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Sigo mirando con fijación la portada del Newsweek. En realidad es ella la que me mira con fijación: Michele Bachmann y los Ojos de Loca.

Hacerse los guays con la Bachman

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Esto le puede sorprender porque no pertenezco a la hinchada de la candidata presidencial conservadora Bachmann, pero me parece que la engañaron -- y no sólo con la foto. El titular que la acompaña, "La Reina de la Indignación", le hace un favor igual de flaco. Bachmann se lleva a error, en mi opinión, con casi todo. Pero no es la Reina de la Indignación.

Por casualidad nos vimos en el Club Nacional de Prensa hace unas semanas e indignación no fue la impresión que me dio. Muy al contrario. La congresista de Minnesota se mostró accesible, sin nerviosismo ni susceptibilidad evidentes. Fue, en definitiva, la anti-Palin. Que tienen una forma ideológica de ver el mundo comparablemente conservadora puede, pero Bachmann había prescindido de todo el rencor y el sarcasmo de Sarah Palin.

Estuvo, entre manifestaciones incoherentes acerca del techo de la deuda, bastante encantadora. Palin habría lanzado indirectas a los medios de distribución inusual congregados para escucharla. Bachmann empezó diciendo que se trataba de "una experiencia degradante", y añadía: "No me cabe duda de que si no soy humillada ahora, lo seré al cierre del ruegos y preguntas".

Cuando sus 30 minutos asignados se consumieron, Bachmann se dirigió al moderador para seguir, diciendo: "No quiero invadir el tiempo de las preguntas". Cuando llegó el momento y el moderador hizo una pregunta acerca de las cuentas familiares de Bachmann, ella respondió con humor desarmante: "Son las preguntas divertidas que ahora nos hacen".

Ya puestos, compare y contraste a Bachmann con Palin en sus polémicas portadas en Newsweek. Cuando Newsweek sacó a Palin vestida con inadecuados pantalones de deporte, ella se descargó. "El enfoque descontextualizado de Newsweek es sexista y previsible ahora mismo", se burlaba Palin. "Los medios hacen lo que sea para llamar la atención -- aunque sea fuera de contexto".

Bachmann, que tenía más razones para poner a caldo a la revista, optó por no abrir conflicto. "Simplemente no vamos a tratar ese tema", decía su responsable de prensa Alice Stewart. "Nos centramos en lo importante, que es reunirse con la gente de Iowa con vistas a los sondeos a pie de urna".

¿Qué conclusión sacar de la portada de Newsweek?

En primer lugar, que la editora de Newsweek Tina Brown es una empresaria brillante. ¿Cuándo fue la última vez que hablamos de una portada del Newsweek? Joan Vennochi clavaba esto en el Boston Globe: La Reina del Revuelo supo exactamente lo que había que hacer con la Reina de la Indignación", escribía. "Ponerla en la portada del Newsweek de forma que se haga hablar a la gente".

En segundo lugar, ese buen negocio no se traduce por fuerza en buen periodismo. Hace falta cierto esfuerzo para hacer que la fotogénica Bachmann tenga mala pinta, y sospecho que Tina Brown y compañía sabían lo que se hacían. "La intensidad de sus ojos aparece en todas las fotografías de ella", decía Tina Brown el miércoles en "Morning Joe" en la MSNBC.

A lo mejor, pero es una fotografía que hace que Bachmann parezca especialmente perturbada. Me recordó a esas fotografías de Hillary Clinton en mala postura de las que se valieron los portales de derechas para hacer que pareciera más la protagonista del drama francés La Loca de Chaillot que una secretario de estado.

En tercer lugar, y haga una pausa para descansar, la cuestión del sexismo. Me parece que necesitamos descubrir una palabra mejor para las cuestiones relacionadas con el sexo con las que seguimos luchando en política -- alguna que denote menos intencionalidad, más movimiento torpe a través del campo minado de la política y la igualdad entre sexos. La portada fue elegida por una editora para una crónica firmada por una reportera. Cualquier móvil extraño parece más dirigido a perjudicar a Bachmann por ser conservadora que por ser mujer.

Aún así, la realidad inevitable es que, durante el futuro previsible al menos y lo más probable es que más allá, lectores y audiencias se centren más en la imagen y la ropa de las candidatas de lo que se centran en la imagen de los candidatos. Se trata de un fenómeno que periodistas y colegas políticos han de tener presente al elegir palabras e imágenes.

De hecho, la fórmula "la Reina de la Indignación" podría ser más problemática que la fotografía que causó tanto revuelo. Ambas palabras -- "reina" e "indignación" -- están fuera de lugar. Reina tiene matices de María Antonieta. ¿Un candidato sería tildado de "el Rey de la Indignación?" E "indignación" evoca rabia desquiciada y desbocada, hormonas en ciertos días del mes y todo eso. No es un jardín al que convenga meterse cuando haya en juego una candidata, ni siquiera si se está haciendo referencia a sus seguidoras.

En último término, la portada puede ser un éxito. A Newsweek le conviene al revuelo. Y a Bachmann le conviene la combinación de escándalo y su postura ajena a la controversia. No es un mal arreglo para una foto poco favorecedora.

