En los últimos días en Twitter, y bajo la etiqueta #pasaportefacts, hemos asistido a un asombroso escarnio -con más o menos gracia- hacia Charles Judson Wallace, nuevo jugador del Barça Regal y que este lunes será presentado. Vayamos por partes. Wallace, americano, ha conseguido un pasaporte del Congo para poder fichar por el conjunto catalán, que ya tenía sus dos plazas de extracomunitario ocupadas por Chuck Eidson y Pete Mickeal.
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Charles Judson Wallace.
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Bien. Nuestra primera impresión puede después de ver cómo se ha conseguido es que puede llegar a ser un escándalo. De acuerdo. Totalmente respetable. Pero ahora viene la segunda parte. Eurobasket. 2011. Lituania. En la Selección Española juega
Serge Ibaka . Jugador de origen congoleño –qué casualidad, también- y que ha conseguido la nacionalización española. Nadie se alarma. Nadie ha dicho una palabra más alta que otra. Si juega con España no pasa nada. En cambio si el jugador en cuestión es del Barcelona es un escándalo.
Pero eso no es todo. Hay más.
Nikola Mirotic, montenegrino, obtuvo en 2010 la nacionalidad Española. Por Real Decreto Ley. Todo el mundo contento. Se gana un jugador joven, y de futuro, para la selección. Un auténtico lujazo. Quien me conoce sabe que me encanta Nikola, un jugador que marcará una época en el Real Madrid. Pero ahí reside el doble rasero. El Madrid. ¿Nadie se acuerda ya que está nacionalizado? ¿O es que si juegas con España se perdona todo, hasta el pasaporte? ¿Si tu pasaporte para poder jugar es del Congo se te critica y si te hacen español por carta naturaleza no? De verdad, hay que ser serio y coherente. Si criticamos a uno debemos criticar a todos. Que no nos cieguen los colores.
Seamos serios. Tengamos memoria.
CJ Wallace no es el primero ni será el último. ¿O es que no nos suenan los nombres de
Brabender, Luyk, Sibilio o De La Cruz? Nos falta sentido común para ver que lo que han hecho Wallace y el Congo, totalmente lícito, es lo que ha hecho España desde hace más de 50 años. No me sirve que para unos valga y para otros no.
Una de las soluciones es la libre circulación. No puede ser que en 2011, en un mundo global y que aspira a serlo, pongamos tantas trabas, barreras, a gente, en este caso jugadores, que lo que buscan es ganarse la vida y conseguir éxitos. Al bueno de Charles Judson Wallace le tocará lidiar con este tema durante mucho tiempo. Hasta que hagamos el esfuerzo de entender a otros.