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Etiquetas | Columna de Marín Cid
Por fin algo de coherencia

Informe de la ONU sobre política fiscal

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Leo esto con… ¿cierta alegría, cierto asombro?. La ONU advierte de que la economía va rumbo al desastre con las políticas de austeridad ¡Vaya por Dios! ¡Alguien ha dicho algo coherente al fin! El asunto se explicaría con marionetas fácilmente:

María es funcionaria y tiene un puesto fijo en la administración. María compra el pan y la leche y cuida de su niño y le manda al colegio (privado, concertado o público, que da igual). María paga sus facturas y demás pero… ¡uy, que María cobra mucho! ¡Pues deciden recortarle el sueldo! A partir de entonces María pierde poder adquisitivo y ya no compra ese excelente pan ni esa leche de extrema calidad para su niño. Dícese: el panadero gana menos y el lechero hasta se cabrea cuando María ya no compra como antes. ¿Qué ha pasado? ¡Un recorte presupuestario!

Pero el caso no es el más alarmante ya que existe un daño colateral en este asunto de nuestra buena María: mientras a ella le han recortado el sueldo, los políticos tienen otra de sus gloriosas ideas (para eso alguno tiene dos mil asesores, manda narices): recortar la oferta píublica de empleo y que los funcionarios que ya están hagan el trabajo que deberían hacer los nuevos funcionarios. Así: más horas para María sumado a la no contratación de nuevos funcionarios y la disminución de la interinidad (otras medidas de las políticas mentes preclaras) provoca un efecto de… ¡Paro!

¡Vaya que bien que lo hemos hecho y nos damos palmaditas todos juntos! Este asunto, que me hace bastante feliz que alguien comente, nos lleva a plantearnos otra pregunta filosófica de primer orden: ¿en diantres piensan esos tipos? Si se han fijado, existe una guerra tan abierta como encubierta entre los EE.UU. y la Unión Europea: que si bajo los tipos y los subo, que si me contagio de los desastres de tu bolsa pero al final alguien por ahí me baja la calificación de súper—mega-sobresaliente a mi economía… ¿Y todo esto para qué? Desde luego que existe una maquiavélica y newtoniana razón para todo el asunto… ¿no les resulta extraño que los unos y los otros estén de acuerdo en algo? Pues resulta que la derecha (que a mí cada vez me parece menos “de derecha”) y la izquierda (que cada vez tiene menos “de izquierda”) aplauden todas estas medidas venidas de todas partes del mundo (sobre todo de Alemania y Estados Unidos) para hacernos la vida más agradable y llevadera. Asuntos como “hay que apretarse el cinturón” (porque alguien ha metido la pata, les prometo que no he sido yo) o “estaba así cuando llegué” (esa frase tiene copyright, por cierto: Homer Simpson)… disculpas y más disculpas para unos políticos que mantienen a sus dos mil asesores porque para semejantes frases hay que contar con las mentes más brillantes de toda una generación.

En fin, quizá hoy María sea funcionaria y esté más o menos contenta pero la situación de crispación social es inaceptable: los medios de comunicación apoyan a los que mandan y confían (¡¿?!) en que semejantes medidas sirven para paliar un ahogo fiscal que, francamente, ni yo ni nadie que haya conocido, ha creado.

Eso sí, me pregunto: ¿y si dejamos en el paro a esos dos mil asesores a ver qué pasa? Si la cosa no mejora, no pasa nada porque el asunto no puede ir a peor pero… ¿y si mejora con alguien que ponga un poco de coherencia en todo este asunto?

Sean buenos y no critiquen demasiado a los buenos trabajadores como María, que su crisis repercute en la de todos.

Informe de la ONU sobre política fiscal

Por fin algo de coherencia
Martín Cid
miércoles, 7 de septiembre de 2011, 07:32 h (CET)
Leo esto con… ¿cierta alegría, cierto asombro?. La ONU advierte de que la economía va rumbo al desastre con las políticas de austeridad ¡Vaya por Dios! ¡Alguien ha dicho algo coherente al fin! El asunto se explicaría con marionetas fácilmente:

María es funcionaria y tiene un puesto fijo en la administración. María compra el pan y la leche y cuida de su niño y le manda al colegio (privado, concertado o público, que da igual). María paga sus facturas y demás pero… ¡uy, que María cobra mucho! ¡Pues deciden recortarle el sueldo! A partir de entonces María pierde poder adquisitivo y ya no compra ese excelente pan ni esa leche de extrema calidad para su niño. Dícese: el panadero gana menos y el lechero hasta se cabrea cuando María ya no compra como antes. ¿Qué ha pasado? ¡Un recorte presupuestario!

Pero el caso no es el más alarmante ya que existe un daño colateral en este asunto de nuestra buena María: mientras a ella le han recortado el sueldo, los políticos tienen otra de sus gloriosas ideas (para eso alguno tiene dos mil asesores, manda narices): recortar la oferta píublica de empleo y que los funcionarios que ya están hagan el trabajo que deberían hacer los nuevos funcionarios. Así: más horas para María sumado a la no contratación de nuevos funcionarios y la disminución de la interinidad (otras medidas de las políticas mentes preclaras) provoca un efecto de… ¡Paro!

¡Vaya que bien que lo hemos hecho y nos damos palmaditas todos juntos! Este asunto, que me hace bastante feliz que alguien comente, nos lleva a plantearnos otra pregunta filosófica de primer orden: ¿en diantres piensan esos tipos? Si se han fijado, existe una guerra tan abierta como encubierta entre los EE.UU. y la Unión Europea: que si bajo los tipos y los subo, que si me contagio de los desastres de tu bolsa pero al final alguien por ahí me baja la calificación de súper—mega-sobresaliente a mi economía… ¿Y todo esto para qué? Desde luego que existe una maquiavélica y newtoniana razón para todo el asunto… ¿no les resulta extraño que los unos y los otros estén de acuerdo en algo? Pues resulta que la derecha (que a mí cada vez me parece menos “de derecha”) y la izquierda (que cada vez tiene menos “de izquierda”) aplauden todas estas medidas venidas de todas partes del mundo (sobre todo de Alemania y Estados Unidos) para hacernos la vida más agradable y llevadera. Asuntos como “hay que apretarse el cinturón” (porque alguien ha metido la pata, les prometo que no he sido yo) o “estaba así cuando llegué” (esa frase tiene copyright, por cierto: Homer Simpson)… disculpas y más disculpas para unos políticos que mantienen a sus dos mil asesores porque para semejantes frases hay que contar con las mentes más brillantes de toda una generación.

En fin, quizá hoy María sea funcionaria y esté más o menos contenta pero la situación de crispación social es inaceptable: los medios de comunicación apoyan a los que mandan y confían (¡¿?!) en que semejantes medidas sirven para paliar un ahogo fiscal que, francamente, ni yo ni nadie que haya conocido, ha creado.

Eso sí, me pregunto: ¿y si dejamos en el paro a esos dos mil asesores a ver qué pasa? Si la cosa no mejora, no pasa nada porque el asunto no puede ir a peor pero… ¿y si mejora con alguien que ponga un poco de coherencia en todo este asunto?

Sean buenos y no critiquen demasiado a los buenos trabajadores como María, que su crisis repercute en la de todos.

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