Hacerse los guays con la Bachman

Sigo mirando con fijación la portada del Newsweek. En realidad es ella la que me mira con fijación: Michele Bachmann y los Ojos de Loca.
Ruth Marcus
miércoles, 17 de agosto de 2011, 07:18 h (CET)
Esto le puede sorprender porque no pertenezco a la hinchada de la candidata presidencial conservadora Bachmann, pero me parece que la engañaron -- y no sólo con la foto. El titular que la acompaña, "La Reina de la Indignación", le hace un favor igual de flaco. Bachmann se lleva a error, en mi opinión, con casi todo. Pero no es la Reina de la Indignación.

Por casualidad nos vimos en el Club Nacional de Prensa hace unas semanas e indignación no fue la impresión que me dio. Muy al contrario. La congresista de Minnesota se mostró accesible, sin nerviosismo ni susceptibilidad evidentes. Fue, en definitiva, la anti-Palin. Que tienen una forma ideológica de ver el mundo comparablemente conservadora puede, pero Bachmann había prescindido de todo el rencor y el sarcasmo de Sarah Palin.

Estuvo, entre manifestaciones incoherentes acerca del techo de la deuda, bastante encantadora. Palin habría lanzado indirectas a los medios de distribución inusual congregados para escucharla. Bachmann empezó diciendo que se trataba de "una experiencia degradante", y añadía: "No me cabe duda de que si no soy humillada ahora, lo seré al cierre del ruegos y preguntas".

Cuando sus 30 minutos asignados se consumieron, Bachmann se dirigió al moderador para seguir, diciendo: "No quiero invadir el tiempo de las preguntas". Cuando llegó el momento y el moderador hizo una pregunta acerca de las cuentas familiares de Bachmann, ella respondió con humor desarmante: "Son las preguntas divertidas que ahora nos hacen".

Ya puestos, compare y contraste a Bachmann con Palin en sus polémicas portadas en Newsweek. Cuando Newsweek sacó a Palin vestida con inadecuados pantalones de deporte, ella se descargó. "El enfoque descontextualizado de Newsweek es sexista y previsible ahora mismo", se burlaba Palin. "Los medios hacen lo que sea para llamar la atención -- aunque sea fuera de contexto".

Bachmann, que tenía más razones para poner a caldo a la revista, optó por no abrir conflicto. "Simplemente no vamos a tratar ese tema", decía su responsable de prensa Alice Stewart. "Nos centramos en lo importante, que es reunirse con la gente de Iowa con vistas a los sondeos a pie de urna".

¿Qué conclusión sacar de la portada de Newsweek?

En primer lugar, que la editora de Newsweek Tina Brown es una empresaria brillante. ¿Cuándo fue la última vez que hablamos de una portada del Newsweek? Joan Vennochi clavaba esto en el Boston Globe: La Reina del Revuelo supo exactamente lo que había que hacer con la Reina de la Indignación", escribía. "Ponerla en la portada del Newsweek de forma que se haga hablar a la gente".

En segundo lugar, ese buen negocio no se traduce por fuerza en buen periodismo. Hace falta cierto esfuerzo para hacer que la fotogénica Bachmann tenga mala pinta, y sospecho que Tina Brown y compañía sabían lo que se hacían. "La intensidad de sus ojos aparece en todas las fotografías de ella", decía Tina Brown el miércoles en "Morning Joe" en la MSNBC.

A lo mejor, pero es una fotografía que hace que Bachmann parezca especialmente perturbada. Me recordó a esas fotografías de Hillary Clinton en mala postura de las que se valieron los portales de derechas para hacer que pareciera más la protagonista del drama francés La Loca de Chaillot que una secretario de estado.

En tercer lugar, y haga una pausa para descansar, la cuestión del sexismo. Me parece que necesitamos descubrir una palabra mejor para las cuestiones relacionadas con el sexo con las que seguimos luchando en política -- alguna que denote menos intencionalidad, más movimiento torpe a través del campo minado de la política y la igualdad entre sexos. La portada fue elegida por una editora para una crónica firmada por una reportera. Cualquier móvil extraño parece más dirigido a perjudicar a Bachmann por ser conservadora que por ser mujer.

Aún así, la realidad inevitable es que, durante el futuro previsible al menos y lo más probable es que más allá, lectores y audiencias se centren más en la imagen y la ropa de las candidatas de lo que se centran en la imagen de los candidatos. Se trata de un fenómeno que periodistas y colegas políticos han de tener presente al elegir palabras e imágenes.

De hecho, la fórmula "la Reina de la Indignación" podría ser más problemática que la fotografía que causó tanto revuelo. Ambas palabras -- "reina" e "indignación" -- están fuera de lugar. Reina tiene matices de María Antonieta. ¿Un candidato sería tildado de "el Rey de la Indignación?" E "indignación" evoca rabia desquiciada y desbocada, hormonas en ciertos días del mes y todo eso. No es un jardín al que convenga meterse cuando haya en juego una candidata, ni siquiera si se está haciendo referencia a sus seguidoras.

En último término, la portada puede ser un éxito. A Newsweek le conviene al revuelo. Y a Bachmann le conviene la combinación de escándalo y su postura ajena a la controversia. No es un mal arreglo para una foto poco favorecedora.

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