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Estamos viendo que las autoridades se vuelven hacia otro lado, cuando no, como en el caso de algunos miembros destacados del PSOE, no muestran sus simpatías hacia ellos

Una estrategia del PSOE: la calle para los Indignados

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Es posible que pueda resultar repetitivo cuando no me canso de llamar la atención sobre el peligro de todas estas bandas de “indignados”, en esta ocasión anticlericales y peligrosos, que se han vuelto a apoderar por enésima vez de las calles de Madrid con el objetivo de crear problemas, entorpecer y torpedear, con gritos, amenazas y provocaciones, este espectáculo esperanzador y multitudinario de una juventud sana, limpia y disciplinada que ha inundado las calles de la capital del reino de alegría, buenas sensaciones y espíritu de hermandad, en clara oposición a aquellos que no pueden consentir que España, aunque sea por unos pocos días, se convierta en el máximo exponente de la cristiandad, con la muestra más impresionante del fervor de unos jóvenes que no se avergüenzan de declararse católicos y que se sienten orgullosos de pertenecer a la iglesia de Cristo.

Pero, no es mi intención entrar en el aspecto religioso de la cuestión, algo de lo que he tratado en otro artículo, sino de la honda preocupación que siento al ver que, quienes tienen la obligación de controlar el orden en las calles; aquellos a los que pagamos con nuestros impuestos, para garantizar la seguridad de los ciudadanos y tienen la obligación de evitar que, el circular por nuestras ciudades, se convierta en una especie de aventura en la que no sabes nunca con qué tropiezos te puedes encontrar o si te vas a ver envuelto en una tangana de la que, sin comerlo ni beberlo, puedas salir trompicado; aquellos miembros de un Gobierno que, después de habernos llevado al caos actual, tanto en el aspecto económico como en el financiero y social, permanecen instalados en su tancredismo, concientes de que, las encuestas electorales, les son desfavorables y, temerosos de que todavía empeoren más, si actúan conforme a su deber para restaurar el orden en las calles, sofocar este movimiento seudo revolucionario –que se inició bajo el pretexto de reclamar trabajo para los parados jóvenes y ha culminado en una más de las algaradas a las que nos tienen acostumbrados los extremistas de izquierdas, que buscan siempre pescar en aguas revueltas – y evitar que las leyes democráticas sean puestas en cuestión por una panda de individuos, a los que no sabemos quien les paga, bajo qué consignas se mueven y cuáles son sus objetivos. Antidemocráticos, sin duda.

Ya son demasiados los meses que España está sufriendo una situación que, si en lo económico, laboral, financiero y administrativo estamos tocando fondo; quizá como consecuencia de todo ello, estamos viendo que las autoridades se vuelven hacia otro lado, cuando no, como en el caso de algunos miembros destacados del PSOE, no muestran sus simpatías hacia ellos, compartiendo sus propuestas y dándoles aire para que sigan empecinados en sus actividades ilegales y antidemocráticas. Ya lo hizo el señor Rubalcaba, mientras era ministro de Interior, y viene continuando empeñado en ello desde su nuevo aspecto de candidato del PSOE a la presidencia del gobierno. Pero el Gobierno de la nación no puede desentenderse de sus obligaciones ni porque le resulten molestas ni porque estime que le van a restar votos y, por ello, no es admisible que ni el señor presidente, Rodríguez Zapatero ni el nuevo ministro de Interior, señor Camacho ¿es que en verdad lo es?, hayan hecho otra cosa que dejar que el movimiento de los “Indignados” insumisos y prepotentes, vaya afianzándose, se envalentonen y recurran a todos los artificios de los “buenos revolucionarios” para mantener en jaque a los cuerpos de seguridad; que se ven obligados a tratarlos “con guantes de seda” debido a que tienen órdenes superiores de no actuar con contundencia, por miedo a que alguno de estos terroristas callejeros, salga herido; dándose la paradoja de que, en el recuento de bajas de estos lances, los agentes de la autoridad son los que se llevan la peor parte.

Basta ver la cantidad de insumisos que, provistos de cámaras, algunas de ellas muy caras, y videos, se consagran, con verdadera dedicación, a filmar y fotografiar a los policías cada vez que se ven obligados a intervenir para evitar que, los más levantiscos, se salgan con la suya y rompan el cordón policial establecido para evitar que puedan producirse enfrentamiento que, con toda probabilidad, podrían acabar en batallas campales cuyos resultados pudieran acabar siendo dramáticos. He podido ver uno de los videos grabados por la policía para que quedara constancia de las provocaciones a las que se los somete, los insultos y el lanzamiento de objetos contundentes, con los que se les quiere incitar a intervenir; con el sólo objeto de exhibirlo por todo el mundo para justificar la “actuación prepotente de las fuerzas del orden”. Son trucos archisabidos, porque los comunistas y extremistas de todo el mundo, los antisistema, los progres y los ocupas han recurrido a ellos para practicar el habitual victimismo hipócrita de los que tiran la piedra y esconden la mano.

