El lamentable espectáculo vivido en la Supercopa de España no está a la altura de un club que se ha caracterizado a lo largo de sus 109 años de historia no solo por ganar, sino también por dar la mano en las derrotas.
El Real Madrid se ha Mourinhizado. Pero no solo en lo que todos los madridistas querrían, un estilo de juego propio y capaz de ganar a cualquiera, sino también en las artes extrafutbolísticas del técnico portugués. Si bien hasta la llegada de Mourinho el conjunto blanco enlazaba batacazo tras batacazo en Champions y Copa, esto ha cambiado de forma radical y el Madrid es un club temible cuando está sobre el terreno de juego. Lástima que la palabra temible sea también en su significado literal.
Es comprensible que el Madrid sea agresivo con el objetivo de no dar un balón por perdido, como consecuencia de un sistema basado en la recuperación en campo contrario. Lo que no es normal es que esa agresividad se utilice para `encabronar´ un partido.
La leyenda de grandes jugadores que han vestido la camiseta blanca, como Di Stéfano, Puskas, Gento, Del Bosque, Santillana, Butragueño, Juanito, Zidane o Raúl, no se merece lo que está sucediendo hoy. Ellos defendieron al club sin darse jamás por vencido, obtuvieron importantes triunfos convirtiendo al Real Madrid en el mejor club del planeta, pero también son recordados en las derrotas, y es que como bien dice el himno clásico, “cuando pierden dan la mano”. Eso es el madridismo, saber ganar, pero también felicitar al rival cuando te vence y prepararse para ganarle la próxima vez.
Las actitudes de algunos jugadores, directivos y cuerpo técnico no están en la línea de lo que se le puede exigir al Real Madrid. De acuerdo que en ocasiones se le pueda achacar a la impotencia por los arbitrajes y a la provocación de jugadores o técnicos rivales, pero el Real Madrid es un club con una proyección mundial y hay que saber que cualquier gesto lo están viendo millones de espectadores y puede dañar seriamente la imagen de un club, hasta ahora, señor.
Alguien debe poner cordura a todo el lamentable espectáculo vivido hace unos días. El capitán, Iker Casillas, ha dado ya un paso al frente para que vuelva la paz entre Madrid y Barça. Su gesto le honra, y es que a pesar de que hay quiénes le ven completamente abducido por José Mourinho, él ha mamado madridismo desde niño y sabe lo que significa ponerse esa camiseta.
El siguiente debería ser el propio Mou, para así empezar a hablar solo de fútbol, algo secundario en las últimas fechas, pero que es lo que convertido al Real Madrid en leyenda de este deporte.