que la seguridad social es inconstitucional. También se va a ver perjudicado a causa de su postura humana en el tema de la inmigración. Debería ser elogiado por ello, pero sólo le va a granjear desprecio entre los votantes de las primarias Republicanas.

Su mayor problema, sin embargo, es su decreto obligando por ley a vacunar a las menores preadolescentes de una enfermedad que provoca cáncer de útero, decisión que no gustó a la derecha religiosa y que ahora Perry dice fue un error. La acusación peligrosa aquí es la de tráfico de influencias.

Extendió el decreto tras ser presionado por su anterior jefe de gabinete, que se marchó a trabajar para farmacéuticas Merck, el fabricante de la vacuna. Resulta que Perry ha recibido casi 30.000 dólares en donaciones de Merck a lo largo de los años (no sólo los 5.000 que mencionó durante el debate), y existirían pruebas documentales de que sus relaciones con Merck van más allá de eso.

La respuesta de Perry a la insinuación de actuación remunerada vertida por la congresista Michele Bachmann fue una de las peores manifestadas nunca por un político. "La empresa es Merck, y fue una donación de 5.000 dólares lo que recibí de ellos", afirmaba Perry, alterando la generosidad del donante. "Recaudo alrededor de 30 millones. Y si usted está diciendo que se me puede comprar por 5.000 dólares, me ofende". El interrogante sustancial que esto plantea en la mente de un espectador es: ¿Por cuánto se le podrá comprar entonces? La pregunta seguirá en el aire.

Esto ayuda a Mitt Romney. También anima a la mayor parte de los Republicanos que en estos tiempos se hacen pasar por la institución y que lamentan que el grupo del movimiento de protesta fiscal elija a Perry como candidato. Pero aun así estos Republicanos son los únicos culpables de abdicar en favor de la extrema derecha.

Las patronales, fuerza moderadora en tiempos, se han concentrado en sí mismas, centrando sus energías en lo que puedan proteger en privilegios fiscales y reguladores.

Los políticos moderados han sido expulsados de la formación o censurados mientras sus líderes han dicho que sí a todo lo propuesto por los radicales durante la legislatura de Obama, cuestionando pocas veces sus ataques más mezquinos y extravagantes. La teoría era que todo lo que debilita a Obama será bueno para el Partido Republicano. Cuando los tertulianos del movimiento fiscal enarbolaron teorías conspirativas sacadas directamente del manual de la racista John Birch Society, los responsables Republicanos guardaron silencio o asintieron sabiamente igual que si sus nuevos aliados estuvieran remitiéndose a Edmund Burke o a Milton Friedman.

El triunfo Republicano en un distrito del municipio de Nueva York que sirve de encantador pasillo que conecta los barrios blancos de Queens agravará el exceso de confianza de la formación e impedirá un enfrentamiento con el movimiento fiscal.

La victoria del Republicano Bob Turner con el 54% de los votos en el otrora distrito de Anthony Weiner es desde luego alarmante para los Demócratas. La Casa Blanca calmará los ánimos apuntando a factores locales, pero sus partidarios del Congreso están prestando atención a los malos augurios que soplan al suroeste de Long Island.

Aun así, esta zona se vio enormemente afectada por la política del 11 de Septiembre y su voto presidencial Demócrata viene bajando lentamente desde las elecciones de 2000. Obama sólo obtuvo el 55% del voto en 2008, apenas dos enteros por encima de su porcentaje nacional. El giro contra los Demócratas el martes viene a encajar más o menos con la caída de Obama en las encuestas. El resultado nos dice lo que ya sabíamos, nada más.

Pero si los conservadores consideran el distrito noveno de Nueva York como prueba adicional de que Obama va a ser pan comido, Rick Perry -- si no se autodestruye -- podrá decirles que él es el tipo que puede destruir el programa Great Society, el New Deal y el activismo izquierdista de los años 20 de un golpe. Y ninguna institución va a impedírselo.

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