Se queja la Naturaleza. Jamás hemos sentido la sensación, como ahora, de que la Tierra padece tantos achaques. Todos los Continentes y las naciones “rivalizan” en catástrofes. Inundaciones ,riadas, derrumbes ,tsunamis..y, que vamos a contar.
Los hombres andan al acecho en un cosmos que a nadie parece satisfacer porque la avaricia no tiene un límite preestablecido. No se piensa en la caducidad, y la caducidad existe, tan palpablemente que nadie, en su sano juicio, es capaz de negar.
Somos caducos, y la Naturaleza también. Y se está quejando. Nos está diciendo que está dañada. Ignoro la intensidad de su daño, pero puede que sea parejo al mal de la Naturaleza humana.
El desorden de la Humanidad nos lo recuerdan las noticias locales, nacionales o internacionales.
La avaricia, el afán de poder, la mentira, la hipocresía que hace de la mentira un arma arrojadiza. Se esclaviza sin el menor aprecio a la dignidad de la persona. El descontento. El esclavismo del instalado. Enfrentamientos con los que han sido aliados. Enfrentamientos pactados que no se saben a ciencia cierta lo que suponen ni lo que cuestan. Es lo que…donde dije digo, ahora digo Diego, se pone de manifiesto amparado en el poder. El amparo de la ignorancia, que es la gran desamparada.
Nos dicen lo que quieren que sepamos. Dejan de decirnos lo que no interesa que sepamos. Y es la gran ignorancia la que nos separa a unos de otros, siendo el común denominador.
Y el Mundo sigue andando. Anda dando tumbos que refleja el mal interior que se resume en la falta de paz. ¿Cómo puede tener paz el que no la busca?¿Cómo puede tener paz quien busca la confrontación?
Y se queja la Naturaleza. La Naturaleza se queja de la infancia prostituida. De la pornografía infantil. Cuando en el inicio de la vida hay alguien capaz de abusar, de destruir…la Naturaleza no asiste impasible al desorden de sus habitantes. Se debilita como se debilitan el hombre y sus principios. Y, cruje, cruje inquieta ante el desquicio humano.