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Los atletas que en su día fueron campeones ya no pueden seguir aspirando a las medallas, y quienes están llamados a sucederles no cumplen las expectativas..

España no marcha

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Pensaba centrarme en al atletismo (de ahí el juego de palabras) pero me resulta inevitable referirme, para empezar, al fútbol. Desde que la ‘roja’ ganó el Mundial de Sudáfrica, las veces que me ha convencido con su juego se cuentan con los dedos de una mano. Queda el consuelo de que los chicos de Vicente del Bosque cumplen mejor en los partidos oficiales que en los amistosos, aunque no me parece suficiente para los actuales campeones de todo. Por eso, decir que España estuvo gris ante Chile es ver demasiado color. El próximo martes, ganaremos a Liechtenstein (deberíamos golear) y estaremos matemáticamente en la próxima Eurocopa, pero será un espejismo.

Gran parte de la culpa la tiene el seleccionador. Así como otras veces he defendido a Del Bosque, ahora le veo errático y sin ambición, como un barco que se deja llevar por la corriente... hasta que se estanca. No me convencen ni sus listas de convocados ni sus onces titulares. Excesivos suplentes en sus equipos que se convierten en titulares con España; inexplicables saltos a la absoluta de sub-21 sin experiencia que, aunque campeones en su categoría, son recién llegados a la élite y carecen de mérito ni experiencia; demasiados azulgranas, que convierten a los demás en extraños y lastran la convivencia. En cuanto a la tangana contra Chile, me parece tan absurdo comentarla como la del clásico; creo que no demostró absolutamente nada y que madridistas y barcelonistas no forman más equipo por gestos como ése. Aceptémoslo con naturalidad: la división existe en el vestuario de la selección; sólo les une luchar por títulos, que no es poco.

Problemas de otro tipo son los que acucian a nuestro atletismo, que es realmente de lo que quiero alertar. Descontando ya los meses para los Juegos de Londres, el nivel que nuestra delegación ha demostrado en el Mundial de Daegu sólo puede calificarse de patético. Ya dije hace unos meses que este deporte no pasaba por un bache sino por una gigantesca crisis y, a estas alturas, sigue sin conseguir superar esta valla. Quienes en su día fueron campeones ya no pueden seguir peleando por las medallas y quienes están llamados a sucederles no cumplen las expectativas. La cruda realidad es que España cuenta con su peor generación de atletas desde los años 80.

Mirar al medallero y ver que sólo figura un metal español, y de bronce (sin ánimo de restar méritos a Natalia Rodríguez), debe llegar a una profunda reflexión. Han decepcionado todos. No es consuelo que Manuel Olmedo rozara el podio en el 1.500, como tampoco que España quedara cuarta por equipos en el maratón masculino pues el mejor de los nuestros fue Chema Martínez en el puesto 25. "Son años terribles de dictadura africana", se justificaba Chema. Ni Juan Carlos Higuero, ni Diego Ruiz, ni Mario Pestano, ni María Vasco, ni Jesús España... ninguno ha dado lo máximo de lo que son capaces.

Leí hace unos días una columna de opinión tan respetable como errática de Santiago Segurola, en la que criticaba el escaso seguimiento de los medios españoles a esta cita de Daegu. Yo le digo: es que nuestros atletas llevan haciendo deméritos, año tras año, para entusiasmarnos y, sin ilusión, decae el interés por ver este deporte por televisión. Pocos se van a sentar a ver la carrera de 1.500 sabiendo que las opciones españolas son casi nulas; y, si ni hay audiencia, a los medios no les interesa retransmitirlo. Lejos queda el fervor creado por Fermín Cacho o la emoción de ver cómo hasta tres españoles llegaban a pelear por las medallas, por ceñirme a esa prueba. Creo que puedo generalizar si opino que es más interesante ver a Usain Bolt que a cualquiera de los españoles; el jamaicano, al menos, ofrece espectáculo y, si no cae un récord mundial, da una sorpresa como su salida falsa en los 100 metros. Y lo peor respecto a España es que puede que aún no haya tocado fondo...

