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Hay que ser muy, muy ladrón, para instaurar, en la Costitución, honrada condición

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"El cambio que se pretende de la constitución supone exclusivamente el reconocimiento intrínseco de una mayoría de políticos, de su incapacidad de gobernar sin malversar los recursos de todos".

Ningún ciudadano honrado precisa de cambio constitucional alguno para saber que robar al ajeno supone incumplir la ley.

Ser honrado no es condición lectiva alguna por mucha constitucionalidad que se le quiera dar. Ser honrado significa honrar las reglamentadas y múltiples normas de convivencia que por azar, devoción o cuestión, a cada cual le toca gestionar dentro del laberinto funcional de la raza humana.

Jamás de los jamases ladrón alguno dejó de robar porque fuera ilegal. Y jamás de los jamases se dejó de “meter mano” al dinero ajeno, sobremanera cuando se goza, como los actuales políticos, de absoluta impunidad ante la justicia.

Sin duda existen ciudadanos ladrones, pero también existen leyes que penalizan el robo en todas sus modalidades. He aquí la cuestión. La humanidad aborregada permite mediante su voto que aquellos que les gobiernan dilapiden las arcas de todos impunemente.

Por otro lado la propia letra de la normativa constitucional lleva implícita honradez y justicia. Luego, resulta una paradoja revolver la constitución para que los poderes públicos no dilapiden, roben y se pasen por sus santos huevos la leyes constitucionales. Esto ya lo dice la constitución. Es más, es la primordial génesis de la misma.

¿Qué ocurre entonces para que ahora se quiera poner en la constitución normas que regulen justicia y rectitud a la hora de gestionar los recursos de todos? :pues ocurre que tenemos una inmensa sarta de políticos ladrones que mediante la propia constitución han dilapidado, robado y criminalizado a sus anchas con la venia del propio tribunal constitucional, el pasotismo absoluto de la infame justicia española y la complicidad de los ciudadanos aborregados.

Porque digo yo, ¿acaso se necesita poner en la constitución que no es lícito malversar impunemente los recursos de todos?.

¿Acaso alguien se cree que el déficit de Castilla la Mancha, por poner un ejemplo, es debido al gasto social?. ¿Acaso alguien se cree que lo hecho por el socialista Barreda en cualquier país civilizado del mundo no le hubiera costado la expropiación de todos sus bienes y la cárcel de por vida?.

Con esta medida los políticos españoles reconocen ser incapaces de gestionar el dinero de todos sin trincar lo necesario para saciar intereses personales de toda índole.

El verdadero objetivo de cambiar la constitución no es otro que los ladrones sigan robando un poco menos. Que sigan impunes a la justicia, pero un poco menos. Que sigan siendo los políticos europeos más chorizos, pero sin llamar tanto la atención.

Porque digo yo, e insisto, no es preciso cambiar la constitución para pactar un presupuesto acorde a las circunstancias y cumplirlo, que es su deber cumplirlo. Tampoco se precisa cambio alguno para que los políticos tengan idénticas responsabilidades, ya no digo más, ante la justicia, que todos los demás. Y por último, sabiendo que el ser humano es dado a trincar lo intrincable cuando de dinero ajeno se trata, es de lógica crear organismos independientes a política alguna que controlen periódicamente todas las cuentas públicas.
Esto es lo mínimo que ha de exigir si en verdad deseamos convivir en un estado de derecho en España, al menos resulta ser un nido de ladrones amparados por la propia.

Decir que España, donde no existe control independiente alguno sobre los cuatreros que nos gobiernan con absoluta impunidad, es un estado de derecho, es cuando menos blasfemo. España en realidad es un “estado de maniobras democráticas”
El cambio de la constitución es una maniobra más para apaciguar a los aborregados menos obedientes. El 20N aquellos que tengan además de votos dignidad, deben solicitar a quienes pretendan gobernar a cambio de su voto, conocimiento, rectitud y asunción de responsabilidades. Si no se hace, es que España ya no tiene más remedio que remendar a los bolsillos, de los ávidos ladrones políticos, sus forradas alforjas.

