Deportivamente la selección española ha ganado con solvencia, cuando no por aplastamiento, todos los encuentros que ha disputado en España.

Además, el grupo no se ha visto afectado por problemas de lesiones de consideración y el contratiempo de mayor envergadura, el fallecimiento del padre de Felipe Reyes, probó que son varios los jugadores que pueden dar un paso al frente en caso de ausencias (recordemos que Juan Carlos Navarro y Sergio Llull se ausentaron de los dos encuentros ante una selección de un buen nivel como es Australia para acompañar al capitán madridista en el funeral de su padre) sin que se resienta en exceso el rendimiento del colectivo.

En el apartado mediático la gira por diversas localidades españolas ha vuelto a ser un éxito. Todas las canchas se han llenado y el público ha podido disfrutar en directo de las estrellas que compiten en la NBA y que no se prodigan en exceso por territorio español. Los buenos resultados han despertado el interés de muchos medios que vuelven a señalar a la selección española como candidata al título.

La única derrota del combinado español durante la preparación fue ante los anfitriones y en territorio enemigo. Un traspiés normal y asumible que, según muchos, hay que relativizar porque aquí fuimos capaces de ganar a Lituania con mucha solvencia. Además, esa derrota habría de servirnos para no caer en la autocomplacencia llegados los momentos decisivos del torneo.

El problema, el serio problema, es que el rendimiento tan dispar de España frente a los lituanos en función de donde se dispute el encuentro recuerda peligrosamente a las preparaciones del Eurobasket 09 y al Mundial del pasado verano. En los amistosos previos a sendos torneos España vapuleó a casi todo el que se le puso por delante. Luego se demostró que aquellas intimidantes victorias no estaban dando una medida real del nivel de la selección española. En 2009 España sufrió muchísimo en el primer tramo de la competición, perdiendo ante Serbia y padeciendo de lo lindo ante una selección menospreciada como Gran Bretaña. El hecho de ganar el torneo hizo olvidar la espesura con la que jugó España en aquellos primeros partidos. En Turquía el año pasado no fue mejor el comienzo, cayendo en el inicio del Mundobasket ante Francia y Lituania y acabar sucumbiendo de forma definitiva en los cruces frente a Serbia.

Esta preparación tiene demasiadas cosas en común con aquellas dos como para no preocuparse. El grueso de los partidos amistosos que han jugado los de Scariolo se han disputado en España, como en los dos últimos años, con el público a favor y con un arbitraje muchísimo más permisivo del que la selección se va a encontrar en Lituania. Con jugadores como Ricky Rubio, Juan Carlos Navarro o Felipe Reyes los colegiados no van a ser tan compasivos como han sido en estos partidos. Lo más grave de esto es que Rubio o Navarro tienen cierta facilidad para desquiciarse y salirse de los partidos si estiman que la actuación arbitral no está siendo la correcta. Tuvo esto mucho que ver en el bajo rendimiento de Ricky Rubio durante el pasado Mundial de Turquía. Adaptarse a una mayor severidad arbitral y soportar casi en su totalidad el peso de la dirección de juego de la selección española fue una carga demasiado pesada para un jugador que apenas ha llegado a la veintena, a pesar de que su madurez competitiva nos lo haga olvidar con mucha frecuencia.

No vamos a obviar que la presencia de Pau Gasol para este Europeo supone un plus para una selección que sufrió un duro varapalo el año pasado y aumenta sensiblemente sus opciones de optar al oro, y además, al jugador de los Lakers se le ha visto muy implicado y asumiendo la responsabilidad que a un jugador de su talla se le debe exigir. Pero ateniéndonos a los precedentes, estos amistosos no pueden servir para poder hacer una valoración sobre el nivel real al que España llega al torneo, en todo caso han servido para expandir la marca ÑBA y la influencia de la FEB.

Estos partidos, además, deberían servir para aumentar la popularidad del baloncesto en nuestro país, repercutiendo ello en una mayor asistencia a las canchas y una mayor audiencia televisiva de la ACB. Sin embargo estas no hacen si no bajar temporada tras temporada. El hecho de que el primer contacto de muchos advenedizos con el deporte de la canasta sean estos amistosos sin tensión ni incertidumbre por el resultado y completamente desequilibrados distorsionan la imagen de un deporte que es lo completamente opuesto: vuelcos en el marcador, intensidad y emoción. El baloncesto español a todos los niveles debería reflexionar sobre qué imagen se está dando sobre este deporte a nivel masivo.