El Gobierno sabe que, si quisieran acabar con estos experimentos revolucionarios, lo podrían hacer en 24 horas, simplemente, permitiendo a las fuerzas del orden que utilizaran los medios de que disponen y se pudieran emplear como ellos saben hacerlo. ¿Por qué no lo hacen? El motivo está claro: ¡porque no les conviene! Saben que están a las postrimería del mandato, que las encuestas les son desfavorables y que, el vencer en las urnas al PP pudiera ser una empresa fuera de su alcance, si se tiene en cuenta que nada de lo que han venido anunciando respecto a la recuperación de España se viene cumpliendo y la realidad viene confirmando que, cada vez más, resulta más claro que los intentos de poner parches a nuestra economía vienen resultando baldíos y que el endémico desempleo, al contrario de lo que nos anunciaba ZP, cuando hablaba de recuperación, sigue manteniéndose en unas cifras que resultan imposibles de sostener.

Como ya apunté en otra ocasión, el PSOE, está decidido a dejarle al PP una nación en plena ruina, unas comunidades endeudadas por cantidades muy superiores a las que vienen reconociendo quienes las gobernaban; unas tasas de desempleo escalofriantes y, por añadidura, durante el mandato socialista, la mayoría de las autonomías han duplicado el número de funcionarios gracias al amplio surtido de enchufados y amiguetes que han ido contratando sin oposiciones, sólo para proporcionarles un empleo. El señor Rubalcaba cuenta, sin duda, con los Sindicatos, a los que ha venido comprando desde su acceso al poder, para que, cuando sea preciso saquen a los obreros a la calle a protestar contra el PP por no conseguirles trabajo. No lo han hecho con ZP o sólo hicieron un simulacro, pero lo harán gustosos si se trata de poner en apuros a Rajoy. No obstante, estos insumisos “Indignados” anticlericales, estos que son dueños de las calles de Madrid y Barcelona, le han venido a facilitar al candidato socialista su estrategia. El mantenerlos en activo les va a permitir iniciar, y si me equivoco rectificaré, una serie de actos preelectorales en las calles, acusando de la crisis a los populares, achacándoles ser los culpables del desempleo y llevando a cabo agresiones, amenazas, acosos y manifestaciones, para impedir una campaña electoral limpia que, sin duda, es algo que no le conviene en absoluto al señor Rubalcaba,

¿Qué es juego sucio?, ¿qué no va a engañar a los ciudadanos?, ¿qué el PP no caerá en la trampa? Puede ser, pero yo aviso. Quisiera, de verdad, estar equivocado.

Una estrategia del PSOE: la calle para los Indignados

Estamos viendo que las autoridades se vuelven hacia otro lado, cuando no, como en el caso de algunos miembros destacados del PSOE, no muestran sus simpatías hacia ellos
Miguel Massanet
martes, 23 de agosto de 2011, 07:00 h (CET)
Es posible que pueda resultar repetitivo cuando no me canso de llamar la atención sobre el peligro de todas estas bandas de “indignados”, en esta ocasión anticlericales y peligrosos, que se han vuelto a apoderar por enésima vez de las calles de Madrid con el objetivo de crear problemas, entorpecer y torpedear, con gritos, amenazas y provocaciones, este espectáculo esperanzador y multitudinario de una juventud sana, limpia y disciplinada que ha inundado las calles de la capital del reino de alegría, buenas sensaciones y espíritu de hermandad, en clara oposición a aquellos que no pueden consentir que España, aunque sea por unos pocos días, se convierta en el máximo exponente de la cristiandad, con la muestra más impresionante del fervor de unos jóvenes que no se avergüenzan de declararse católicos y que se sienten orgullosos de pertenecer a la iglesia de Cristo.

Pero, no es mi intención entrar en el aspecto religioso de la cuestión, algo de lo que he tratado en otro artículo, sino de la honda preocupación que siento al ver que, quienes tienen la obligación de controlar el orden en las calles; aquellos a los que pagamos con nuestros impuestos, para garantizar la seguridad de los ciudadanos y tienen la obligación de evitar que, el circular por nuestras ciudades, se convierta en una especie de aventura en la que no sabes nunca con qué tropiezos te puedes encontrar o si te vas a ver envuelto en una tangana de la que, sin comerlo ni beberlo, puedas salir trompicado; aquellos miembros de un Gobierno que, después de habernos llevado al caos actual, tanto en el aspecto económico como en el financiero y social, permanecen instalados en su tancredismo, concientes de que, las encuestas electorales, les son desfavorables y, temerosos de que todavía empeoren más, si actúan conforme a su deber para restaurar el orden en las calles, sofocar este movimiento seudo revolucionario –que se inició bajo el pretexto de reclamar trabajo para los parados jóvenes y ha culminado en una más de las algaradas a las que nos tienen acostumbrados los extremistas de izquierdas, que buscan siempre pescar en aguas revueltas – y evitar que las leyes democráticas sean puestas en cuestión por una panda de individuos, a los que no sabemos quien les paga, bajo qué consignas se mueven y cuáles son sus objetivos. Antidemocráticos, sin duda.