Hay que ser muy, muy ladrón, para instaurar, en la Costitución, honrada condición

José Luis Palomera Ruiz
martes, 6 de septiembre de 2011, 06:30 h (CET)
"El cambio que se pretende de la constitución supone exclusivamente el reconocimiento intrínseco de una mayoría de políticos, de su incapacidad de gobernar sin malversar los recursos de todos".

Ningún ciudadano honrado precisa de cambio constitucional alguno para saber que robar al ajeno supone incumplir la ley.

Ser honrado no es condición lectiva alguna por mucha constitucionalidad que se le quiera dar. Ser honrado significa honrar las reglamentadas y múltiples normas de convivencia que por azar, devoción o cuestión, a cada cual le toca gestionar dentro del laberinto funcional de la raza humana.

Jamás de los jamases ladrón alguno dejó de robar porque fuera ilegal. Y jamás de los jamases se dejó de “meter mano” al dinero ajeno, sobremanera cuando se goza, como los actuales políticos, de absoluta impunidad ante la justicia.

Sin duda existen ciudadanos ladrones, pero también existen leyes que penalizan el robo en todas sus modalidades. He aquí la cuestión. La humanidad aborregada permite mediante su voto que aquellos que les gobiernan dilapiden las arcas de todos impunemente.

Por otro lado la propia letra de la normativa constitucional lleva implícita honradez y justicia. Luego, resulta una paradoja revolver la constitución para que los poderes públicos no dilapiden, roben y se pasen por sus santos huevos la leyes constitucionales. Esto ya lo dice la constitución. Es más, es la primordial génesis de la misma.

¿Qué ocurre entonces para que ahora se quiera poner en la constitución normas que regulen justicia y rectitud a la hora de gestionar los recursos de todos? :pues ocurre que tenemos una inmensa sarta de políticos ladrones que mediante la propia constitución han dilapidado, robado y criminalizado a sus anchas con la venia del propio tribunal constitucional, el pasotismo absoluto de la infame justicia española y la complicidad de los ciudadanos aborregados.

Porque digo yo, ¿acaso se necesita poner en la constitución que no es lícito malversar impunemente los recursos de todos?.

¿Acaso alguien se cree que el déficit de Castilla la Mancha, por poner un ejemplo, es debido al gasto social?. ¿Acaso alguien se cree que lo hecho por el socialista Barreda en cualquier país civilizado del mundo no le hubiera costado la expropiación de todos sus bienes y la cárcel de por vida?.

Con esta medida los políticos españoles reconocen ser incapaces de gestionar el dinero de todos sin trincar lo necesario para saciar intereses personales de toda índole.

El verdadero objetivo de cambiar la constitución no es otro que los ladrones sigan robando un poco menos. Que sigan impunes a la justicia, pero un poco menos. Que sigan siendo los políticos europeos más chorizos, pero sin llamar tanto la atención.

Porque digo yo, e insisto, no es preciso cambiar la constitución para pactar un presupuesto acorde a las circunstancias y cumplirlo, que es su deber cumplirlo. Tampoco se precisa cambio alguno para que los políticos tengan idénticas responsabilidades, ya no digo más, ante la justicia, que todos los demás. Y por último, sabiendo que el ser humano es dado a trincar lo intrincable cuando de dinero ajeno se trata, es de lógica crear organismos independientes a política alguna que controlen periódicamente todas las cuentas públicas.
Esto es lo mínimo que ha de exigir si en verdad deseamos convivir en un estado de derecho en España, al menos resulta ser un nido de ladrones amparados por la propia.

Decir que España, donde no existe control independiente alguno sobre los cuatreros que nos gobiernan con absoluta impunidad, es un estado de derecho, es cuando menos blasfemo. España en realidad es un “estado de maniobras democráticas”
El cambio de la constitución es una maniobra más para apaciguar a los aborregados menos obedientes. El 20N aquellos que tengan además de votos dignidad, deben solicitar a quienes pretendan gobernar a cambio de su voto, conocimiento, rectitud y asunción de responsabilidades. Si no se hace, es que España ya no tiene más remedio que remendar a los bolsillos, de los ávidos ladrones políticos, sus forradas alforjas.

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