Su lucha y entrega en cada uno de sus partidos le convierte en el ídolo de todos ellos. Pero es su humildad a la hora de ganar o perder por lo que estamos ante el mejor deportista que ha visto jamás este país.

Rafael Nadal Parera acaba de escribir otra nota más en su brillante historia como tenista profesional. Y esta vez no ha sido gracias a un título, sino por una derrota ante el número 1, Novak Djokovic, en la final del US Open. Una de sus derrotas más duras en un partido soberbio de ambos tenistas. Parece contradictorio pero es así; Rafa Nadal es tan grande en la victoria como en la derrota.

Es muy difícil encontrar deportistas que están acostumbrados a ganar que sepan asimilar las derrotas, o que venciendo mantengan el tipo por respeto a su rival. Si, así es Nadal. El mismo que es capaz de consolar al mismísimo Roger Federer tras su derrota en el Open de Australia, o el que felicita a su rival cuando pierde porque simplemente ha sido mejor que él. Ahí está el por qué Nadal es un ídolo en todo el mundo. Estamos ante un auténtico campeón, tanto dentro como fuera de las pistas.

Cuando Rafa gana, todos ganamos. Pero la realidad es que también todos somos Rafa cuando se lesiona o es derrotado. Nos sentimos identificados con un jugador que jamás se da por vencido, que nunca da una pelota por perdida, que no reniega del pasado y al que nunca ves hacer un mal gesto, y que sí, defiende con orgullo la bandera española siempre que salta a la pista.

Con un palmarés al alcance únicamente de los elegidos, Nadal es parte de la gran generación de deportistas españoles que triunfan allá donde vayan. Las selecciones de fútbol y baloncesto, Alberto Contador, Pau Gasol, Fernando Alonso o Jorge Lorenzo, y otros anteriores como Miguel Indurain o Ángel Nieto forman parte de esta histórica lista, pero Rafael Nadal está un escalón por encima.

Nadal ha puesto su calidad humana al servicio de su talento. En estos tiempos en los que solo importa ganar, Rafa enseña un modelo que gana y nace del sentido común de toda la vida, el que nos convierte en verdaderamente especiales sin atajos. Es un espejo para la mayoría de la sociedad; ensalza y reivindica valores como el esfuerzo, el compañerismo, el trabajo duro y el respeto a sus rivales. Ese ídolo imberbe que es un ejemplo para los niños de todo el mundo. Verse reflejado en ese gran jugador que no da una oportunidad por perdida y que derrocha un comportamiento espartano y litros de sudor para conseguir una merecida victoria. Por todo ello Rafa Nadal es el mejor deportista español de todos los tiempos.