Ya son demasiados los meses que España está sufriendo una situación que, si en lo económico, laboral, financiero y administrativo estamos tocando fondo; quizá como consecuencia de todo ello, estamos viendo que las autoridades se vuelven hacia otro lado, cuando no, como en el caso de algunos miembros destacados del PSOE, no muestran sus simpatías hacia ellos, compartiendo sus propuestas y dándoles aire para que sigan empecinados en sus actividades ilegales y antidemocráticas. Ya lo hizo el señor Rubalcaba, mientras era ministro de Interior, y viene continuando empeñado en ello desde su nuevo aspecto de candidato del PSOE a la presidencia del gobierno. Pero el Gobierno de la nación no puede desentenderse de sus obligaciones ni porque le resulten molestas ni porque estime que le van a restar votos y, por ello, no es admisible que ni el señor presidente, Rodríguez Zapatero ni el nuevo ministro de Interior, señor Camacho ¿es que en verdad lo es?, hayan hecho otra cosa que dejar que el movimiento de los “Indignados” insumisos y prepotentes, vaya afianzándose, se envalentonen y recurran a todos los artificios de los “buenos revolucionarios” para mantener en jaque a los cuerpos de seguridad; que se ven obligados a tratarlos “con guantes de seda” debido a que tienen órdenes superiores de no actuar con contundencia, por miedo a que alguno de estos terroristas callejeros, salga herido; dándose la paradoja de que, en el recuento de bajas de estos lances, los agentes de la autoridad son los que se llevan la peor parte.

Basta ver la cantidad de insumisos que, provistos de cámaras, algunas de ellas muy caras, y videos, se consagran, con verdadera dedicación, a filmar y fotografiar a los policías cada vez que se ven obligados a intervenir para evitar que, los más levantiscos, se salgan con la suya y rompan el cordón policial establecido para evitar que puedan producirse enfrentamiento que, con toda probabilidad, podrían acabar en batallas campales cuyos resultados pudieran acabar siendo dramáticos. He podido ver uno de los videos grabados por la policía para que quedara constancia de las provocaciones a las que se los somete, los insultos y el lanzamiento de objetos contundentes, con los que se les quiere incitar a intervenir; con el sólo objeto de exhibirlo por todo el mundo para justificar la “actuación prepotente de las fuerzas del orden”. Son trucos archisabidos, porque los comunistas y extremistas de todo el mundo, los antisistema, los progres y los ocupas han recurrido a ellos para practicar el habitual victimismo hipócrita de los que tiran la piedra y esconden la mano.

El Gobierno sabe que, si quisieran acabar con estos experimentos revolucionarios, lo podrían hacer en 24 horas, simplemente, permitiendo a las fuerzas del orden que utilizaran los medios de que disponen y se pudieran emplear como ellos saben hacerlo. ¿Por qué no lo hacen? El motivo está claro: ¡porque no les conviene! Saben que están a las postrimería del mandato, que las encuestas les son desfavorables y que, el vencer en las urnas al PP pudiera ser una empresa fuera de su alcance, si se tiene en cuenta que nada de lo que han venido anunciando respecto a la recuperación de España se viene cumpliendo y la realidad viene confirmando que, cada vez más, resulta más claro que los intentos de poner parches a nuestra economía vienen resultando baldíos y que el endémico desempleo, al contrario de lo que nos anunciaba ZP, cuando hablaba de recuperación, sigue manteniéndose en unas cifras que resultan imposibles de sostener.

Como ya apunté en otra ocasión, el PSOE, está decidido a dejarle al PP una nación en plena ruina, unas comunidades endeudadas por cantidades muy superiores a las que vienen reconociendo quienes las gobernaban; unas tasas de desempleo escalofriantes y, por añadidura, durante el mandato socialista, la mayoría de las autonomías han duplicado el número de funcionarios gracias al amplio surtido de enchufados y amiguetes que han ido contratando sin oposiciones, sólo para proporcionarles un empleo. El señor Rubalcaba cuenta, sin duda, con los Sindicatos, a los que ha venido comprando desde su acceso al poder, para que, cuando sea preciso saquen a los obreros a la calle a protestar contra el PP por no conseguirles trabajo. No lo han hecho con ZP o sólo hicieron un simulacro, pero lo harán gustosos si se trata de poner en apuros a Rajoy. No obstante, estos insumisos “Indignados” anticlericales, estos que son dueños de las calles de Madrid y Barcelona, le han venido a facilitar al candidato socialista su estrategia. El mantenerlos en activo les va a permitir iniciar, y si me equivoco rectificaré, una serie de actos preelectorales en las calles, acusando de la crisis a los populares, achacándoles ser los culpables del desempleo y llevando a cabo agresiones, amenazas, acosos y manifestaciones, para impedir una campaña electoral limpia que, sin duda, es algo que no le conviene en absoluto al señor Rubalcaba,

¿Qué es juego sucio?, ¿qué no va a engañar a los ciudadanos?, ¿qué el PP no caerá en la trampa? Puede ser, pero yo aviso. Quisiera, de verdad, estar equivocado.

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