El mundo de las redes sociales no deja de impresionarnos y de animar el panorama literario. Cuando ya nos acostumbrábamos a las interminables y repetitivas antologías de cuentos históricos o relatos negros que inundan las librerías, surgen en la red nuevas formas literarias que acaban con el conformismo de un sector abocado a las formulas clásicas y comerciales.
El principal culpable de este cambio es la red social Twitter que, gracias a su fachada sencilla e intuitiva, ha favorecido la emergencia de escritos cortos, inspirados en las reflexiones, los sueños y la actualidad, y construidos sobre la base de metáforas, personificaciones o hipérboles.
Uno de esos formatos en pleno crecimiento es la antología tuitera. Una selección de textos basada en el microrelato (debido a la limitación de espacio de 140 caracteres), difícil de rentabilizar. Todavía son pocas las propuestas comerciales de editoriales para este nuevo concepto literario y es muy probable que su desarrollo se limite a la red social que lo vio nacer, pero no deja de ser una receta llamativa que demuestra la vitalidad de los entornos 2.0.
Algunos escritores, especialistas en nuevas tecnologías o adictos tuiteros se han desmarcado y han aprovechado para promocionarse con estas antologías. Entre estos destacados protagonistas está el profesor de comunicación y cibercultura Jose Luis Orihuela que ha ido creando a lo largo de los últimos meses unos recopilatorios de los mejores comentarios encontrados en Twitter: reflexiones irónicas sobre la realidad de distintos países, incoherencias de un mundo cambiante, frustraciones de literatos o de usuarios frenéticos, críticas de cine, etc… Todo vale para informarse sobre lo que ocurre o lo que no ha ocurrido todavía, en clave de humor o de filosofía.
Con más de 130.000 seguidores, muchas personas se muestran orgullosas de aparecer en las antologías del señor Orihuela ya que esto les garantiza tanta publicidad o más que cualquier concurso de literatura hiperbreve.
Por su lado, el periodista y empresario mejicano Federico Arreola se ha hecho conocer en las redes sociales por ser un polemista empedernido que no deja a nadie indiferente con sus tuits. Alguno de los títulos que se le otorga comúnmente es el de “Buscapleitos del twitter” por meterse en todo y con todos, desde la dentición de una actriz hasta las protestas callejeras de su país. En su perfil de Facebook, Federico Arreola se presenta como “el más grande tuitero de la historia mexicana” y promociona sus habilidades y controversias con una antología de sus mejores tuits.
La lectura de estas obras es entretenida pero no deja de ser una suma de sensaciones y opiniones dispersas. Un culto al ego que genera curiosidad, provoca una risa o una mueca perpleja, pero no engancha del todo al lector. Se impone el nombre de quien escribe y se diluye la estructura, el fin literario o las ideas. También influye el apremio de la red, la lectura impaciente y selectiva. Todo se lee rápidamente, sin el merecido tiempo de reflexión.
El género de antología tuitera está en sus primeros días de gestación y dispone de elementos atractivos para llamar la atención de quienes se interesan por la brevedad de los textos. Sin embargo, el riesgo de aborto involuntario es grande si consideramos su excesivo enfoque en la promoción publicitaria.
Algunos esfuerzos por promocionar la “Twitteratura” (como las recientes conferencias del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona) pueden ayudar a que este formato se establezca durablemente en el panorama literario y que no sólo se trate de una moda pasajera. El resto lo dirán los escritores que son los que tienen la última palabra…