| ||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||
|
|
El autor del libro bíblico del Eclesiastés, al enumerar los tiempos de la vida del hombre, recuerda entre otros: tiempo de ganar y tiempo de perder; tiempo de callar y tiempo de hablar; tiempo de amar y de tiempo de odiar; tiempo de guerra y tiempo de paz.
¿Está el hombre encadenado a este vaivén de sus tiempos a lo largo de toda su vida? Si nos paramos ante la realidad de la vida de muchas personas, podemos pensar que esos tiempos siguen tan vigentes hoy como en los siglos pasados; y podemos tener la impresión de que seguirán siempre igual.
Y sin embargo, entre el siglo III antes de Cristo, época en la que se escribió el Eclesiastés y hoy, un acontecimiento ha marcado para siempre la historia de los hombres sobre la tierra: le Encarnación del Hijo de Dios, Jesucristo; su Muerte, su Resurrección.
Muerto en la Cruz por Amor; anhela con su Resurrección, llenarnos del Amor de Dios, y establecer para siempre el tiempo de amar, en el corazón del hombre. El tiempo de odiar debería haber sido ya erradicado del corazón de todos los seres humanos. Por desgracia, no ha sido así. El hombre no ha rechazado el pecado. El hombre no ha abierto su corazón a la medida del Corazón de Cristo: el hombre continúa odiando, y dándose así mismo la muerte.
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".
Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.
Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.
|