España no marcha

Los atletas que en su día fueron campeones ya no pueden seguir aspirando a las medallas, y quienes están llamados a sucederles no cumplen las expectativas..
Alberto Mendo
lunes, 5 de septiembre de 2011, 06:40 h (CET)
Pensaba centrarme en al atletismo (de ahí el juego de palabras) pero me resulta inevitable referirme, para empezar, al fútbol. Desde que la ‘roja’ ganó el Mundial de Sudáfrica, las veces que me ha convencido con su juego se cuentan con los dedos de una mano. Queda el consuelo de que los chicos de Vicente del Bosque cumplen mejor en los partidos oficiales que en los amistosos, aunque no me parece suficiente para los actuales campeones de todo. Por eso, decir que España estuvo gris ante Chile es ver demasiado color. El próximo martes, ganaremos a Liechtenstein (deberíamos golear) y estaremos matemáticamente en la próxima Eurocopa, pero será un espejismo.

Gran parte de la culpa la tiene el seleccionador. Así como otras veces he defendido a Del Bosque, ahora le veo errático y sin ambición, como un barco que se deja llevar por la corriente... hasta que se estanca. No me convencen ni sus listas de convocados ni sus onces titulares. Excesivos suplentes en sus equipos que se convierten en titulares con España; inexplicables saltos a la absoluta de sub-21 sin experiencia que, aunque campeones en su categoría, son recién llegados a la élite y carecen de mérito ni experiencia; demasiados azulgranas, que convierten a los demás en extraños y lastran la convivencia. En cuanto a la tangana contra Chile, me parece tan absurdo comentarla como la del clásico; creo que no demostró absolutamente nada y que madridistas y barcelonistas no forman más equipo por gestos como ése. Aceptémoslo con naturalidad: la división existe en el vestuario de la selección; sólo les une luchar por títulos, que no es poco.

Problemas de otro tipo son los que acucian a nuestro atletismo, que es realmente de lo que quiero alertar. Descontando ya los meses para los Juegos de Londres, el nivel que nuestra delegación ha demostrado en el Mundial de Daegu sólo puede calificarse de patético. Ya dije hace unos meses que este deporte no pasaba por un bache sino por una gigantesca crisis y, a estas alturas, sigue sin conseguir superar esta valla. Quienes en su día fueron campeones ya no pueden seguir peleando por las medallas y quienes están llamados a sucederles no cumplen las expectativas. La cruda realidad es que España cuenta con su peor generación de atletas desde los años 80.

Mirar al medallero y ver que sólo figura un metal español, y de bronce (sin ánimo de restar méritos a Natalia Rodríguez), debe llegar a una profunda reflexión. Han decepcionado todos. No es consuelo que Manuel Olmedo rozara el podio en el 1.500, como tampoco que España quedara cuarta por equipos en el maratón masculino pues el mejor de los nuestros fue Chema Martínez en el puesto 25. "Son años terribles de dictadura africana", se justificaba Chema. Ni Juan Carlos Higuero, ni Diego Ruiz, ni Mario Pestano, ni María Vasco, ni Jesús España... ninguno ha dado lo máximo de lo que son capaces.

Leí hace unos días una columna de opinión tan respetable como errática de Santiago Segurola, en la que criticaba el escaso seguimiento de los medios españoles a esta cita de Daegu. Yo le digo: es que nuestros atletas llevan haciendo deméritos, año tras año, para entusiasmarnos y, sin ilusión, decae el interés por ver este deporte por televisión. Pocos se van a sentar a ver la carrera de 1.500 sabiendo que las opciones españolas son casi nulas; y, si ni hay audiencia, a los medios no les interesa retransmitirlo. Lejos queda el fervor creado por Fermín Cacho o la emoción de ver cómo hasta tres españoles llegaban a pelear por las medallas, por ceñirme a esa prueba. Creo que puedo generalizar si opino que es más interesante ver a Usain Bolt que a cualquiera de los españoles; el jamaicano, al menos, ofrece espectáculo y, si no cae un récord mundial, da una sorpresa como su salida falsa en los 100 metros. Y lo peor respecto a España es que puede que aún no haya tocado fondo...

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